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Educando a los hijos , de Osho
Tomado de la serie de discursos de Osho titulada: From Darkness To Light, #3
El texto de este libro corresponde a un discurso completo.
La serie From Darkness To Light está disponible en formato audio original, en inglés.
Educando a los hijos está disponible también como audio libro, con la grabación original de la voz de Osho en inglés con el título: Bringing Up Children
Publicado por
OSHO MEDIA INTERNATIONAL
un sello de
OSHO INTERNATIONAL
www.osho.com/oshointernational
ISBN: 978-0-88050-443-0
Están en preparación otros títulos de esta colección “OSHO Singles” en español.
Índice
Empieza a leer
Sobre la manera correcta de ayudar al niño a crecer sin interferir con su potencial natural
Osho,
¿Cuál es el modo adecuado de ayudar al desarrollo de un niño sin interferir en su potencialidad natural?
Cualquier forma de ayudar a un niño es errónea.
La sola idea de ayudar es incorrecta. El niño necesita tu amor, no tu ayuda.
El niño necesita alimento, apoyo, pero no tu ayuda.
El potencial natural del niño es desconocido, por tanto, no hay modo de ayudarle correctamente a que alcance su potencial natural. No puedes ayudar cuando el fin es desconocido; todo lo que puedes hacer es no interferir. Y, en realidad, en el nombre de “ayudar” todo el mundo está interfiriendo con los demás; y puesto que el nombre es bello, nadie hace objeciones.
Por supuesto, el niño es tan pequeño, tan dependiente de ti, que no puede oponerse. Y la gente que lo rodea es como tú: ellos también han sido ayudados por sus padres de la forma en que lo has sido tú. Ni ellos han alcanzado su potencial natural, ni lo has alcanzado tú.
El mundo entero se lo está perdiendo a pesar de la ayuda de sus padres, de la familia, de los parientes, los vecinos, los maestros, los sacerdotes. En realidad, todo el mundo se encuentra tan sobrecargado de ayuda que bajo su peso… ¡qué decir de lograr el potencial natural! ¡Uno ni siquiera puede conseguir un potencial no natural! Uno no es capaz de moverse; el peso sobre los hombros de todo el mundo es como los Himalayas.
Y no interferir es una de las cosas más difíciles. No es la naturaleza de la mente. La mente básicamente está continuamente, persistentemente, tentada a interferir. Vive en la interferencia.
Cuánto más puedas interferir, más poderoso eres.
¿Cómo mides el poder? No es algo material, no puedes pesarlo, pero es medible. La forma de medirlo es a través de averiguar cuánto puedes interferir en la vida de las personas. Adolf Hitler es poderoso porque puede interferir en la vida de millones de personas. Tú no eres Adolf Hitler, pero aun así puedes interferir en la vida de unas pocas personas… un pequeño, una miniatura de Adolf Hitler.
Al menos el marido puede interferir en la vida de la esposa; la mujer puede interferir en la vida de su esposo. Es un juego mutuo; de este modo ambos se hacen poderosos. El marido va interfiriendo a su modo, sin ser ambos conscientes de por qué están interfiriendo. Se suponía que estaban juntos para mejorar la vida del otro, pero…
El marido llegará tarde cada día; no es que sea esencial llegar tarde, pero es una cuestión de poder, de ego: si llega a la hora a casa eso significa que se ha sometido. Sé de maridos que permanecen sentados en sus oficinas sin hacer nada, chismeando, sabiendo perfectamente que sus esposas estarán hirviendo por dentro. Podrían llegar a casa a tiempo, pero eso es lo que ellas quieren. Simplemente porque ella lo desea es imposible para el hombre, va en contra de su hombría el llegar a tiempo; llegará tarde. Y la misma escena se repite cada día.
