«Muy rara vez un libro te parte el alma de pies a cabeza, dejando al descubierto tus heridas más profundas y forzándote a confrontar los demonios internos que has evadido por años. Eso es lo que pasa cuando lees Tu dragón interior. Este perspicaz libro aborda la crisis que afecta a millones de hombres que crecieron sin un apá en su casa. Si creciste sin un apá o si simplemente quieres ser un mejor padre, este es un dragón del que querrás adueñarte. El libro te recordará el papel tan importante que juegan los papás terrenales y cuánto necesitamos al Padre que está en los cielos».
—Revista New Man
«Don Miller es un escritor avezado que en el transcurso de dos párrafos puede matarte de la risa y ponerte a llorar. Aunque dirige sus palabras a quienes han sentido en carne propia el dolor de no tener un padre que les guíe; también me habla a mí como apá y me recuerda no muy sutilmente la gran responsabilidad que tengo para con mis hijos. Si quedó con más ganas del estilo de Don en Tal como el jazz o Searching for God Knows What, no se pierda lo que ha hecho con John MacMurray en Tu dragón interior. Estos tipos son pistoleros de reacción instantánea que apuntan directo al corazón… y no fallan».
—ERNIE JOHNSON JR.,
anfitrión de la NBA en la cadena TNT
«Este libro es un Miller clásico. Una vez más Donald abre su corazón y lo deja sangrar con honestidad».
—TIM CASH, ex jugador profesional de béisbol;
director nacional de Unlimited Potential, Inc.
Tu dragón interior
Reflexiones sobre una crianza SIN PADRE
DONALD
MILLER
Y JOHN MACMURRAY
Copyright © 2007 por Grupo Nelson
Una división de Thomas Nelson, Inc.
Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América
www.gruponelson.com
Título en inglés: To Own a Dragon
Copyright © 2006 por Donald Miller y John MacMurray
Publicado por NavPress
P.O. Box 35001, Colorado Springs, CO 80935
www.navpress.com
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser
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ización escrita previa de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido
tomados de la Nueva Versión Internacional® NVI® © 1999 por la Sociedad
Bíblica Internacional. Usado con permiso.
Traductor: John Bernal
Tipografía: MarysolRodriguez.org
ISBN-10: 0-88113-407-4
ISBN-13: 978-0-88113-407-0
Impreso en Estados Unidos de América
DEDICADO A LOS HOMBRES QUE SIRVEN COMO MENTORES
A OTROS MÁS JÓVENES.
CONTENIDO
N unca antes he escrito un prólogo, pero supongo que aquí es donde el autor explica las carencias del libro y pide la simpatía del lector. Lamento que este libro sea deficiente en muchos sentidos. Si te ayuda saber que lo escribí de un solo saque en un vuelo de Pittsburg a Los Ángeles, por favor, ten esto en cuenta. No es cierto, pero de repente te sirve pensarlo.
También quiero decirles algo a las mujeres que quieran leer este libro. Me alegra que nos acompañen y son más que bienvenidas, pero tendrán que aceptar mis disculpas porque el texto va dirigido a criaturas mucho menos complacientes. No es que crea que las mujeres se vean menos afectadas por la ausencia de un padre, sino que me he apoyado únicamente en la experiencia personal. Todos estaríamos de acuerdo en que la inclusión de la población femenina habría sido por motivos financieros y no por una exploración personal del asunto. Habría podido vender más libros pero hubiera puesto al descubierto el hecho de que no sé nada sobre las mujeres, excepto que huelen exquisito. La decisión de alcanzar a la población masculina explicará el vocabulario simple, los capítulos breves y el humor de baño. Solamente espero que al toparse con este último, ustedes sean honradas al recordar que no habría sido tan ofensivo de saber que iban a hacerse presentes.
Debo aclarar algo en cuanto a la voz del libro y el método que John y yo utilizamos. Fue mucho lo que aprendí tras vivir cuatro años con John y su familia. Al pensar en qué decirles a los hombres jóvenes que crecieron sin padres, me apoyé en muchos de los principios que aprendí de él. Para la elaboración de este libro, John y yo nos pusimos a hablar de los temas y yo escribí cada capítulo con esas charlas frescas en mi mente. La voz podrá ser mía, pero la sabiduría es toda suya.
Por lo demás, para mí ha sido terapéutico poner todo esto por escrito. Un escritor aprende más de lo que investiga que el lector, y con frecuencia aplica las perspectivas una vez que el libro queda terminado. Así de aprovechados somos los escritores. En cuanto a mi restauración, espero que algo parecido a la experiencia que tuve al escribir este libro te suceda con su lectura. Para John y yo es muy significativo que hayas querido pasar tiempo con nosotros, y te lo agradecemos.
Donald Miller
LOS SUBSTITUTOS:
TENEMOS HOMBRES CAÍDOS
E n ausencia de un padre de verdad, conté con un desfile de personajes que en ocasiones fueron disparatados, vergonzosos, perfectos, bondadosos y sabios. Los presento a continuación.
Mi primer apá fue un hombre negro de la televisión que se ponía sacos tejidos con rombos de colores. Vivía en Nueva York o Chicago, no recuerdo cuál de las dos, era superinteligente y tenía una esposa espectacular. Me refiero a Bill Cosby. Cuando era niño, yo quería ser Theo Huxtable. Me gustaba su manera de vestir. Me gustaba lo confiado que era con las mujeres y, aunque no sacaba buenas notas, siempre se sentía a gusto consigo mismo; tenía hermanas bonitas mayores y menores que él que siempre lo animaban y le daban consejos sobre la vida; además de una tensión sana entre lo masculino y lo femenino. También me gustaba que Bill Cosby tenía plata, muchos billetes a la mano y ciertas filosofías acerca de ahorrar y gastar que brindaban una sensación de seguridad a la familia, lo cual estimulaba mucho a su espectacular esposa y la ponía a canturrear melodías lentas y apasionadas de blues —desde la cama— mientras él se cepillaba los dientes en la alcoba principal. Bill Cosby nunca caía presa del pánico ni se enojaba por trivialidades como ventanas rotas o cereal en el piso, y si llegaba a sulfurarse se parecía más a un cómico en su rutina que a un borracho desquiciado. Además se sabía reír de sí mismo, y eso lo volvía atractivo. Yo me sentaba frente al diminuto televisor en blanco y negro de mi cuarto e imaginaba mi vida a través de la fantasía de los Huxtable, que en algunos episodios eran visitados por personajes famosos que venían a tocar el trombón o a danzar con tacones.
Debo aclarar que mi mamá era estupenda, pero las únicas visitas a nuestra casa eran del grupo de solteras de la iglesia, y ninguna de ellas trajo un trombón para tocar: «Cuando los santos marchen ya» ni danzó con tacones en la sala ni recitó partes de prosa épica sobre el ferrocarril subterráneo en el que «nuestra gente» se desplazó de la opresión y la esclavitud a la libertad. No, lo que hacían las visitas en nuestra casa era comer albóndigas en platos desechables y hablar con amargura sobre sus ex esposos.
También me gustaba que en El show de Cosby nunca se dieran conflictos serios. Por ejemplo, cuando Theo se graduó de la universidad el conflicto consistió en que la familia apenas tenía diez boletos para la ceremonia de graduación. Bill quería invitar a todo el vecindario y todas las damas lo miraron con desaprobación, porque el amor de Bill Cosby por su familia siempre lo metía en líos. Las señoras sacudían la cabeza y se reían, él hacía una mueca chistosa y Theo levantaba las manos, miraba al techo y exclamaba:
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