Una sorprendente y extraordinaria historia real: la de la lucha por la supervivencia de un grupo de niños en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Esta narración autobiográfica protagonizada por Hetty Verolme, una heroína adolescente, revela cómo ella y sus hermanos superaron toda suerte de adversidades tras ser separados de sus padres y confinados en la «Casa de los Niños», en Belsen, Alemania. Un documento que aborda una vertiente desconocida del Holocausto, esta conmovedora obra refleja la tenacidad y el espíritu invencible de la infancia.
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Hetty Verolme
Hetty
Una historia real
ePub r1.0
Titivillus 02.09.15
Título original: Hetty. A true story
Hetty Verolme, 2009
Traducción: Juan Castilla Plaza
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
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Dedico este libro a mis nietos Jacleen Sarah Passman
y Adam Maurice Passman. Con amor de su Oma.
Espero que mi libro sirva para que otros niños sepan
cómo nos trataban los nazis, y para que conozcan las
consecuencias de los prejuicios y el odio.
Odiar es malo, pues es como un veneno que carcome por dentro.
Existe el odio y existe el amor.
Yo quiero estar del lado del amor.
Hetty Verolme
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HETTY VEROLME nació en Bélgica en 1930. En 1931 su familia se trasladó a Ámsterdam, pero su mundo cambió para siempre cuando la II Guerra Mundial estalló en 1939 y los alemanes ocuparon los Países Bajos en mayo de 1940. En 1943 Hetty y su familia fueron enviados al campo de concentración nazi de Bergen-Belsen, experiencia que más tarde recogería en su obra literaria. Después de sobrevivir a la guerra y de trabajar durante un tiempo en el sector textil, en 1954 emigró a Australia. Desempeñó muchos oficios, desde camarera a conductora de autobús, de vendedora puerta a puerta a agente inmobiliario. Finalmente se estableció como una exitosa impulsora de centros comerciales y grandes superficies. En 1972 Hetty fue distinguida con el Most Successful Migrant Award, y en 1977 fue nombrada miembro del Consejo Australiano de Asuntos Étnicos. Durante años ha participado activamente en una amplia gama de organizaciones comunitarias y con fines caritativos.
Notas
[1] Rango del Partido Nazi, equivalente a un sargento primero (N. del T.)
[2] Equivalente al grado de capitán (N. del T.)
[3]Häftling Preso en alemán (N. del T.)
[4] Marchaos (N. del T.)
[5] Rango de las SS, equivalente a sargento primero (N. del T.)
[6] Rango equivalente a teniente (N. del T.)
[7] Jefe de Servicio (N. del T.)
[8] Guardiana supervisora (N. del T.)
[9] Cuento infantil del año 1936 en el que se narra la historia de un toro que prefería oler las flores que pelear en las corridas. Fue prohibido en muchos países por considerarse un libro pacifista. (N. del T.)
No tuve una infancia despreocupada. Pasé algunos años en el campo de concentración de Belsen, en Alemania, donde fui deportada por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, junto con mis padres y mis dos hermanos.
Si tuviese que contar todas las experiencias de nuestra familia, este libro no se acabaría nunca, por eso me limito a contarte la verdadera historia de mis vivencias en la Casa de los Niños de Belsen.
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Hetty con sus hermanos, Max y Jack, 1941.
Capítulo 1
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La sombra de Hetty cae sobre los niños que vivían en su calle mientras los fotografía. Todos fueron enviados a Auschwitz, donde murieron en la cámara de gas, 1942. De izquierda a derecha, en la fila de atrás: Iesy Gerritse y un chico desconocido. En la fila de delante: Siena Soep, Nathan Smeery Betty Smeer.
Mi familia vivía en Amsterdam, en el barrio judío. Antes no solía ser un barrio judío, porque los holandeses no conocían la palabra «segregación», y todo el mundo podía vivir donde quisiese. La religión y las creencias no eran un problema. Luego, en 1941, cuando los alemanes invadieron Holanda, decidieron concentrar a la población judía en Amsterdam East.
En febrero de 1941, los alemanes asaltaron el mercado municipal de Amsterdam como venganza por el asesinato de un oficial nazi holandés en una pelea que tuvo lugar el día anterior. Arrestaron a cuatrocientos hombres y les obligaron a subir en camiones. Desgraciadamente, el primo predilecto de mi padre, Mauritz, estaba entre ellos. Aunque escuchábamos algunos rumores, no sabíamos dónde los habían llevado. En mayo de 1941, mi padre recibió una postal con el sello de Mauthausen. Mauritz decía:
«Querido Maurice y familia:
Estoy en Mauthausen y el trabajo no es malo.
Espero que todos os encontréis bien.
Dale recuerdos a Dozeman y dime si Spitty aún vive.
Mauritz»
Puesto que la carta tenía que pasar por la censura alemana, suponíamos que contendría un mensaje oculto. Dos días después, mi padre logró descifrarlo. Nos dijo:
—Ya sé lo que Mauritz quiere decirnos. Dozeman es el nombre del panadero que hay en la esquina; y Spitty el de nuestro perro. Por eso, lo que en realidad quiere decirnos es que pasa mucha hambre y que lleva una vida de perros en Mauthausen.
Nos dimos cuenta de que los alemanes llevarían a cabo sus planes de erradicar sin piedad la población judía en Holanda. Mi padre me miró con aire de preocupación y dijo:
—Tengo que hacer lo que pueda para evitar que nos manden a Alemania.
Hubo muchas redadas en el barrio judío durante el verano de 1942. Vimos cómo sacaban a muchas familias de sus hogares y no volvíamos a saber de ellos. Muchos lloraban cuando se los llevaban; otros se sentían aliviados al saber que la espera había concluido. Mirábamos por entre las cortinas mientras los alemanes les obligaban a ponerse en fila y los conducían hasta la estación, donde les hacían subir en trenes que los llevaban lejos de sus hogares y de las personas a las que amaban. Mi familia se sentía muy triste después de cada redada. Nadie sabía qué les sucedía a nuestros amigos y parientes.
Nosotros habíamos sido muy afortunados. Mi padre era un acaudalado comerciante textil. Cuando comenzaron las redadas, alguien le dijo que podía comprar nuestra libertad al capitán de las SS, Aus der Funten, alegando exención de deportación por razones de trabajo. De esa forma, podían intercambiarnos por prisioneros de guerra alemanes vía Portugal.
Mi padre no lo dudó. Vendió todos nuestros objetos de valor y consiguió reunir cerca de quinientos mil florines. El problema era quién se atrevería a presentarse ante el capitán Aus der Funten en el cuartel de las SS. Era muy peligroso; de hecho, muchas personas habían ido para no regresar jamás. Tras debatirlo detenidamente, mamá convenció a papá para que le dejase ir, alegando que una mujer tendría más oportunidades de ser admitida.