Nota sobre la historia y las fuentes
Cuando los científicos hablamos de historia, hay que estar alerta. No se trata de la historia que un historiador profesional, académico, escribiría. Se podría llamarla «historia de pega». El físico Richard Feynman la llamó mito-historia convencionalizada. ¿Por qué? Los científicos (ciertamente este científico) usan la historia como si fuera parte de la pedagogía. «Mira, esta es una secuencia de acontecimientos científicos. Primero fue Galileo, luego Newton y esa manzana…» Claro está, no fue así. Hubo muchos otros que ayudaron o estorbaron. La evolución de un concepto científico nuevo puede ser enormemente complicada, y lo era aun en los días en que no había faxes. Una pluma puede hacer muchísimo daño.
En los tiempos de Newton había una densa literatura de artículos publicados, libros, correspondencias, conferencias. Había ya batallas por la prioridad (quién merece el reconocimiento de haber sido el primero en hacer un descubrimiento) mucho antes de Newton. Los historiadores ordenan todo esto y crean una vasta y rica literatura sobre hombres y conceptos. Pero desde el punto de vista narrativo, la mito-historia tiene la gran virtud de filtrar el ruido de la vida real.
En cuanto a las fuentes, cuando se suma el conocimiento obtenido a lo largo de cincuenta años de trabajo en la física, es difícil precisar la de cada hecho, cita o información. Puede, incluso, que no haya fuente de algunas de las mejores anécdotas científicas, pero han llegado a ser hasta tal punto parte de la conciencia colectiva de los científicos que son «verdad», hayan ocurrido o no. Con todo, hemos abierto algunos libros, y en beneficio del lector, damos aquí algunos de los mejores. No es en absoluto una lista completa, ni pretendemos que las publicaciones que siguen a continuación sean las fuentes originales o las mejores para la información citada. Los listo sin un orden concreto, como no sea el capricho de un experimentador…
He sacado provecho de varias biografías de Newton, en especial de la versión de John Maynard Keynes y Never at Rest de Richard Westfall (Cambridge University Press, Cambridge, 1981). Inward Bound: Of Matter and Forces in the Physical World, de Abraham Pais (Oxford University Press, Nueva York, 1986) fue una fuente valiosísima, lo mismo que la clásica A History of Science, de sir William Dampier (Cambridge University Press, Cambridge. 1948). Las biografías recientes Schrödinger: Life and Thought, de Walter Moore (Cambridge University Press, Cambridge, 1989), y Uncertainty: The Life and Science of Werner Heisenberg, de David Cassidy (W. H. Freeman, Nueva York, 1991), fueron también de mucha ayuda, como The Life and Times of Tycho Brahe, de John Allyne Gade (Princeton University Press, Princeton, 1947), Galileo at Work: His Scientific Biography, de Stillman Drake (Chicago University Press, Chicago, 1978), Galileo Heretic, de Pietro Redondi (Princeton University Press, Princeton, 1987) y Enrico Fermi, Physicist, de Emilio Segré (University of Chicago Press, Chicago, 1970). Estamos en deuda con Heinz Pagels por dos libros: The Cosmic Code (Simon & Schuster, Nueva York, 1982) y Perfect Symmetry (Simon & Schuster, Nueva York, 1985), y con Paul Davies por Superforce (Simon & Schuster, Nueva York, 1984).
Algunos libros que no han sido escritos por científicos nos han proporcionado anécdotas, citas y otras informaciones valiosas, sobre todo Scientific Temperaments, de Philip J. Hilts (Simon & Schuster, Nueva York, 1982), y The Second Creation: Makers of the Revolution in Twentieth-Century Physics, de Robert P. Crease y Charles C. Mann (Macmillan, Nueva York, 1986).
