Wayne W. Dyer
INTRODUCCIÓN
Tienes, dentro de ti mismo, el poder para conseguir todo aquello que puedas desear. Este es el tema central de Construye tu destino, que no se parece a ningún otro libro que haya escrito previamente. He elegido escribir sobre el tema de la manifestación porque me he sentido atraído hacia él, y no porque sea el siguiente paso lógico en la sucesión de libros que he producido a lo largo de las dos últimas décadas. Y parece que me he sentido atraído hacia este tema por una fuerza que no me ha permitido ignorarlo.
Al empezar a escribir, noto una cierta humildad junto con una sensación de arrogancia por el simple hecho de abordar esta cuestión. Esos sentimientos me plantearon preguntas como: ¿Quién soy yo para escribir sobre esta capacidad para manifestarse? ¿Qué sé realmente sobre la manifestación? ¿Acaso no está reservado ese ámbito a los seres divinos? ¿Qué me otorga autoridad para dirigirme a los demás acerca de una capacidad que pertenece singularmente a los dioses? Estas preguntas se agitaron en mi mente; en último término me vi más motivado de lo que quisiera aceptar por las dudas sobre mí mismo.
Al iniciar la tarea de escribir sobre estos principios espirituales, no tenía ni la menor idea de lo que iba a decir, cómo lo diría y cuántos principios encontraría. Hice entonces lo que había animado a hacer a mis lectores de mi libro más reciente Tu yo sagrado. Desterré de mi mente todas mis dudas y empecé a escuchar las voces interiores que seguían diciéndome que recibiría la guía que necesitaba y que no me encontraría a solas en este proyecto. En otras palabras, me rendí y profundicé en mis meditaciones, permitiéndome a mí mismo liberarme de todo temor y duda y, simplemente, confiar.
Una parte de mí mismo sabía que todos nosotros poseemos la capacidad para manifestar el mundo invisible del espíritu en el mundo material. Lo creía así porque las palabras de todos los grandes maestros espirituales nos animan a vernos como seres ilimitados y a ver que hasta el más humilde de nosotros tiene a su disposición el poder divino de Dios, en cada uno de los momentos de nuestras vidas. Pero parecía una tarea intimidante el atreverme a escribir eso en un libro, y ofrecer los principios espirituales que tenemos que aprender y dominar para hacerlo así.
Fue entonces, cuando consideraba el escribir sobre esos principios sin tener siquiera una idea muy clara de cuáles eran con exactitud y en qué orden debía presentarlos, cuando recibí un mensaje de un maestro llamado Guruji, a quien está dedicado este libro. En ese mensaje, Shri Guruji me daba instrucciones para que escuchara una cinta sobre el poder de manifestarse y para que practicara en mi propia vida lo que se me enseñaba, para luego presentar al mundo esta técnica de la manifestación. Me explicó que la capacidad para manifestarse había sido conocida y practicada por los grandes maestros y sabios orientales durante miles de años y que se mantuvo luego en secreto durante siglos.
Escuché la cinta con gran interés y empecé a practicar en mis meditaciones cotidianas los principios de la manifestación, tal como se presentan en este libro. Experimenté resultados asombrosos casi de inmediato. Empecé a incluir entonces un análisis de esos resultados en mis conferencias y a enseñar esos principios espirituales, que había empezado a practicar en mi vida, aunque sin catalogarlos u organizarlos de ninguna forma.
Pocos meses más tarde produje un disco compacto y casette titulado Meditaciones para la manifestación, y miles de personas empezaron a utilizar estos principios y a practicar las técnicas meditativas de la manifestación. Los resultados han sido mentalmente increíbles. Las personas que utilizan estas técnicas y una meditación sana, me han escrito desde todas las partes del mundo.
La meditación sana, descrita en este libro, ha producido manifestaciones asombrosas en las vidas de muchas personas. He escuchado contar historias de manifestación de ascensos laborales, de personas supuestamente imposibilitadas para tener un bebé y que, sin embargo, lo han tenido, de desprenderse de una casa que se hallaba a la venta durante algunos años sin encontrar compradores potenciales, y de otras historias de prosperidad y curación que bordean el verdadero milagro.
Sé que estos principios funcionan. Su poder milagroso no se basa en la creencia, sino en la certeza. Sé que tenemos poderes divinos que no hemos utilizado hasta ahora debido principalmente a nuestros condicionamientos. Sé que tú, si practicas aplicadamente estos nueve principios, puedes empezar a manifestar por ti mismo todo aquello que seas capaz de concebir con tu mente.
Soy consciente de que entrar en este ámbito de la manifestación es como recorrer un camino con el que no estamos familiarizados. Al decidir entrar en lo desconocido, es evidente que no puedes saber con seguridad lo que te espera. Te pido, por tanto, que evites cuidadosamente llenar ese camino con ideas preconcebidas. Haz un esfuerzo por leer estos principios y por empezar a aplicarlos en tu vida cotidiana sin juzgarlos basándose en aquello que ha sido condicionado a creer sobre sí mismo como una persona que «sólo es humana» y, en consecuencia, limitada. Las ideas preconcebidas sólo servirán para contaminar tu potencial ilimitado para manifestar tu deseo más querido. Lo que desees tiene una importancia fundamental, aunque es posible que no hayas pensado nunca que el deseo y una conciencia espiritual superior sean cosas compatibles.
Es imposible imaginar un mundo sin deseo. Crear es desear. Incluso el deseo de no tener ningún deseo, ya es en sí mismo un deseo. Tus deseos, cultivados como semillas de potencial en el camino de la conciencia espiritual, pueden florecer en forma de libertad para poder tenerlos en paz y armonía con tu propio mundo.
Darse permiso a uno mismo para explorar ese camino significa tomarse la libertad de utilizar la mente para crear el mundo material exacto que encaja con tu mundo interior. Ese mundo interior es el que actúa como catalizador para determinar las experiencias del mundo físico. Tendrás que abandonar la idea de que te encuentras impotente ante las circunstancias de tu vida. Necesitarás abandonar la mentalidad de grupo que te dice que eres incapaz de producir una manifestación. El pensamiento de grupo inhibe tus capacidades naturales para crear tu propia vida, tal y como deseas que sea.
Examina las presiones y creencias que has incorporado en ti mismo, que reflejan el pensamiento de tu familia más inmediata, de tu familia más amplia, de tu comunidad, el grupo religioso al que perteneces, el grupo étnico, el grupo educativo/empresarial, o cualquier otra multitud de unidades especializadas de personas. Determina aquellos ámbitos en los que tu vida se ve mediatizada por las disposiciones mentales predeterminadas, que hacen que tu evolución personal sea más lenta porque aquello que realmente deseas o crees no obtiene ninguna energía de tu propia singularidad.