Jessica Steele
Viaje de descubrimiento
Viaje de Descubrimiento (1992)
Título Original: Flight of discovery (1991)
Serie: 2º Las hermanas Carter
A Bliss aún le parecía increíble estar en Perú. Había llegado el día anterior a la capital, Lima, y su entusiasmo no decaía. Se bañó y se vistió para bajar a cenar en el hotel, y pensó que su visita al Perú era posible gracias a su querida hermana y a su cuñado.
Reflexionó, con remordimientos de conciencia, que debía llamar por teléfono a su hermana, Erith, para avisarle que estaba en Lima. Pero desechó la idea con rapidez. Hacía sólo dos meses y medio que su hermana estaba casada y, según Bliss, debía estar todavía de luna de miel. Recordó que Erith y su esposo planearon un crucero de tres meses en uno de los lujosos yates que Dom, el esposo de Erith, había diseñado y construido. Sin embargo, Bliss no se sorprendió al enterarse de que ambos habían regresado a Jahara, el hermoso lugar de Dom, del que Erith estaba enamorada también. Jahara, el hogar donde Dom tenía su hacienda, era un sitio que a ambos fascinaba, así que era natural que decidieran continuar su luna de miel allí.
Bliss pensó que hacía tan sólo cuatro meses estuvo en casa con su padre y su madrastra, recuperándose de una fuerte pulmonía. En ese entonces, Erith había ido a Perú para descubrir lo que le sucedía a Audra, su hermanastra. El viaje a Perú pareció ser necesario cuando su madrastra sólo recibió una carta, y muy preocupante además, de Audra en los seis meses que ya tenía de vivir allá.
Bliss, a quien le encantaba la arqueología, ansió ir. Sin embargo, todavía estaba enferma cuando la familia decidió que alguien fuera en busca de Audra.
– No puedes ir, linda -afirmó Erith con suavidad cuando Bliss se emocionó con la idea de pisar la tierra de los Incas.
– Pero, Erith… -suplicó Bliss con sus grandes ojos verdes.
Erith tenía los mismos ojos verdes, el cabello rojo largo y la tez pálida y suave que su hermana. Erith le habló con ternura y firmeza:
– No discutas, linda… no nos quedaríamos tranquilas si te marcharas.
Así que decidieron que Erith iría a Perú. De cualquier manera, Bliss tuvo una recaída que la envió a la cama de nuevo. Pocos días después, se enteraron por Erith de que Audra estaba bien. Y más tarde, cuando Bliss ya casi terminaba su convalecencia, Erith les llamó muy emocionada para avisarles que Audra regresaría a casa y que ella también lo haría… ¡acompañada de un hombre muy especial!
La emoción que todos sintieron se tomó en regocijo cuando, un día después que Audra, Erith llegó con el guapo peruano del que estaba enamorada, Domengo de Zarmoza. Desde el principio fue obvio que Dom y Erith sólo tenía ojos para mirarse entre sí, y Bliss supo que, de no ser por su madrastra, Erith y Dom habrían invitado a toda la familia a Perú y se habrían casado sin tardanza en el país de Dom.
Sin embargo, como su madrastra, a quien todos querían mucho, tenía miedo a los aviones y como Dom estaba impaciente por casarse con Erith, se casaron tres semanas después, en la iglesia del pueblo de Ash Barton.
– Tienes que venir a vernos a Jahara -comentó Erith al abrazar a Bliss antes de regresar a Perú.
– Te tomaré la palabra -rió Bliss… pero nunca imaginó que el viaje llegaría tan pronto. Ahora, sonrió al recordar cómo, hacía dos semanas, recibió el regalo de un boleto de avión a Cuzco, vía Lima, sin fecha límite para el regreso. Cuzco era el aeropuerto más cercano a Jahara, como le señalaban Erith y Dom en la carta, y, como Bliss había estado tan enferma, le enviaban dinero para que pasara la noche en un hotel de Lima antes de proseguir con el viaje. En la carta incluyeron el nombre y debía ser muy caro, imaginó Bliss entonces, si costaba todo ese dinero tan sólo pasar una noche allí.
