A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
INTRODUCCIÓN
Para muchos occidentales el Kama Sutra es un libro pornográfico. Sin embargo, como escribió Alain Daniélou, uno de los más prestigiosos especialistas en culturas orientales del siglo pasado, «constituye un estudio imparcial y sistemático de uno de los aspectos esenciales de la existencia, y no tiene ningún punto en común con la pornografía. El Kama Sutra es, ante todo, una representación del arte de vivir del ciudadano civilizado y refinado que completa, en el ámbito del amor, el erotismo y los placeres de la vida, otros dos tratados paralelos que son el Artha Shastra, que versa sobre política y economía, y el Dharma Shastra, que trata de la moral, y a los que siempre hace referencia. El erotismo es, sobre todo, la búsqueda del placer, y las técnicas eróticas tienen como objetivo alcanzar el paroxismo al que las Upanishad otorgan el valor de una percepción en la línea del estado divino, que es una voluptuosidad infinita».
Este libro, escrito entre los siglos I y IV d. de C., está formado por varios tratados, que tienen por tema la vida sexual y social de los hindúes de las castas altas.
La primera versión del Kama Sutra tiene un origen mítico y se atribuye a Nadi, compañero del dios Siva. Este primer núcleo fue resumido y continuado por varios autores, entre los que destaca Vatsyayana, un literato residente en la ciudad de Pataliputra, que escribió una compilación con la forma que habitualmente se conoce.
Cuenta una leyenda que Vatsyayana, que vivió en el siglo IV , además de ser un hombre extraordinariamente culto también era muy ávido de dinero y placeres. Fue consejero del príncipe Shatavhana, el cual se comportó muy generosamente con él. Pero, acercándose ya al momento de la muerte, el príncipe supo que Vatsyayana había provocado que se acusara de fraude a las arcas públicas y de otros delitos a varios ministros, cuando él era el responsable directo.
Entonces fue condenado a una extraña pena: encerrado en una fortaleza, era «atormentado» por cinco mujeres jóvenes y deseosas, que cada mes eran sustituidas por nuevas «torturadoras».
El propósito era verle sucumbir, vencido por la exuberancia de las cortesanas. Él, por el contrario, a lo largo de cuatro años logró llevar a cabo y describir todas las experiencias eróticas posibles e imaginables.
El Kama Sutra refleja el pensamiento filosófico hindú, según el cual el alma se reencarna continuamente para alcanzar el nirvana a través de la purificación del karma (el peso de las acciones de la vida presente y de las precedentes que determina la reencarnación). La purificación se obtiene siguiendo las tres grandes metas de la vida, la última de las cuales, el kama, se refiere a todo lo que afecta a los sentidos.
Por este motivo, las cartas que presentamos no reproducen solamente posturas referidas a las relaciones sexuales, sino también una serie de símbolos referidos a las 64 artes del kama, entre las cuales figuran el juego, la danza, el canto, la recitación de poemas, objetos, flores y animales que embellecen la vida, etc., que tienen un efecto psicológico importante, y no sólo para los hindúes.
LA RELACIÓN SEXUAL COMO FORMA DE ORACIÓN
Según los textos antiguos hindúes, la mujer es muy importante. En efecto, ella es el sostén de la relación, y sólo a través de ella el hombre puede alcanzar el placer. La relación sexual normal no es suficiente: existe un ritual complejo que consiste en el «despertar» de la mujer antes de la penetración del lingam (el miembro masculino) en la yoni (el miembro femenino), para que puedan surgir, producto de la unión, las energías de renovación y creación.
Desde esta perspectiva, el placer de los sentidos se convierte en una experiencia de lo sagrado.
En la cultura occidental, no parece posible proponer la idea de la relación sexual como forma de oración, como una unión mística a través de la cual se alcanza lo Absoluto y se expansionan las cualidades físicas y psíquicas personales, tal como proponen las doctrinas tántricas, que consideran el erotismo una ciencia sagrada.
LA SEXUALIDAD: UN TEMA «CANDENTE»
LA MUJER Y EL PLACER EN OCCIDENTE
En la cultura occidental, influenciada por el cristianismo, el placer sexual a menudo se ha valorado negativamente, porque se ha relacionado con la perdición del alma. Por consiguiente, la mujer, vehículo del placer, objeto de deseo y, por tanto, instrumento de pecado, se ha considerado un ser imperfecto y tentador. La demonización de la mujer tiene su origen en el desprecio del cuerpo, el femenino, considerado una versión incompleta del masculino.
Sin embargo, esta connotación negativa del físico femenino no debe atribuirse a la cultura cristiana, sino que se remonta a los orígenes del pensamiento filosófico occidental, que considera la materia y el espíritu como entidades claramente separadas, y cree que la mortificación de la primera es indispensable para la purificación del segundo. En cambio, en la cultura hindú, y en general en las culturas orientales, el alma y el cuerpo son una entidad única e indisoluble.
Aristóteles, en el De generatione animalium, afirma que «la mujer es, y ha sido siempre, un varón mutilado, y la catatemia [la semilla femenina] es semilla, pero no en estado puro, ya que hay algo que en ella no se puede encontrar: el principio del alma». Los Padres de la Iglesia hicieron suyas estas teorías. San Jerónimo, por ejemplo, cita a Séneca: «El amor por la mujer de otro es siempre deshonesto, y también es vergonzoso amar en exceso a la propia. El sabio, cuando ama a su mujer, hace prevalecer la razón por encima de la pasión. Se opone al asalto de las pasiones y no se deja llevar por una relación pasional con su propia mujer. No hay nada más infame que amar a la propia mujer como se amaría a una adúltera...» (