EL PODER DE DESPERTAR
PRÁCTICAS DE MINDFULNESS Y HERRAMIENTAS ESPIRITUALES PARA TRANSFORMAR TU VIDA
DOCTOR WAYNE DYER
Título original en inglés: THE POWER OF AWAKENING
Copyright © 2020 a cargo de The Estate of Wayne W. Dyer
Publicado originalmente en 2020 por Hay House, Inc.
Título en castellano: EL PODER DEL DESPERTAR
Subtítulo: PRÁCTICAS DE MINDFULNESS Y HERRAMIENTAS ESPIRITUALES PARA TRANSFORMAR TU VIDA
Autor: Wayne W. Dyer
Primera edición en España, marzo de 2021
© para la edición en España, El Grano de Mostaza Ediciones
Impreso en España
Depósito Legal: B 1547-2021
ISBN: 978-84-123388-6-7
El Grano de Mostaza Ediciones, S.L.
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EL PODER DE DESPERTAR
PRÁCTICAS DE MINDFULNESS Y HERRAMIENTAS ESPIRITUALES PARA TRANSFORMAR TU VIDA
DOCTOR WAYNE DYER
Prólogo
De repente ves que están ocurriendo milagros, y es absolutamente asombroso para ti.
—Doctor Wayne W. Dyer
El miedo ha tomado el control.
El mundo está en crisis.
Es el final de marzo de 2020 y se extiende una pandemia global llamada coronavirus.
Mientras escribo estas palabras, mi esposa Denise y yo tenemos orden de no salir de casa. Sin embargo, no estamos solos; a la mitad de los norteamericanos se nos ha emitido algún tipo de orden para que nos quedemos en casa. Y van a venir más. A nivel global, miles de millones de personas están afrontando y continuarán afrontando restricciones gubernamentales.
Para cuando leas esto, tal vez ya sepas cómo ha terminado todo este episodio. Pero para nosotros todo es nuevo.
Cuarentenas, distanciamiento social, cancelaciones de las reuniones masivas y cierres de comercios son expresiones que todos estamos acostumbrándonos a decir.
Primero llegaron los avisos. En China surgió un virus misterioso. Después, la inevitable confusión, la evitación y la negación. Posteriormente, los contagios se extendieron rápidamente más allá de las fronteras. Más adelante, el pánico masivo. A continuación, en pocas semanas, no había elección: restricciones para viajar, las escuelas cerradas, los trabajadores enviados a casa, los países cerraban sus fronteras en todo el globo.
Cada día salen nuevas noticias que socavan los cimientos de nuestras comodidades y certezas. Acumulación de provisiones básicas, hospitales abarrotados, más regulaciones, la tendencia a culpar, la economía mundial al límite, y cada día, en titulares, el aumento de infecciones y la muerte por doquier.
Buena parte del globo está viviendo este terror constante y extenuante a lo desconocido. Es tal que nos lleva a cuestionarnos repetidamente por qué, cómo, quién tiene la culpa y qué va a pasar ahora… Preguntas imposibles que llevan a noches sin dormir, interminables especulaciones con los amigos, culpa social cambiante, conspiración política y la dolorosa realidad de ver la tasa de mortalidad escalar con precisión exponencial.
La economía de Estados Unidos ha colapsado hasta entrar en recesión, lo que ha llevado a aprobar un paquete de estímulos de dos billones de dólares que, según muchos reconocen, apenas se notará. En la última semana, tres millones de personas se fueron al desempleo. Y se espera que lo hagan decenas de millones más. Los negocios, buenos negocios, están quebrando en todos lados. Los países continúan cerrando sus fronteras. Hay más restricciones a la vista. No se prevé una vacuna a corto plazo.
Y, sin embargo, afortunadamente, mientras escribo estas palabras me siento profundamente en paz. Los contagios emocionales del miedo y la escasez no han perforado mi mente, ni mi cuerpo ni mi espíritu.
De algún modo, me siento en calma. Centrado. Responsable de mis emociones, confiado ante el peligro infinito y la extensión de la muerte, alejado de la necesidad de aferrarme a la esperanza de controlarlo todo.