Puesto que el boleto de avión no estaba fechado, Bliss podía decidir cuándo quería usarlo. Y, de hecho, en ese momento no quería otra cosa más que estar en otra parte que no fuera Ash Barton. Últimamente, no tenía suerte. Apenas había regresado a su trabajo en la biblioteca cuando, sin hacer nada para merecerlo, se resfrió. Claro, a pesar de las protestas de su padre y su madrastra, fue a trabajar. Aunque no por mucho tiempo. Estuvo a punto de desmayarse, su jefe lo notó y la envió de regreso a casa, advirtiéndole que no volviera a trabajar a menos que estuviera completamente restablecida.
Bliss estuvo bastante bien la mañana de su cumpleaños, y permitió que Ned Jones la llevara a dar una vuelta. Sin embargo, sabía que éste empezaba a mostrar un interés romántico por ella, a pesar de que Bliss sólo lo consideraba un amigo.
Esa noche las cosas se deterioraron cuando, de regreso a casa, Ned trató de besarla. En ese momento, Bliss no sintió otra cosa por Ned más que irritación y, muy enojada, se despidió de él y entró en su casa.
Esa noche, mientras hacía esfuerzos por dormir, se dio cuenta de que le sentaría muy bien irse de Ash Barton. No quería herir a Ned, quien se portó siempre bien en los momentos difíciles, pero ya no podía seguir siendo su amiga después del beso de esa noche y no quería decirle que ya no deseaba volver a verlo.
Sí, se iría de viaje. Se emocionó, pues ese mismo día había recibido el regalo de Erith y Dom. Su decisión estaba tomada: viajaría a Perú.
Claro, como pensaba que su hermana y su cuñado aún estarían de luna de miel, no tenía intenciones de entrometerse en su intimidad. Iría a visitarlos, claro, pero no de inmediato.
Bliss se pasó el resto de esa noche de insomnio haciendo planes. Primero, tuvo que considerar su empleo. Como el doctor Lawton no quería que ella volviera al trabajo todavía, Bliss tenía un permiso por enfermedad. Sin embargo, en una semana o dos sería dada de alta. Y como en la biblioteca aún no había pedido vacaciones, Bliss estaba segura de que al señor Barnham, su jefe, no le importaría que ella se tomara tres semanas de vacaciones si después volvía a trabajar completamente sana y descansada.
Luego, Bliss pensó en el dinero para financiar su aventura. Tampoco le pareció que eso fuera un problema. Su padre y Jean, su madrastra, le regalaron mucho dinero en su cumpleaños y, como hacía cuatro meses que ella estaba bastante enferma, no había gastado su salario.
Además, tenía sus ahorros. Recordó cómo ella, Erith, su padre y Jean reunieron sus recursos para poder pagar el viaje de Erith a Perú y que ésta buscara a Audra. Bliss sonrió al recordar cómo su encantador cuñado señaló que, puesto que ellos fueron muy generosos al reunir el dinero suficiente para enviarle a su adorada Erith, lo menos que él podía hacer era devolver cada centavo.
Al parecer, Dom era muy rico y se pasó horas en discusión privada con el padre de las chicas. Sin embargo, fue Erith quien le comentó a Bliss que Dom quería enviarle dinero.
– No lo necesito -protestó Bliss-. Dom ya insistió en que tomara el dinero que aporté para tu viaje a Perú… cualquier otra cosa sería tomar ventaja.
– Le dije a Dom que eso dirías -rió Erith.
Bliss no estuvo segura de cuál sería la reacción de su familia al enterarse de que se iría a Perú, mas como creía tener el dinero suficiente, se lo anunció a la mañana siguiente.
– ¿Crees que ya estás bien? -se asustó su madrastra.
– Me siento restablecida -afirmó Bliss con una sonrisa amable, harta ya de que se la tratara como a un inválida.
– Hazle saber a Erith la fecha de tu llegada -intervino el padre y Bliss buscó la forma de no decirle una mentira.
– Se la avisaré en el momento en que yo sepa a qué hora llegaré a Cuzco -le aseguró la chica… y, dos semanas más tarde, salió de Inglaterra y fue a Perú.
Y ahora, allí estaba, pensó Bliss al salir de su cuarto y bajar al restaurante del hotel: El capitán de los camareros la vio de inmediato y le sonrió al acercarse.
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