• Quejarse

Larry Niven - Mundo anillo

Aquí puedes leer online Larry Niven - Mundo anillo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Ciudad: Barcelona, Año: 1976, Editor: Martínez Roca, Género: Ciencia ficción. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

No cover
  • Libro:
    Mundo anillo
  • Autor:
  • Editor:
    Martínez Roca
  • Genre:
  • Año:
    1976
  • Ciudad:
    Barcelona
  • ISBN:
    84-270-0381-1
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Mundo anillo: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Mundo anillo" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

El descubrimiento de un mundo hueco que orbita alrededor de una lejana estrella desencadena una tremenda lucha entre la humanidad y otras dos razas en plena expansión imperialista: los titerotes, cobardes e intrigantes, y los kzinti, guerreros feroces. Hasta la misma Tierra se ve amenazada, y sólo el desparpajo y la suerte increíble de la protagonista femenina, que es el centro de la acción, permiten conducir la lucha… a un inesperado desenlace. El lector siempre puede contar con Larry Niven para refrescarse con un relato de ciencia-ficción heroica al estilo clásico, franqueando distancias inconcebibles, desafiando leyes físicas y gozando con las especulaciones de una imaginación desbordada.

Larry Niven: otros libros del autor


¿Quién escribió Mundo anillo? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Mundo anillo — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Mundo anillo " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Larry Niven

Mundo anillo

1. Luis Wu

Luis Wu volvió a la realidad en el centro del Beirut nocturno, en el interior de una de las varias cabinas teletransportadoras de uso general.

La larga coleta, blanca y reluciente, parecía de nieve artificial. La piel y el cráneo depilado tenían un tinte amarillo cromo; el iris de sus ojos era dorado y lucía una túnica azul cobalto sobre la cual destacaba la dorada figura de un dragón estereoscópico. Cuando apareció, su rostro exhibía una amplia sonrisa con una hilera de perfectos dientes nacarados, absolutamente normalizados. Su persona se materializó sonriente y agitando una mano. Pero la sonrisa estaba ya en fase de disolución; un segundo más tarde había desaparecido, y su rostro comenzaba a descomponerse como una máscara de goma bajo el efecto del calor. En ese momento, Luis Wu aparentaba los años que tenía.

Permaneció inmóvil unos instantes junto a su cabina contemplando el paso de la ciudad de Beirut: la gente que iba apareciendo en las cabinas contiguas, procedente de lugares desconocidos; la multitud que cruzaba el lugar a pie, pues las aceras móviles se desconectaban durante la noche. Entonces comenzaron a tocar las once. Luis Wu enderezó los hombros y salió al encuentro del mundo.

En Resht, su fiesta debía de continuar en pleno apogeo y ya sería la mañana siguiente a su cumpleaños. En Beirut tenían una hora menos. Luis pagó varias rondas de raki en un reposado restaurante al aire libre y aplaudió las canciones que el público coreaba en árabe y en intermundo. Antes de medianoche salía rumbo a Budapest.

¿Habrían advertido que había dejado su propia fiesta? Sin duda supondrían que había salido con alguna mujer y estaría de regreso en un par de horas. Pero Luis se había ido solo, huyendo de las campanadas de medianoche, con el nuevo día pisándole los talones. Veinticuatro horas eran muy pocas tratándose de la celebración de su bicentésimo cumpleaños.

Ya se las arreglarían sin él. Sus amigos eran gente de mundo. Luis se mostraba inflexible en ese aspecto. En Budapest encontró vino y danzas atléticas, nativos que le toleraron tomándole por un turista adinerado y turistas que le creyeron un nativo acomodado. Bailó las danzas y bebió el vino, y emprendió la marcha al filo de medianoche.

En Munich decidió dar un paseo.

El aire era cálido y puro; le ayudaría a despejarse un poco. Estuvo caminando sobre las iluminadas aceras móviles, sumando su andar a los quince kilómetros por hora de las aceras. De pronto, cayó en la cuenta de que todas las ciudades del mundo tenían aceras móviles, y todas se desplazaban a quince kilómetros por hora.

La idea le pareció intolerable. Nada nuevo; sólo intolerable. Luis Wu rememoró la total similitud existente entre Beirut Y Munich o Resht… o San Francisco o Topeka o Londres o Amsterdam. Las tiendas que flanqueaban las aceras móviles vendían productos idénticos en todas las ciudades del mundo. Los ciudadanos que había encontrado esa noche tenían todos igual aspecto, vestían del mismo modo. No eran americanos, ni alemanes, ni egipcios, sino, simplemente, terrícolas.

En sólo tres siglos y medio, las cabinas teletransportadoras habían logrado trocar la infinita variedad de la Tierra en esto. Su red de transporte instantáneo abarcaba el mundo entero. Entre Moscú y Sidney mediaba sólo un infinitésimo de tiempo y una moneda de un décimo de estrella. Ineluctablemente, las ciudades se habían ido desdibujando con los siglos y sus nombres eran ya meras reliquias del pasado.

