AGRADECIMIENTOS
Por toda la ayuda recibida durante su carrera y por la asistencia con este libro, a Charly le gustaría dar las gracias a:
- Camilla y Emil
- Mi madre y su pobre Ford Fiesta burdeos con motor de un litro
- Aldo Sassi
- El personal de Mapei Sport
- La familia Zanini
- Mike y Pat Taylor
- Ken Matheson
- John Herety
- Tim Buckle y George Ellis
- Todos los mecánicos y auxiliares que me han seguido alguna vez
- Jonathan Vaughters y Slipstream Sports
- David Luxton
- Los putos abogados
Por ayudarle a escribir este libro, Tom quiere dar las gracias a:
- Georgie
- Mi viejo
- Mamá
- Basia Lewandowska Cummings (editora)
- Toda la gente del ciclismo que ha aportado sus memorias, recuerdos y conversaciones para ayudar a poner este libro en marcha
- Toda la gente del mundo editorial que me ha animado desde el principio
- Kilgore Trout
- Jane Wegelius
- Camilla
- Y por encima de todo, Charly: gracias por tu confianza y paciencia…
- Y ya que estamos, perdón por romperte el fregadero y estrellar tu coche…
CHARLY WEGELIUS fue uno de los más distinguidos y respetados ciclistas británicos. Nacido en Finlandia pero criado en York, formó parte de algunos de los mejores equipos ciclistas de su época, como Mapei, el equipo más exitoso de todos los tiempos. Durante sus once temporadas como profesional disputó catorce grandes vueltas, entre ellas tres Tours de Francia. Wegelius es actualmente director deportivo del equipo Cannondale Pro Cycling Team.
TOM SOUTHAM, coautor del libro, es un exciclista profesional. Corrió con Charly Wegelius durante tres años en Italia y fueron compañeros dos veces en el Campeonato Mundial de Ciclismo en Ruta. Actualmente ejerce de escritor y colabora con las más prestigiosas publicaciones ciclistas.
Dulce bellum inexpertis
(La guerra es dulce para aquellos que no combaten)
GERARD DIDIER ERASMUS
Los necesitaba y ellos me necesitaban. Corriendo para el equipo británico sub- 23 en el Campeonato del Mundo de 1998 en Valkenburg (derecha) y en el PruTur de Gran Bretaña (abajo), a los veinte y veintiún años, respectivamente.
Corriendo para Gran Bretaña en los JJ. OO. de Atenas del 2004 debería haber sido un hito en mi carrera. En cambio, sentí que no era más que un viajecito en calidad de turista. © Offside/L’Equipe
Stefano Zazini, más conocido como «Zaza», fue como un hermano mayor durante mi tiempo en Italia. Siempre supo cuándo necesitaba un consejo, una invitación a cenar o, en una ocasión, un tirón de orejas para obligarme a entrar en razón.
En Liquigas por fin me sentí en casa. Allí, me vi corriendo junto a ciclistas que me respetaban, como Dario Cioni, que supo sacar lo mejor de mí mismo.
Disfruté de los mejores años de mi carrera en el Liquigas, pero, a pesar de quedarme a las puertas de la victoria en varias ocasiones, nunca tuve ninguna ambición personal excepto la de dar lo mejor de mí para el equipo. © Offside/L’Equipe
La gran salida del Tour 2007 en Londres. Mis compañeros de equipo flipaban con la comida del hotel y me decían, «¿la Reina también tiene que desayunar estas judías con salsa de tomate?». © Offside/L’Equipe
Trabajando para Danilo Di Luca en el Giro 2005. Un auténtico gregario tiene un valor incalculable cuando es el único que queda rodando al frente para otro y no tiene ambición de ganar él mismo.
Salida de la contrarreloj pasada por agua del Tour 2007 (13.ª etapa). Fue dura, pero estaba a punto de experimentar otro de los peligros de correr en el Tour de Francia: pernoctar en los peores hoteles que el hombre ha conocido. © Bongarts/Getty Images
Liquigas me permitió hacer gala de todo mi talento: sabían exactamente cómo y cuándo contar conmigo como corredor. Dejar el equipo en el 2008 acabó siendo un error que habría de pagar caro.
En el Tour de Francia del 2009. Por fuera, me había convertido en el corredor que siempre quise ser, pero mi coraza de ciclista profesional escondía una confusión interna que hacía que me cuestionara a mí mismo y a mi profesión. © Getty Images
Mapei era un equipo avanzado a su tiempo. Su manera de ver el ciclismo no tenía parangón, pero más que otra cosa, querían lo mejor para el deporte.
Carretera abajo en el Tour 2009. Una vez Cadel perdió toda esperanza de conseguir algo, el equipo que se había montado para apoyarlo se hundió como un barco a la deriva. © Offside/L’Equipe
La intensidad de Cadel Evans en la primera semana del Tour del 2009 me dejó exhausto e incapaz de afrontar las etapas de montaña donde supuestamente debía ayudarlo.