Copyright © 2018 Kris Buendia.
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Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.
1ra Edición, Julio 2018.
Título Original:
Arte y Venganza
Bilogía Arte y Placer Libro 2
ISBN Digital: 978-84-17228-74-3
Diseño y Portada: EDICIONES K.
Fotografía: Shutterstock.
Maquetación y Corrección: EDICIONES K.
ADVERTENCIA:
Aquí encontrarás contenido adulto explícito .
Escenas violentas de carácter sexual y lenguaje vulgar .
Recomendado para mayores de 18 años o quien pueda soportarlo.
Kris Buendia
Eva no sabía que tenía que pagar un precio tan caro cuando se enamoró de Miller. Y Miller no sabía que tenía que ajustar cuentas cuando su peor enemigo regresara a acecharlos. Ahora tendría que trazar el plan perfecto para mantener a Eva a salvo, aunque eso le cueste su relación con Eva y hasta su propia vida.
Desenlace de la bilogía Arte y Placer.
El lado oscuro del amor y la venganza.
Pero antes en ARTE Y PLACER
En el presente
MILLER BAJABA DE SU JET PRIVADO.
Grave ya lo estaba esperando y uno de sus autos también. Varios de sus hombres, incluyendo a Flame lo acompañaban.
—Hijo de perra, se te ve un brillo ¿Tienes un buen culo contigo por ahí?
—Cállate la puta boca, Grave.
Siempre sus encuentros eran así. Grave tenía una manía de cabrear a Miller a propósito, y aunque eso hacía Miller perder sus casillas, estaba dispuesto a recibir una bala por él y el sentimiento era mutuo.
Llegaron a Industrias Preston y Miller estaba ya en su despacho el cual ocupaba pocas veces al mes. No le gustaba recordar nada de su vida pasada. Pero era difícil cada vez que ponía los pies en Australia.
—Y dime—Grave le sirvió un trago y uno para él también—¿Cómo van las cosas en Salis? ¿A cuántas te has follado ya? Digo, porque para que prefieras la mierda de la pintura a los negocios es porque debe ser algo bueno.
Miller lo fulminó con la mirada. Siempre hacía todo ese tipo de comentarios cuando se miraban. Pero ahora era diferente. Más que follar, había hecho suya a la mujer que alguna vez salvaron de las garras de Berlín.
—Te mandaría a tomar por el culo, Grave. Pero esta vez tienes un poco de razón.
Miller se llevó el trago a la boca y se lo tomó de un solo tirón. Arrojó el cristal hacia su escritorio inmaculado y tenía la mirada fija en uno de sus cuadros. Uno de sus favoritos. Lo había pintado hacía ya un año cuando Grave y él estaban en Inferno esa noche.
Grave miró el cuadro familiar. El rostro que había pintado Miller era perfecto, pero él insistía en que debía superarlo. Y cuando pensó que lo había hecho, ella volvió a aparecer nuevamente en su vida.
—¿La has encontrado? —Dejó de tomar su trago para esperar la respuesta de Miller.
—Sí.
—No puedo creer que la hayas estado buscando sin decirme, Miller.
—Ella estaba en mi clase—Siseó recordando cuando la tenía cerca—Ella estaba jodidamente en mi clase. Hizo lo que le dije—Lo miró con ojos de odio—Se convirtió en una artista.
Miller rio para sí mismo.
—No me había reconocido, de ello yo la reconocí primero y ahora estoy jodido.
—Estamos jodidos—Agregó Grave—Ahora todo tiene sentido. Berlín no descansará hasta dar con ella. Ese hijo de puta se maneja aquí en Australia y también en América.
Escuchar su nombre le hervía la sangre. Había prometido protegerla y eso era lo que iba a hacer.
—Lo mataré si llega a dar con ella, eso tenlo por seguro, Grave.
Miller se levantó de su silla y cogió otro trago. Su secretaria tocó levemente la puerta y entró.
—Hola, Raxhel.
La sexy mujer le dedicó una mirada de respeto y le dejó sobre su escritorio sin decir una sola palabra una pequeña pila de papeles. Salió con la misma reverencia y cerró la puerta.
—Ahora—Miller volvió a sentarse—Vamos a los negocios y después nos ponemos al día.
Su amigo se daba cuenta que algo no andaba bien con él. Se le miraba preocupado y al mismo tiempo furioso como si hubiese salido del mismo infierno. Literalmente ya había estado ahí. Pero esta vez era algo diferente.
—De acuerdo.
Dos hombres de traje entraban en uno de los mejores restaurantes de Melbourne. Uno era Miller Preston y el otro su enemigo a muerte.
—Me sorprende verte aquí, Miller ¿Qué tal América?
—Lo mismo digo—Su mirada era inquisidora, como dos armas cargadas listas para disparar. Miller cruzó su pierna sobre la otra y Berlín lo estudiaba con la mirada.
—¿Qué tal las ventas? —Le preguntó Miller—Debe de estarte resultando bien.
—No me quejo. Pero eso nunca te ha interesado. Mis burdeles son mejor que la mercancía nuclear.
Casi se rio. Pero tenerlo tan cerca solamente lo hacía pensar en una cosa. Matarlo ahí mismo.
—¿Tan bien para que me robes, Berlín?
A Berlín se le borró la sonrisa del rostro.
—¿Te atreves a llamarme ladrón en mi propia cara?
—Tú te atreviste a mentirme primero—Contraatacó—¿Sabes lo que les pasa a los hombres que me roban y además me mienten?
Claramente era una amenaza. Una que solamente uno quedaría vivo al final.
Miller al reconocer el silencio de Berlín, se levantó de su silla, se abrochó el botón de su chaqueta con maestría y caminó lejos de él.
—Tú también me robaste, Miller—Habló detrás de él y Miller se detuvo—Pero pronto iré por ella. No te culpo, yo también me obsesioné con el sabor de su coño.
Apretó sus puños hasta que sintió el escozor de la carne de la palma de sus manos. Sin verlo a los ojos, le declaró la guerra por encima de su hombro cuando dijo:
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