No hablo como hombre, no hablo como mujer. No hablo como mente. Uso la mente, pero hablo como conciencia, como testigo consciente. Y la conciencia no es ni él ni ella, la conciencia no es ni hombre ni mujer. Tu cuerpo tiene esa división, y también tu mente, porque tu mente es la parte interna de tu cuerpo, y tu cuerpo es la parte externa de tu mente. Tu cuerpo y tu mente no están separados; son una entidad. De hecho, no es correcto hablar de cuerpo y mente; no se debería usar «y». Eres cuerpomente, sin siquiera un guión entre los dos.
Por eso, al hablar del cuerpo, de la mente: «masculino», «femenino», estas palabras son relevantes, significativas. Pero hay algo más allá de ambos; hay algo trascendental. Ese es tu centro real, tu ser. Ese ser consiste sólo de conciencia, es un testigo, alerta. Es pura conciencia.
No estoy hablando aquí como hombre; si no, es imposible hablar de la mujer. Estoy hablando como conciencia. He vivido muchas veces en un cuerpo femenino y he vivido muchas veces en un cuerpo masculino, lo he presenciado todo. He visto todas las casas, he visto todas las vestimentas. Lo que te digo es la conclusión de muchas, muchas vidas; no sólo tiene que ver con esta vida. Esta vida es sólo la culminación de un largo peregrinaje.
Así que no me escuches como hombre o como mujer; si no, no me estarás escuchando. Escúchame como conciencia.
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Mujer
Me da la sensación de que eres en verdad el primer hombre de este planeta que realmente comprende a las mujeres y las acepta.
Por favor, comenta.
Os he dicho que a la mujer hay que amarla, no comprenderla. Eso es lo primero que hay que comprender. La vida es tan misteriosa que nuestras manos no pueden alcanzar sus cimas, nuestros ojos no pueden observar su misterio más profundo. Comprender cualquier expresión de la existencia —los hombres o las mujeres o los árboles o los animales o los pájaros— es la función de la ciencia, no la de un místico. Yo no soy un científico. Para mí, la ciencia misma es un misterio, y ahora los científicos han empezado a darse cuenta de ello. Están abandonando su vieja actitud obstinada y supersticiosa de que un día sabrán todo lo que se puede saber.
Con Albert Einstein, la historia entera de la ciencia ha tomado una ruta muy diferente, porque cuanto más penetró en el núcleo de la materia, más perplejo se fue quedando. Toda la lógica quedó atrás, toda la racionalidad quedó atrás. No puedes dar órdenes a la existencia, porque no sigue tu lógica. La lógica es un producto humano. Llegó un punto en la vida de Albert Einstein en que recuerda que estaba dudando si debía insistir en ser racional... pero eso sería estúpido. Sería humano, pero no inteligente. Incluso si insistes en la lógica, en la racionalidad, la existencia no va a cambiar de acuerdo con tu lógica; tu lógica tiene que cambiar de acuerdo con la existencia. Y cuanto más profundizas, la existencia se vuelve más y más misteriosa. Y llega un punto en que tienes que abandonar la lógica y la racionalidad y simplemente escuchar a la naturaleza. Yo lo llamo el entendimiento supremo, pero no en el sentido corriente de entendimiento. Lo sabes, lo sientes, pero no hay manera de decirlo.
El hombre es un misterio, la mujer es un misterio, todo lo que existe es un misterio, y todos nuestros esfuerzos para comprenderlo van a fracasar.
Recuerdo a un hombre que estaba comprando un regalo para su hijo en una tienda de juguetes por Navidad. Era un conocido matemático, así que, naturalmente, el dependiente le trajo un rompecabezas. El matemático trató de resolverlo... era un bello rompecabezas. Lo intentó y lo intentó y lo intentó, y empezó a sudar. La situación se estaba volviendo incómoda. Los clientes y los vendedores y el dependiente estaban mirando, y él no lograba resolver el rompecabezas. Finalmente, abandonó la idea y gritó al dependiente: «Soy matemático, y si ni siquiera yo puedo resolver el rompecabezas, ¿cómo cree que va a poder mi hijo pequeño?».
