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SINOPSIS
Bitcoin nos narra los orígenes y la historia de esta nueva moneda digital que gana cada vez más adeptos, y nos expone las propiedades económicas que le han permitido crecer rápidamente, así como sus posibles implicaciones económicas, políticas y sociales.
Este libro supone un interesante viaje a través de la historia de las tecnologías encargadas de realizar las funciones del dinero, desde los sistemas primitivos de comercio, como las conchas marinas, hasta metales, monedas, el patrón oro y la deuda pública moderna.
Es una explicación funcional e intuitiva del funcionamiento del bitcoin, un software descentralizado y distribuido que se ha convertido en la primera forma implementada con éxito de efectivo digital. Y para terminar, expone las consecuencias políticas de esta nueva forma de economía y algunas de las preguntas más comunes sobre el tema: ¿Quién lo controla? ¿Es el bitcoin para delicuentes? ¿Qué se puede hacer con las miles de imitaciones?
El patrón Bitcoin
La alternativa descentralizada
a los bancos centrales
Saifedean Ammous
Traducido por Mercedes Vaquero Granados
Para mi mujer y mi hija, que
me dan una razón para escribir.
Y para Satoshi Nakamoto, que
me proporcionó algo sobre
lo que valía la pena hacerlo.
Prólogo
por Nassim Nicholas Taleb
Sigamos la lógica de las cosas desde el principio. O mejor dicho, desde el final: la actualidad. Mientras escribo estas líneas, asistimos a una completa revuelta contra cierta clase de expertos en ámbitos demasiado difíciles como para que los entendamos, como el de la realidad macroeconómica, ámbitos en los que no sólo el entendido en la materia no es tal, sino que no lo sabe. Que los anteriores jefes de la Reserva Federal, Greenspan y Bernanke, no alcanzaban a comprender muy bien la realidad empírica es algo que sólo pudimos descubrir cuando ya fue demasiado tarde: razón por la cual debemos tener cuidado de a quién dotamos del poder de tomar macrodecisiones centralizadas.
Lo peor es que todos los bancos centrales operaron siguiendo el mismo modelo, convirtiéndolo todo en un perfecto monocultivo.
En campos complejos, los conocimientos especializados no se concentran: bajo una realidad orgánica, las cosas funcionan de forma distributiva, como Friedrich A. Hayek demostró de manera convincente. Pero Hayek utilizó el concepto de «conocimiento distribuido». Bueno, parece que ni siquiera necesitamos esa cosa llamada «conocimiento» para que las cosas funcionen bien. Tampoco necesitamos la racionalidad individual. Sólo nos hace falta la estructura.
Esto no significa que todos los participantes compartan la toma de decisiones de forma democrática. Un participante motivado puede convertirse en un actor que mueva el fiel de la balanza de manera desproporcionada (lo que he analizado como la «asimetría de la regla de la minoría»). Y cada partícipe tiene la posibilidad de ser ese actor.
De algún modo, bajo la transformación de la escala aflora un efecto milagroso: los mercados racionales no requieren que ningún agente concreto sea racional. De hecho, funcionan bien bajo inteligencia cero; un grupo de inteligencia cero, con el diseño adecuado, se desempeña mejor que una administración al estilo soviético e integrada por seres humanos muy inteligentes.
Por este motivo, Bitcoin de varios años, los suficientes como para ser una «cosa» por derecho propio.
Para que otras criptomonedas puedan competir con Bitcoin, aquéllas deben contar con la mencionada propiedad hayekiana.
Bitcoin es una moneda sin gobierno (sin el respaldo de un Estado o un banco central). Pero, cabe preguntarse: ¿no teníamos oro, plata y otros metales, otra clase de divisas sin gobierno? No exactamente. Cuando comerciamos con oro, acabamos haciéndolo con Hong Kong y recibiendo una adjudicación de acciones allí, que quizá necesitemos para mudarnos a Nueva Jersey. Los bancos controlan el juego de custodios, o depositarios, y los gobiernos controlan los bancos (o, más bien, los banqueros y las autoridades gubernamentales van, por decirlo cortésmente, de la mano). De modo que Bitcoin tiene una gran ventaja sobre el oro a la hora de efectuar transacciones: el acceso no requiere de un custodio específico. Ningún gobierno puede controlar qué código tienes en la cabeza.
Por último, Bitcoin pasará sus propios contratiempos. Puede fallar. Aunque, si se diera el caso, podría reinventarse con facilidad, ya que ahora sabemos cómo funciona. En su estado actual, tal vez no sea conveniente para realizar transacciones; puede que no valga para pagar tu café descafeinado en tu cafetería habitual. Quizá de momento sea demasiado volátil para ser una moneda. Pero se trata de la primera moneda verdaderamente orgánica.
Su mera existencia es una póliza de seguro que recordará a los gobiernos que el último objeto que el establishment pudo controlar, es decir, la moneda, ya no es monopolio suyo. Lo cual nos proporciona a nosotros, la multitud, una póliza de seguro contra un futuro orwelliano.
N ASSIM N ICHOLAS T ALEB
22 de enero de 2018
Introducción
El 1 de noviembre de 2008, un programador informático que usaba el seudónimo Satoshi Nakamoto envió un correo electrónico a una lista de correo de criptografía para anunciar que había estado trabajando en un «nuevo sistema de dinero electrónico que utiliza por completo una red peer-to-peer (P2P), sin un tercero de confianza». de expertos en criptografía. Y eso fue lo que sucedió durante meses, en los que apenas algunas decenas de usuarios de todo el mundo se unieron a la red, minaron e intercambiaron entre sí monedas, las cuales comenzaron a adquirir el estatus de artículos de colección, aunque en formato digital.
Pero, en octubre de 2009, una casa de cambio en internet El código había necesitado siete meses para pasar de ser un producto de consumo a un instrumento de cambio.
Desde entonces ha crecido el número de usuarios y de transacciones de la red Bitcoin, así como la capacidad de cómputo dedicada a la misma, al mismo tiempo que el valor unitario de su divisa subió deprisa: excedió los 7.000 dólares en noviembre de 2017, superó vertiginosamente los a los mismos con anterioridad a lo largo de la historia. Puede que mi conclusión sorprenda a quienes tachan a Bitcoin de estafa o de artimaña de sus promotores y de los especuladores para ganar dinero rápido. De hecho, Bitcoin mejora los sistemas anteriores como «reserva de valor», y su idoneidad en tanto que moneda sólida de la era digital tal vez pille por sorpresa a sus detractores.
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