Bertrand Russell - Los caminos de la libertad: el socialismo, el anarquismo y el sindicalismo
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- Libro:Los caminos de la libertad: el socialismo, el anarquismo y el sindicalismo
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Los caminos de la libertad: el socialismo, el anarquismo y el sindicalismo: resumen, descripción y anotación
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MARX Y LA DOCTRINA SOCIALISTA
El socialismo, como todo lo que es vital, es más una tendencia que una doctrina estricta y definible. Una definición del socialismo o incluye, seguramente, unas opiniones consideradas por muchos como no socialistas, o excluye otras que tienen derecho a ser incluidas. Creo que nos aproximaremos más a la esencia del socialismo definiéndolo como el derecho a la propiedad comunal de la tierra y del capital. La propiedad de lo común puede significar propiedad sólo para un Estado democrático. Puede comprenderse también, en el concepto de los comunistas libertarios, como propiedad en común por la libre sociedad de hombres y mujeres sin la intervención de los poderes gubernamentales que son necesarios para constituir un Estado. Algunos socialistas esperan que la propiedad comunal vendrá de repente y traída absolutamente por una revolución catastrófica, mientras que los sindicalistas piensan que vendrá gradualmente primero en una industria, luego en otra. Algunos insisten en que es necesario que el pueblo adquiera en su totalidad la tierra y el capital; mientras que otros se contentarían con ir viendo desmoronarse lentamente la propiedad privada a condición de que ésta no quedase dividida en grandes partes.
Lo que todas las formas de socialismo tienen de común es la democracia y la abolición virtual o completa del sistema capitalista actual. La diferencia que existe entre socialistas, anarquistas y sindicalistas depende, en gran parte, del grado de democracia a que aspiran.
Los socialistas ortodoxos se contentan con una democracia parlamentaria dentro de la esfera gubernamental, afirmando que los males visibles de la constitución actual desaparecerán con la abolición del capitalismo. El anarquismo y el sindicalismo se oponen a toda la maquinaria parlamentaria y aspiran a un método distinto para solucionar las cuestiones políticas de la comunidad. Pero todos son demócratas en el sentido de que ellos pretenden suprimir todo género de privilegio y de desigualdad artificial: todos son, por igual, defensores del jornalero en la sociedad de hoy.
Los tres (el socialismo, el sindicalismo y el anarquismo) tienen también mucho de común en la parte económica de sus doctrinas. Los tres consideran el capital y el sistema de salarios como medios para explotar al trabajador en interés de las clases de propietarios y pretenden que la propiedad en común, en una u otra forma, es el único medio que podrá dar la libertad a los productores. Mas, dentro del cuadro general de esta doctrina hay muchas divergencias, y aun entre los que se llaman estrictamente socialistas hay una gran variedad de escuelas. Se puede decir que el socialismo empieza a ser una fuerza en Europa con Marx. Es verdad que antes de él hubo unas teorías socialistas, tanto en Inglaterra como en Francia. Así es también verdad que, en Francia, durante la revolución de 1848, el socialismo alcanzó durante un breve período una influencia importante en el Estado. Pero los socialistas que existieron antes de Marx tenían la tendencia de entregarse a ensueños utópicos y no pretendían fundar un partido político fuerte o estable.
Se debe a Marx, en colaboración con Engels, el haber sistematizado en un cuerpo coherente la doctrina socialista, en forma bastante plausible y clara para conquistar el espíritu de grandes multitudes, y también la formación del movimiento socialista internacional, que ha seguido creciendo en todos los países de Europa durante los últimos cincuenta años. Para comprender la doctrina de Marx es preciso saber algo de las influencias que le formaron.
Nació en 1818, en Tréveris (Renania); su padre era funcionario, un judío que había aceptado nominalmente el catolicismo. Marx estudió jurisprudencia, filosofía, economía política e historia en varias Universidades alemanas. Estudiando filosofía se empapó de las doctrinas de Hegel, que estaba por aquel entonces en el cenit de su gloria, y algunas de estas doctrinas dominaron en su pensamiento durante toda su vida. Como Hegel, Marx vio en la historia el desarrollo de una idea. Concebía los cambios en el mundo como formando una evolución lógica, que consiste en que se pase de una etapa a otra por revolución, siendo la nueva etapa antítesis de la anterior. Concepto que dio a sus opiniones una cierta abstracción y una mayor fe en la revolución que en la evolución.