El orden de cosas del Principio Mismo es, como se ha mencionado en el texto, más filosofía que física. El teórico-cosmólogo de la Universidad de Chicago Michael Tumer dice que es una conjetura razonable. Charles C. Mann aportó algunos buenos detalles sobre el notable número 137 en su artículo de la revista Omni titulado, cosa rara, «137». Consultamos una serie de fuentes sobre las creencias de Demócrito, Leucipo, Empédocles y los demás filósofos presocráticos: A History of Western Philosophy, de Bertrand Russell (Touchstone, Nueva York, 1972) (hay traducción castellana: Historia de la filosofía occidental, Aguilar, Madrid, 1973); The Greek Philosophers: From Thales to Aristotle, de W. K. C. Guthrie (Harper & Brothers, Nueva York, 1960), y A History of Greek Philosophy, de Guthrie también (Cambridge University Press, Cambridge, 1978) (hay traducción castellana: Historia de la filosofía griega, Gredos, Madrid, 1991); A History of Philosophy: Greece & Rome, de Frederick Copleston (Doubleday, Nueva York, 1960) (hay traducción castellana: Historia de la Filosofía, Ariel, Barcelona, 1993); y The Portable Greek Reader, a cargo de W. H. Auden (Viking Press, 1948).
Contrastamos muchas fechas y detalles con The Dictionary of Scientific Biography, a cargo de Charles C. Gillespie (Scribner's, Nueva York, 1981), una serie de varios volúmenes que le pueden costar a uno pasar muchas horas gozosas en la biblioteca.
Entre las fuentes misceláneas están Johann Kepler (Williams & Wilkins, Baltimore, 1931), que es una serie de artículos, y Chemical Atomism in the Nineteenth Century, de Alan J. Rocke (Ohio State University Press, Columbus, 1984). La sombría cita de Bertrand Russell que se reproduce en el capítulo 9 procede de A Free Man's Worship (1923) (hay traducción castellana: Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1973).
Dramatis personae
Átomos o
á-tomo Partícula teórica inventada por Demócrito. El
á-tomo, invisible e indivisible, es la menor unidad de la materia. No hay que confundirlo con el llamado átomo químico, que sólo es la menor unidad de cada elemento (hidrógeno, carbono, oxígeno, etc.). Quark Otro
á-tomo. Hay seis quarks, cinco descubiertos ya y uno tras el que aún se andaba en 1993 [su descubrimiento se anunció en 1995]. Cada quark puede tener uno de tres colores. Sólo dos de los seis, el
up y el
down, existen hoy de forma natural en el universo. Electrón El primer
á-tomo que se descubrió, en 1898. Como todos los
á-tomos modernos, se cree que tiene la curiosa propiedad de un «radio cero». Pertenece a la familia leptónica de
á-tomos. Neutrino Otro
á-tomo de la familia leptónica. Hay tres tipos diferentes. Los neutrinos no se usan para construir la materia, pero son esenciales en ciertas reacciones. En el concurso minimalista, ganan: carga cero, radio cero y muy posiblemente masa cero. Muón y
tau Estos leptones son primos del electrón, sólo que mucho más pesados. Fotón, gravitón, la familia W+, W− y Z° y los gluones Son partículas, pero no de la materia, como los quarks y los leptones. Transmiten, respectivamente, las fuerzas electromagnética, gravitatoria, débil y fuerte. El gravitón es la única que no se ha detectado todavía. El vacío La nada. También lo inventó Demócrito. Un lugar por el que los átomos pueden moverse. Los teóricos de hoy lo han ensuciado con un popurrí de partículas virtuales y otros residuos. Denominaciones modernas: vacío y, de vez en cuando, éter. El éter Lo inventó Isaac Newton, lo volvió a inventar James Clerk Maxwell. Es la sustancia que llena el espacio vacío del universo. Desacreditado y arrumbado por Einstein, hay está efectuando un retorno nixoniano. En realidad es el vacío, pero cargado de partículas teóricas, fantasmales. Acelerador Dispositivo que incrementa la energía de las partículas. Como
E = mc², un acelerador hace que sean más pesadas. Experimentador Físico que hace experimentos… Teórico Físico que no hace experimentos.