El dependiente dijo: «Usted no comprende. Está hecho de tal manera que nadie puede resolverlo, matemático o no matemático».
El matemático dijo: «Pero, ¿por qué lo han hecho así?».
El dependiente dijo: «Está hecho de esa forma para que el muchacho empiece a comprender desde el principio que la vida no se puede resolver, no se puede comprender».
Puedes vivirla, puedes regocijarte en ella, puedes hacerte uno con el misterio, pero la idea de comprender como observador no es posible en absoluto.
Yo mismo no comprendo. El mayor misterio para mí soy yo mismo. Pero te puedo dar unas cuantas pistas:
Un psiquiatra es un tipo que te hace muchas preguntas muy caras que tu esposa te hace gratis.
La clave de la felicidad: puedes hablar de amor y de ternura y de pasión, pero el verdadero éxtasis es descubrir que no has perdido las llaves después de todo.
Las mujeres comienzan resistiéndose a las tentativas del hombre y acaban bloqueando su retirada.
Si quieres que una mujer cambie de idea, muéstrate de acuerdo con ella.
Si quieres saber lo que realmente piensa una mujer, mírala; no la escuches.
La señora se acercó al policía y le dijo: «Oiga, ese hombre de la esquina me está molestando».
«He estado observando todo el tiempo —dijo el poli— y ese hombre ni siquiera la ha mirado.»
«Y, bueno —dijo la mujer—, ¿no es eso molesto?»
Un joven romántico se volvió a la bella joven que había en su cama y le preguntó: «¿Soy el primer hombre con el que has hecho el amor?».
Ella pensó un momento y luego dijo: «Es posible, tengo una memoria horrible para las caras».
Todo es misterioso: es mejor disfrutarlo en vez de tratar de comprenderlo. Al final, el hombre que sigue tratando de comprender la vida resulta ser un tonto, y el hombre que disfruta la vida se vuelve sabio y sigue disfrutando la vida, porque se hace más y más consciente del misterio que nos rodea.
El mayor entendimiento es saber que no se puede comprender nada, que todo es misterioso y milagroso. Para mí, ese es el inicio de la religión en tu vida.
Por favor, ¿podrías explicar cuáles son las verdaderas diferencias entre los hombres y las mujeres?
La mayoría de las diferencias entre los hombres y las mujeres se deben a miles de años de condicionamiento. No son fundamentales por naturaleza, pero hay unas pocas diferencias que les dan una belleza única, individualidad. Esas diferencias se pueden contar muy fácilmente.
Una de ellas es que la mujer es capaz de producir vida; el hombre no lo es. En ese aspecto, él es inferior, y esa inferioridad ha jugado un gran papel en el dominio de las mujeres por el hombre. El complejo de inferioridad funciona de esta manera: pretende ser superior para engañarse a sí mismo y para engañar al mundo entero. Por eso, a lo largo de los siglos el hombre ha estado destruyendo la genialidad, el talento, las capacidades de la mujer, para, de esta forma, poder probar que él es superior, ante sí mismo y ante el mundo.
A causa de que la mujer da a luz, durante nueve meses o más permanece absolutamente vulnerable, dependiente del hombre. Los hombres han explotado esto de una forma muy fea. Y esa es una diferencia fisiológica; da exactamente igual.
La psicología de la mujer ha sido corrompida por el hombre diciéndole cosas que no son ciertas, convirtiéndola en una esclava del hombre, reduciéndola a la categoría de ciudadano secundario del mundo. Y la razón de ello es que él es más poderoso muscularmente. Pero el poder muscular es parte de la animalidad. Si es eso lo que va a decidir la superioridad, entonces cualquier animal es más musculoso que un hombre.