Marx olvidó, pasada su juventud, las doctrinas más definidas de Hegel. Era conocido como un estudiante sobresaliente y podría haber tenido una próspera carrera como profesor o funcionario; mas su interés por la política y sus opiniones radicales le condujeron por sendas más arduas.
Por el año 1842 se hizo redactor de un periódico que el Gobierno prusiano suprimió al comienzo del año siguiente a causa de sus opiniones avanzadas. Esto hizo que Marx se marchase a París, en donde bien pronto fue conocido como socialista, y aprovechó su estancia para adquirir conocimientos sobre los precursores franceses del socialismo.
En Londres, en el año 1844, empezó su amistad con Engels, que duró toda su vida; éste, hasta aquel entonces, seguía haciendo negocios en Manchester, en donde Marx conoció el socialismo inglés, del que adoptó, en general, sus doctrinas.
En 1845, Marx, expulsado de París, se marchó a Bruselas para vivir con Engels. Allí formó una Asociación de Trabajadores Alemanes y editó un periódico, que les servía de órgano. Por sus actividades en Bruselas llegó a ser conocido por la Liga Comunista Alemana de París, la que a fines de 1847 invitó a Engels y a él a redactar un manifiesto para la misma, que apareció en enero de 1848. Fue el célebre Manifiesto comunista, en el que está expuesto por primera vez el sistema de Marx. Apareció en un momento feliz. Al mes siguiente, febrero, estalló la revolución en París, y en marzo se extendió hasta Alemania. Teniendo miedo de la revolución, el Gobierno de Bruselas expulsó a Marx de Bélgica; pero la revolución alemana le permitió volver a su país, en donde editó un periódico que le colocaba en lucha frente a las autoridades, lucha que se iba enconando a medida que la reacción tomaba más fuerza. En junio de 1849 fue suspendido su periódico y Marx fue expulsado de Prusia. Vuelve a París, pero es inmediatamente expulsado de allí. Entonces se instala en Inglaterra (en aquel período, un asilo para los amigos de la libertad), en donde vivió hasta su muerte, en el año 1883, a excepción de unos breves intervalos dedicados a la agitación.
La mayor parte del tiempo que pasó en Inglaterra lo dedicó a componer su gran libro ElCapital.
Su otra obra, más importante, en sus últimos años fue la organización y propaganda de la Asociación Internacional de Trabajadores. Desde 1849 en adelante, la mayor parte de su tiempo se lo pasaba en el Museo Británico, recogiendo, con una paciencia alemana, los materiales para su formidable denuncia contra la sociedad capitalista; sin embargo, continuaba dirigiendo el movimiento internacional socialista. Tenía en varios países hijos políticos (así como Napoleón entronizaba a sus hermanos), que eran caudillos del movimiento, y en las luchas internas prevalecía triunfante, generalmente, su voluntad y consejo.
Las más esenciales doctrinas de Marx pueden ser reducidas a tres: primera, lo que se llama interpretación materialista de la historia; segunda, la ley de la concentración del capital; tercera, la lucha de clases.
1.oLa interpretación materialista de la historia. Marx afirma que, en general, los fenómenos de la sociedad humana tienen su origen en las condiciones materiales, y éstas cree él que están incorporadas a los sistemas económicos. Las constituciones políticas, las leyes, las religiones, las filosofías todas, son para él, en sus líneas generales, expresiones del régimen económico de la sociedad en que se producen. Sería injusto decir que afirma que el motivo económico consciente es el único que tiene importancia; dice, más bien, que las condiciones económicas forman el carácter y la opinión, y son de esta manera la fuente principal de muchos hechos que parecen no tener relación alguna con ellas. Aplica su doctrina particularmente a dos revoluciones: una, en el pasado; otra, en el porvenir.
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