C alloway
Me llevé el vaso a la boca y sentí cómo los cubitos de hielo se deslizaban hacia abajo hasta tocarme los labios. Como trozos de invierno, me refrescaron la boca justo antes de que el ardor del whisky escocés me golpeara a garganta y me abrasara desde dentro .
Moría por ese ardor .
Jackson debía haberse reunido conmigo casi quince minutos antes, pero ese cabrón no había aparecido. Probablemente alguna preciosidad le había llamado la atención mientras venía de camino y, como siempre, se había desviado .
No podía culparle .
Sentía el peso del compromiso del anillo negro que llevaba en la mano derecha. Era la única joya que llevaba además del reloj y me había costado acostumbrarme a él. Para todos los demás, era simplemente un anillo. No tenía ni significado ni voz .
Pero en mi mundo, su significado estaba muy claro .
Siempre que salía al mundo normal, me preguntaba si alguien me reconocía por lo que realmente era: un mamón oscuro y retorcido. La mierda en la que estaba metido alejaba a la mayoría de las mujeres. Y las que eran lo bastante valientes como para quedarse, siempre cambiaban de opinión. Mis gustos eran muy concretos y no cambiarían nunca, y por ese motivo tenía que ceñirme a mi mundo y no molestarme en el mundo real .
Si de verdad este era el real .
La puerta del bar se abrió, acompañada por una brisa gélida. La sentí en la nuca, acariciando los mechones de pelo casi invisibles que sobresalían por el cuello de la camisa. El traje y la corbata negros eran mis favoritos: me quedaban de maravilla. Esa noche tenía trabajo y siempre iba apropiado para la ocasión .
Por cualquier motivo, y por ninguno en especial, dirigí mi atención a la puerta abierta. Entraron dos mujeres, una rubia y una morena. Ambas de pequeña estatura y atractivas cada una a su manera, giraron varias cabezas al entrar .
Mi mirada se clavó en la morena .
Tenía debilidad por las morenas. Siempre había sido así y así seguiría siendo .
Llevaba una falda de tubo negra que se ceñía a sus femeninas caderas. Las curvas que hacían que se me secara la garganta me llamaban la atención, y fantaseé de inmediato con agarrarle los muslos y subir las manos lentamente por su falda arrastrando la tela hasta dejarle las bragas expuestas a mi merced… o a mi crueldad .
Hacía falta mucho para impresionarme en lo relativo a las mujeres, y no porque fuera quisquilloso o superficial, sino porque recibía suficiente satisfacción cada día y cada noche para aplacar mi deseo. Mis fantasías eran una realidad y no me interesaba buscar mujeres que no pudieran cumplirlas .
Pero, de todas formas, ella atrajo mi atención .
Tenía una cintura de avispa perfecta para guiarla de arriba abajo sobre mi miembro, con mis manos posadas en sus caderas. Sus pechos respingones estaban apretados con firmeza contra su blusa rosa, y tenía un cuello esbelto con un pronunciado hueco en la garganta, perfecto para que mi lengua lo explorara .
Llevaba unos tacones de trece centímetros y los movía como si fueran sandalias, y por debajo del corte de la falda se veían unas piernas finas y tonificadas. Eran tan largas que casi le llegaban al cuello. Cada mujer tenía unos rasgos específicos que la hacían sensual. A veces tenían un par de tetas o un culo bonitos. En ocasiones tenían una cintura estilizada que podía rodear dos veces con mis brazos. A veces tenían piernas como las suyas, el tipo de piernas que imaginaba rodeándome la cintura .
Pero esta mujer lo tenía todo .
Mis ojos no la perdieron de vista mientras la contemplaba como un halcón, con la mente obsesionada y la polla dura. Cuando atravesó la muchedumbre, se abrió paso con su poder natural. Dominaba la sala manteniendo la cabeza alta con la elegancia de una reina, pero su sonrisa era inocente como la de una princesa .
Mis piernas querían moverse en dirección a ella y reclamar su parte antes de que otra persona pudiera hacer algo. Quería decirle cuál era mi nombre y oír cuál era el suyo. Probablemente tenía la voz más sensual del mundo, elegante como el resto de sus atributos .
