STEINUNN SIGURÐARDÓTTIR (Reikiavik, Islandia, 1950) Poeta, novelista y periodista freelance islandesa. Al comienzo de su carrera, publicó poemas y cuentos por los que se hizo bastante conocida en su país. En 1995, recibió el Premio Nacional de Literatura de Islandia por su novela Hjartastaður. Como periodista, ha realizado numerosas entrevistas televisivas a figuras importantes como el premio Nobel Halldór Kiljan Laxness, la cantante Björk o la escritora y filósofa Iris Murdoch. Como escritora, Sigurðardóttir se centra en temas culturales, como la literatura y el cine, así como en temas políticos y ambientales. Ha sido vicepresidenta de la Asociación de Escritores de Islandia y miembro del jurado del prestigioso Premio Literario IMPAC de Dublín y del jurado del Festival de Cine de Gotemburgo. Suele participar en festivales literarios y conferencias, y entre los periódicos europeos en los que ha escrito, se encuentran Frankfurter Allgemeine Zeitung, Neue Zürcher Zeitung, Süddeutsche Zeitung, Liberation o Dagens Nyheter. Sigurðardóttir habla y escribe con fluidez en inglés, alemán, francés, sueco y danés, y entiende noruego. Ha pasado un tiempo en Estados Unidos y Japón, y en varios países europeos, como Suecia, Irlanda, Inglaterra, Francia y Berlín. Actualmente divide su tiempo entre Estrasburgo e Islandia. Su compañero de vida es Thorsteinn Hauksson, un conocido compositor de música clásica moderna.
Título original: Heiða - fjalldalabóndinn
Steinunn Sigurdardóttir & Heida Ásgeirsdóttir, 2017
Traducción: Enrique Bernárdez
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Las referencias a las personas suelen hacerse añadiendo el nombre de la granja en la que viven; aquí, Hraungerð. Es habitual añadir también la comarca en la que se encuentra la granja, que aquí es Álftaver. (Todas las notas son del traductor).
[2] Diez mil coronas islandesas equivalen a unos 72 €.
[3] Unos 600 € en el año en que tiene lugar el conflicto.
[4] En la época del relato, unos 4.000 €.
[5] Más de 700 €.
La inspiradora historia de Heiða, una solitaria granjera de ovejas islandesa, exmodelo y heroína feminista, se ha convertido en un éxito de ventas internacional. «No estoy sola porque me haya quedado sentada llorando con un pañuelo o un delantal por la falta de atención de los hombres». Heiða cuida de su rebaño de quinientas ovejas en una zona implacable que bordea las tierras altas de Islandia, conocida como el Fin del Mundo. Uno de sus vecinos más cercanos es el volcán más famoso de Islandia, Katla, que ha expulsado periódicamente a los habitantes de Ljótarstaðir desde que la gente comenzó a cultivar allí, en el siglo XII. Este retrato de su vida, escrito con ingenio y humor por una de las novelistas más aclamadas de Islandia, Steinunn Sigurðardóttir, cuenta la historia heroica de una joven carismática que a los veintitrés años dejó una carrera como modelo en Nueva York para hacerse cargo de la granja familiar cuando su padre murió. «Quiero decirles a las mujeres que pueden hacer cualquier cosa, y demostrar que la cría de ovejas no es solo un trabajo de hombres». Dividida en cuatro estaciones, Heiða cuenta la historia de un año extraordinario, entretejida con historias vívidas de sus animales y el trabajo de la granja; y pinta un retrato inolvidable de una remota vida cercana a la naturaleza.
Steinunn Sigurdardóttir & Heida Ásgeirsdóttir
Heida
Una pastora en el fin del mundo
ePub r1.0
Titivillus 31.07.2020
E n la primavera de 2015 vino a verme un amigo mientras estaba trabajando en una novela en mi casa de verano en el sureste de Islandia y me dijo con contundencia: «¡Tienes que conocer a Heiða!». Mi amigo me explicó que Heiða era una heroína que combatía para defender las tierras de su granja y evitar que las comprara una empresa energética privada. Y que era una persona muy reservada pero que, para poder continuar su lucha, se había visto obligada a entrar en la escena pública y la política local, e incluso a fundar un partido ecologista.
Profundamente intrigada, me fui a ver a Heiða a su granja, que estaba a menos de una hora en coche de mi casa de verano.
Ya desde lejos, Heiða parecía una visión: sentada en el asiento de su tractor, con sus 1,81 metros de estatura, delgada, de largo cabello rubio. Una combinación de valquiria y esbelta elfina. Heiða me saludó con la cortés reserva que reconocí de los veranos de mi infancia pasados en la granja de mis tíos, en esa misma comarca. Después nos sentamos a la mesa de su cocina, y charlamos y charlamos.
Quedé tan fascinada por lo que me contó que en menos de diez minutos tomé la decisión de que este sería mi nuevo libro. Aunque la decisión era firme, no le dije nada a Heiða hasta que la llamé por teléfono una semana después para contárselo. Me chocó un poco la rapidez de su respuesta positiva, porque había podido comprobar que era una persona reservada y sabía perfectamente que hablar de sí misma era algo muy opuesto a su naturaleza. Me explicó que su deseo de seguir adelante se debía a la necesidad de dar a conocer su solitaria lucha.
Eso era lo que me motivaba también a mí. En la semana transcurrida entre nuestra charla en la cocina de Heiða y nuestra conversación telefónica, pensé mucho en cómo construir el libro. A fin de cuentas, un novelista necesita algo más que un tema fascinante para convertirse en autor de no ficción de la noche a la mañana.
No habría tenido valor para hacerlo de no ser por las maravillosas historias orales de Svetlana Alexievich. La gente tenía que oír también la voz de esta mujer. Uno de los retos más difíciles era conservar el estilo de Heiða (un estilo que mezclaba lo moderno y lo antiguo) y hacer que quedara bien en una página impresa. Por suerte, yo había empezado mi carrera de escritora trabajando de periodista para un diario de Reikiavik, y la experiencia de incontables entrevistas para prensa escrita, radio y televisión (desde que cumplí los diecisiete) me serviría de base firme. La investigación y la escritura se desarrollaron a través de conversaciones entre nosotras dos, pero, al final, decidí que tenía que hacer invisible a la autora, esto es, a mí misma, a fin de que el lector tuviera la sensación de que estaba escuchando directamente a Heiða. Al principio me resultó complicado encontrar la estructura más adecuada para el libro, pero en cuanto tuve la idea de usar las estaciones como capítulos, todo encajó.
No solo me vi obligada a dejar aparcada la novela en la que estaba trabajando y a hacerme invisible en mi nuevo libro. También tuve que sacrificar mi rutina. Tengo más de alondra que de búho, pero, con mucha frecuencia, la única hora en que ella podía hablar era al final de la tarde. La carga de trabajo de Heiða era tal que no me quedaba más que adaptarme o abandonar el proyecto, y por este libro valía la pena pasarse un año trasnochando.
Heiða y yo estábamos muy nerviosas por cómo sería recibido el libro. Sentíamos que era una responsabilidad enorme dar vida a un personaje real, sobre todo cuando siguen existiendo muchos rencores locales a causa de la central hidroeléctrica de Búland. Si el libro no hubiera funcionado, habría sido una humillación para ella y un maravilloso triunfo para sus enemigos.