Tampoco la mujer está preparada para dejar de preguntarle por qué se ha retrasado, sabiendo perfectamente que cualquier cosa que diga será una mentira. Ella sabe que es mentira, él sabe que ella sabe que es mentira, y se trata de una mentira, pero, es un buen comienzo para una pelea, un buen inicio, una buena excusa. Y así la esposa seguirá haciendo lo mismo…
Me senté con un marido en su coche, y él estaba tocando el claxon porque estaba preocupado; me tenía que llevar a un encuentro y debía llegar a tiempo. Y no me gusta hacer perder el tiempo a la gente; no soy un líder político. Se supone que un líder político ha de llegar tarde. De nuevo el mismo control… tienes que esperar. Y él no es un cualquiera; está tan ocupado, tan atareado, que es obligado que llegue tarde.
Conozco a líderes políticos que sencillamente se sentaban y charlaban, a los que le tuve que decir, “Tenemos que ir a tu mitin.”
Ellos decían, “Tú no lo entiendes. Un político no debe llegar a tiempo. Eso significa que no es un pez gordo, sino simple fritura.”
No soy un político. Nunca he sido ni un pez grande, ni uno pequeño. Solo soy un ser humano, nada más, ni nada menos. Estaba siendo quisquilloso sobre llegar a la hora. De modo que el marido estaba preocupado, y la mujer se asomó a la ventana y dijo, “¡Para de tocar el claxon! Te he dicho mil veces que iré en un minuto.” Miré al marido y dije, “¡Esto sí es que es algo, ‘mil veces’ e ‘iré en un minuto’! ¿De dónde saca el tiempo para decirlo mil veces en un minuto?” Pero, se trata de un juego de poder. La esposa quiere que se sepa que ella es la jefa. Puede seguir apretando el claxon, pero si la jefa no baja el coche no se mueve.
Tengo una buena conexión con las mujeres, así que con quien quiera que estuviera, pronto me hacía íntimo de sus madres, de sus esposas, hermanas. Y les preguntaba, “¿Qué pasa? Todos los días sucede igual; el pobre hombre toca y toca el claxon.” Y ellas decían, “No ocurre nada. No estamos ocupadas, pero él sigue llegando tarde a casa cada día y no presta atención a lo que le decimos. Así que cuando tenemos una oportunidad… Es un simple toma y daca.”
Todas las personas a tu alrededor han sido ayudadas, ayudadas enormemente, a ser lo que son. Te han ayudado; ahora quieres ayudar también a tus hijos.
Lo único que puedes hacer es ser amoroso, nutrirlos, ser cálido, aceptarlos. El niño trae consigo un potencial desconocido, y no hay forma de saber lo que va a ser. De modo que no puede sugerirse ningún procedimiento. “De esta forma deberías ayudar al niño.” Y cada niño es único, así que no puede haber una disciplina general para todos los niños.
Personas como la Srta. Judith están sugiriendo medidas para todos los niños, como si los niños fueran producidos en la línea de montaje de una fábrica. No hay dos niños iguales. ¿Cómo puedes sugerir, cómo puedes tener el descaro de sugerir un programa generalizado, que esto es lo que se debe hacer? Sin embargo, la Srta. Judith Martin… no sé cuántas veces se ha convertido en “señorita”, creo con certeza que una docena de veces, porque no hay marido que pueda soportarla; o se tiene que escapar o se suicida, pero algo tendrá que hacer para convertirla en señorita de nuevo. Y ahora ella ya debe ser muy mayor.
Quizás, al final, cuando se haga famosa y la autoridad más conocida en educación infantil, nadie se atreverá a casarse con ella, porque una mujer como ésta, que no tiene compasión alguna por los niños, ¿piensas que puede tener compasión con sus maridos? Los entrenará exactamente del mismo modo que los animales son entrenados en el circo. Les hará danzar a su son; y siendo ella una autoridad mundialmente famosa, ¿qué podrá hacer el pobre marido sino danzar?
Este tipo de personas han existido a lo largo de todas las épocas y en todas partes del mundo. Tiene prescripciones, recetas, disciplinas para todos, no solo para sus contemporáneos, sino también para todas las generaciones venideras, sobre que es correcto. Son tan idiotas…, aunque se les conoce como grandes santos que han dado religiones, disciplinas, moralidades, éticas, códigos de conducta: grandes dadores de leyes. Pero, de nuevo les digo, esa gente es idiota. Tan solo un idiota puede pensar de forma generalizada cuando se trata de seres humanos.
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