Pero no podía .
Tenía las manos atadas .
Me había comprometido con otra persona. Nuestro vínculo no se basaba en el amor, en la amistad, ni en nada remotamente importante. Pero cuando le daba a alguien mi palabra, la mantenía. Si la palabra de un hombre no tenía ningún valor, este automáticamente perdía su propia valía. Esa era una lección que mi padre me había enseñado y era la única que respetaba .
Así que me di la vuelta y miré mi reloj .
¿Dónde estaba ?
La voz de una mujer sonó a mis espaldas y, a juzgar por su belleza y su poder, solo podía pertenecer a una persona. Sin girarme para comprobar que mi suposición era correcta, supe que pertenecía a la mujer que me había puesto más duro que el acero .
―Ese tío es un puto imbécil. No me puedo creer que te hiciera algo así .
Sonreí por la forma en que maldecía. Sentía cada palabra y las decía con carácter, pero su estatura hacía que resultara difícil tomarla en serio. Simplemente era demasiado suave a la vista para ser una malhablada .
Su amiga suspiró antes de responder .
―Ya lo sé… Me fui a casa y estuve llorando, y me odié por hacerlo. No se merece mis lágrimas. No se merece nada .
―Tienes toda la razón .
Me bebí mi whisky escocés y me concentré en el sonido de su voz. Su apariencia me ponía y su actitud directa y sin rodeos me ponía más aún. Normalmente me atraían las mujeres calmadas, las blandas que buscaban a alguien que las dirigiera. Pero su fuerza era extrañamente excitante .
Un hombre se abrió paso en la concurrida barra, se colocó a mi lado y me tocó el hombro. Al darme cuenta de que no era Jackson, le lancé una mirada aterradora. Odiaba que me tocara cualquiera que no recibiera mi permiso explícito, no importaba lo inocentes que fueran sus intenciones .
Se alejó rápidamente, dejando unos adecuados treinta centímetros de distancia entre ambos. Pidió una cerveza: una bebida de nenas. Llevaba un traje negro que se ajustaba mal a su cuerpo y que no ocultaba las imperfecciones de sus hombros débiles ni su irrisoria constitución. Ese tío no me había hecho nada ofensivo, pero lo despreciaba por ese inocente contacto .
La conversación de las mujeres continuó :
―Madre mía. ―Su amiga soltó un grito ahogado en voz baja, pero fue incapaz de ocultarlo a pesar del murmullo constante de la multitud .
―¿Qué? ―Su voz sonaba fuerte, más que preocupada. De nuevo, dominaba la conversación solo con su tono de voz. Nunca había conocido a una mujer así .
―Ese es Dave. ―Su amiga bajó el tono de voz para que nadie pudiera oírlas .
Tuve que aguzar el oído y girar la cabeza discretamente para captar lo que estaban diciendo. Su conversación no tenía nada que ver conmigo y, sinceramente, no era muy interesante, pero me encantaba oír la voz de esa mujer .
―No me puedo creer que esté aquí. Probablemente esté escogiendo a otra mientras su mujer está en casa .
―Joder, ¿lo dices en serio? ―Ella no se molestó en mantener el tono bajo―. ¿Ese cabrón infiel está aquí ?
―En la barra .
Su conversación se detuvo durante casi diez segundos .
―¿Dónde? ―exigió saber―. ¿Quién es ?
―Está ahí delante, lleva un traje negro .
Mi mirada se dirigió discretamente al hombre que tenía al lado, pues sabía que debía de ser el hombre del que estaban hablando. No llevaba ningún anillo de casado en el dedo y sus ojos deambulaban por la barra, fijándose en las mujeres que había amontonadas al final. Definitivamente esa noche estaba de caza, no había duda alguna .
Realmente sentí lástima por su mujer .
Y sentí lástima por lo que fuera que mi obsesión estuviera a punto de hacerle .
―¿Qué vas a hacer? ―le preguntó su amiga .