San Francisco y San Diego constituían el extremo norte y sur de una vasta ciudad costera. Pero ¿cuántas personas sabían cuál era el extremo norte y cuál el sur? Muy pocas, a esas alturas.

Eran pensamientos más bien pesimistas para un hombre que ese día cumplía los doscientos años de vida.

Pero la fusión de las ciudades era un hecho real. Luis había sido testigo del proceso. Había visto fundirse todas las irracionalidades de lugar, tiempo y costumbres en una gran racionalidad: una Ciudad que cubría el mundo entero, cual monótona pasta gris. ¿Quién hablaba aún deutsch, english, francais, español? Todos se comunicaban en intermundo. Los tatuajes de moda cambiaban todos al unísono, en una monstruosa oleada que abarcaba el mundo entero.

¿Sería hora de tomarse otro año sabático? Lanzarse a lo desconocido, él solo en su nave individual, con la piel y los ojos y el cabello de su color natural, y una barba que iba creciendo desordenadamente sobre su rostro…

— Bobadas — se dijo Luis —. Acabo de tomarme un sabático.

De eso hacía veinte años.

Pero ya pronto darían las doce. Luis Wu buscó una cabina teletransportadora, introdujo su tarjeta de crédito en la ranura y marcó el código de Sevilla.

Reapareció en una habitación bañada por la luz del sol.

— Nej, ¿qué significa esto? — se preguntó, frotándose los ojos.

La cabina debía estar averiada. En Sevilla ya no tendría que ser de día. Luis Wu se disponía a marcar otra vez; sin embargo, al volverse, se encontró con una sorpresa.

Estaba en una habitación de hotel completamente anónima, y en tan prosaico marco, su ocupante resultaba aún más desconcertante.

En efecto, ante sí, en medio de la habitación tenía un ser desprovisto de todo rasgo humano o humanoide. Se apoyaba sobre tres patas y contemplaba a Luis Wu desde dos direcciones distintas, gracias a sus dos cabezas planas montadas sobre sendos cuellos, flexibles y muy delgados. La mayor parte de tan sorprendente figura estaba cubierta de piel blanca y suave corno un guante; sin embargo, entre los dos cuellos de la bestia crecía una gruesa crin de basto pelo castaño, que le cubría todo el espinazo hasta la complicada articulación de la pata trasera. Tenía las dos patas delanteras muy separadas, de modo que los pequeños cascos con garras de la bestia formaban un triángulo casi equilátero.

Luis supuso que debía tratarse de un animal extraterrestre. Esas cabezas planas no podían albergar un cerebro. Pero luego advirtió una jiba entre las bases de los cuellos, donde la crin se convertía en un grueso estropajo protector… y comenzó a recordar vagamente un incidente acaecido treinta y seis lustros atrás.

Era un titerote, un titerote de Pierson. El cerebro y el cráneo se ocultaban bajo la joroba. No era un animal; estaba dotado de una inteligencia al menos comparable a la del hombre. Y sus ojos, uno por cabeza y muy hundidos en las órbitas óseas, miraban fijamente a Luis Wu desde dos direcciones distintas.

Luis intentó abrir la puerta. Cerrada.

Había quedado encerrado fuera, no dentro. Podía marcar un número y esfumarse. Pero ni siquiera lo pensó. No era corriente encontrar un titerote de Pierson. La especie había desaparecido del espacio conocido antes de que Luis Wu viniera al mundo.

— ¿Puedo servirte en algo? — dijo Luis.

— Puedes — dijo el extraño ser…

…con una voz que le hizo rememorar sus sueños de adolescente. De querer imaginar una mujer en consonancia con esa voz, Luis habría tenido que evocar a Cleopatra, Helena de Troya, Marilyn Monroe y Lorelei Huntz, todas en una.

— ¡Nej!

La palabrota le pareció más adecuada que nunca. ¡No es justo! ¡Que semejante voz perteneciera a un extraño ser de dos cabezas y sexo indeterminado!

— No te asustes — dijo el extraterrestre —. En caso de emergencia, siempre puedes huir.

— En el colegio había dibujos de seres como tú. Hace tiempo que desaparecisteis… o eso creíamos.

— Cuando mi especie huyó del espacio conocido, yo no les acompañé — replicó el titerote — Me quedé en el espacio conocido, pues aquí podía ser útil a mi especie.

— ¿Dónde te has ocultado? ¿Y en qué lugar de la Tierra estamos ahora?

— Eso no es de tu incumbencia. ¿Eres Luis Wu MMGREWPLH?

— ¿Lo sabías ya? ¿Me buscabas concretamente a mí?

— Si. Hemos hallado la manera de manipular la red de cabinas teletransportadoras de este mundo.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Mundo anillo»

Mira libros similares a Mundo anillo. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Mundo anillo»

Discusión, reseñas del libro Mundo anillo y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.