Antes de cerrar, las estanterías de la tienda de alimentación a la que suelo ir están vacías de productos de primera necesidad y, sin embargo, siento abundancia.
Como la mayoría del mundo, es probable que me infecte en algún momento, y sin embargo me siento seguro, pleno, completo.
Estoy encerrado en mi casa, pero soy auténtica y espiritualmente libre.
Miles de personas me envían mensajes cada día. Tienen miedo, buscan guía y esperanza, y a menudo muestran enfado, terror, ansiedad. Sin embargo, yo no he sido empujado al abismo. Siento una confianza que es difícil de explicar, y estoy preparado para servir.
El optimismo y la fe me envuelven. Observo mis pensamientos intranquilos y las reacciones instantáneas, siento una preocupación egocéntrica por mí mismo. Sin embargo, durante la mayor parte del día me pregunto: “¿Cómo puedo servir ahora a los demás?”
Estoy encontrando aprecio, e incluso momentos de dicha, en estos días y noches aparentemente oscuros. Y tengo que agradecer al doctor Wayne Dyer el haber podido adquirir esta perspectiva y capacidad.
Oh, creedme, no soy perfecto ni soy siempre valiente. Pero aquí estoy, plenamente aquí, centrado y positivo, gracias a la sabiduría de Wayne y a su influencia a lo largo de mi vida.
Wayne fue, y todavía es, una parte vital de mi propio despertar. Especialmente ahora.
El mentor distante
Han pasado 24 años desde que leí por primera vez un libro de Wayne Dyer. Wayne falleció hace cinco años, y este libro que tienes entre tus manos es el número 43. No se me ocurre un momento más propicio para recibir este mensaje.
¿Cuál es la promesa de este libro en medio de estos tiempos caóticos? Desde mi punto de vista, es lo que Wayne frecuentemente enseñaba:
Hay un lugar más elevado, que cada uno de nosotros puede alcanzar mientras estamos aquí.
Y cuando despiertas a ese potencial, que es de lo que trata este libro, “vives de acuerdo con tu yo superior, que promueve la paz, la realización, la integridad y la alegría”.
Nótese que Wayne no mencionaba las circunstancias. No necesitas una racha de buena suerte: simplemente eliges vivir de acuerdo con tu yo superior y entonces ocurre. El despertar no está supeditado a la conveniencia ni a la facilidad. Puede ocurrir ahora mismo.
De algún modo, esto me reconforta. Durante toda mi vida adulta he encontrado consuelo y libertad en el mensaje de Wayne.
A los diecinueve años tuve impulsos suicidas. Una ruptura con mi novia del instituto de secundaria me llevó a rebasar el límite. Ella me engañaba, y como mi identidad giraba en torno a nuestra relación, una vez que la relación acabó también acabó el concepto que tenía de mí mismo y de mi propósito. A veces, cuando tu relación se viene abajo, te derrumbas. Eso fue lo que me ocurrió: me sentí deshecho, perdido y deprimido. Planeé suicidarme, y también planeé cuándo y dónde hacerlo.
Pero, como suele ocurrir, la vida tenía otros planes. Una noche sufrí un accidente automovilístico: el coche en el que viajaba se salió de la carretera y dio varias vueltas. Me descubrí a mí mismo atravesando el parabrisas para escapar, y luego de pie sobre el capó abollado del coche. La sangre me corría por las piernas. Sentía oleadas de miedo por todo el cuerpo.
Y entonces me desmayé. Creí que me iba a morir.
Miré hacia abajo, a la sangre que rebosaba de mis pies al capó del coche. Pensé que era el final: ¿Importaba siquiera que yo muriera? Sentí que mi vista se orientaba hacia el cielo, y allí estaba aquella preciosa y enorme luna. Y en ese instante en que miré hacia arriba, me sentí de repente seguro y liberado del dolor. Desperté repentinamente a la preciosidad y a la magia de la vida. Dios me había dado una segunda oportunidad.