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Oliver Nash - Siempre estuve ahí

Aquí puedes leer online Oliver Nash - Siempre estuve ahí texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2022, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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  • Libro:
    Siempre estuve ahí
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial Argentina
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    2022
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Siempre estuve ahí: resumen, descripción y anotación

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Oliver no se dio cuenta de quién era hasta que fue adulto. Ocupó un rol impuesto por un cuerpo que no era suyo y aprendió a fingir. Sufrió bullying, discriminación, miedo y dolor. Mientras tanto, algo en su interior luchaba por salir. Con confusión, pero determinado, comenzó a vivir como lo que siempre fue: un varón.


«Estaba a tiempo de construirme a mí mismo. Como si fuese un relámpago en medio del cielo gris, pensé en lo que no había hecho y no había podido decir pero que tal vez, ahora, fuera posible. Había recuerdos de ese hombre que podía llegar a ser, de ese que siempre había sido, pero no había podido ser. Recuerdos de alguien que siempre existió y esperaba una oportunidad para poder vivir. Recuerdos que eran reales. Recuerdos de mí siendo yo. Recuerdos que todavía no habían ocurrido y estaban ahí, esperándome».

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A ese chico que no se rindió a pesar de creer que nunca lo iba a lograr - photo 1
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A ese chico que no se rindió a pesar de creer

que nunca lo iba a lograr.

Oliver no se dio cuenta de que era Oliver hasta ser adulto Antes ocupó un rol - photo 3

Oliver no se dio cuenta de que era Oliver hasta ser adulto. Antes, ocupó un rol que le había sido impuesto y no reconocía como propio. Entonces, aprendió a fingir. Pasó muchos años rodeado de una tormenta: acoso escolar, discriminación, miedo y mucho dolor. Mientras tanto, algo en su interior luchaba desesperadamente por salir. Con confusión primero y determinación después, pudo reconocerse y comenzar a vivir como lo que siempre fue: un varón.

“Estaba a tiempo de construirme a mí mismo. Como si fuese un relámpago en medio del cielo gris, pensé en lo que no había hecho y no había podido decir pero que tal vez, ahora, fuese posible. Había recuerdos de ese hombre que podía llegar a ser, de ese que siempre había sido, que todavía no había podido. Recuerdos de alguien que siempre existió y estaba esperando una oportunidad para poder vivir. Recuerdos que eran reales. Recuerdos de mí siendo yo. Recuerdos que todavía no habían ocurrido y estaban ahí, esperándome”.

OLIVER NASH Buenos Aires 1992 Es periodista escritor y licenciado en - photo 4

OLIVER NASH

(Buenos Aires, 1992) Es periodista, escritor y licenciado en Comunicación Audiovisual. También es activista por los derechos de las personas LGBTQ+. Trabajó en el área de las ciencias políticas y del periodismo deportivo y luego se dedicó a la comunicación de temas de diversidad en medios nacionales e internacionales. En la actualidad, divulga en redes sociales sus propias vivencias y las de su comunidad. Da conferencias en diferentes espacios y organizaciones, además de participar en Abosex (Abogados por los Derechos Sexuales). Intenta ser la persona que hubiera necesitado cuando era chico, para hacer visibles a quienes el mundo invisibiliza.

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Fotos del autor: © Nora Lezano

Nash, Oliver

Siempre estuve ahí / Oliver Nash. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Aguilar, 2022.

(Aguilar)

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-735-291-7

1. Autobiografía. I. Título

CDD 920

Diseño Penguin Random House Grupo Editorial Agustín Ceretti Edición en - photo 8

Diseño: Penguin Random House Grupo Editorial / Agustín Ceretti

Edición en formato digital: junio de 2022

© 2022, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A.

Humberto I 555, Buenos Aires

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ISBN 978-987-735-291-7

Conversión a formato digital: Libresque

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A veces las cosas empiezan cuando menos lo esperás

El ruido del agua me da paz, es una de las pocas cosas que me permiten desconectarme de todo, de todos. No escuchar nada más. Solo el agua y yo. Ese día bajaba desde lo profundo de las sierras, helada y caudalosa como después de cada tormenta, pero hacía tanto calor que ni siquiera me importó. Llené mi gorro hasta rebalsar y me lo tiré en la cabeza. Delante de mí estaba la playa, con esa arena brillante formada por minúsculas piedras desgastadas por el paso del tiempo, típica de las sierras cordobesas. El río venía de lejos, era ancho y fuerte, estaba rodeado por árboles verdes y arbustos secos y recorría las rocas formando pequeñas cascadas hasta chocarse con la orilla y con mis pies. Mi mayor placer siempre fue llegar a esa época del año y poder olvidarme de todo. Hasta incluso dejar ir por un rato a mi reflejo, que por suerte se perdía en esa corriente cristalina, río abajo.

Estaba concentrado leyendo el diario mientras escuchaba a la gente en el río, un cuarteto a lo lejos, a unas chicas hablar sobre lo que habían hecho la noche anterior y a una familia discutir sobre el partido del fin de semana. Me hubiese gustado estar metido en el agua y disfrutar como los demás. A veces lo hacía, pero estar en bikini frente a tanta gente me ponía incómodo. No entendía del todo por qué. Lo único que sabía era que no me veía de manera femenina como las chicas que estaban ahí. Era como estar queriendo hacer algo que no iba conmigo. Me parecía que las estaba imitando, aunque no tuviera sentido, porque yo era una más. Intentaba esquivar esa situación de todas las formas posibles. En general me sacaba la remera recién una vez al lado del agua (o ya adentro), con mucho cuidado y de espaldas a la gente. Me sentía observado, aunque nadie me mirara. Me paraba torcido, como si llevara en mi pecho una carga muy pesada. Los hombros estaban lo más adelante posible y la espalda siempre curva, escondiéndome para que nada se notase. Me daban vergüenza mis tetas, como si no fueran algo mío, como si estorbaran, como si no debieran estar ahí. Nunca encajaba al lado de las chicas que se mostraban plenas y espléndidas siendo ellas, siendo chicas, incluso aunque no estuvieran del todo cómodas con su cuerpo. Se veían como se suponía que debía verse una chica. En cambio yo, cuando me miraba, no entendía qué veía. Pensé que a todas les molestaban sus tetas, solo que otras ya se habían acostumbrado a llevarlas. Incluso muchas deseaban tenerlas más grandes, algo que me parecía increíble porque yo soñaba con que fueran invisibles. El problema seguro era mío, por eso quedaba fuera de lugar y desentonaba al lado de la mayoría. Encima, el paso del tiempo, en vez de lograr que me acostumbrara, me iba haciendo peor y mis intentos de ser una más no funcionaban. Cada vez era más diferente.

Fui directo al suplemento deportivo para ver los resultados de la fecha del fin de semana. Siempre fui fanático del fútbol y ahora tenía un trabajo en la televisión, más precisamente una pasantía en un canal de deportes a nivel nacional en el que mi tarea era ver partidos de fútbol sin parar, horas y horas frente a una pantalla, quemándome los ojos. Había inundado mi vida de trabajo porque me gustaba y, en teoría, era lo que había soñado siempre, y porque, no podía engañarme, me servía para desbordar mi tiempo y no pensar en nada más de lo que sentía. Ese día, en las sierras de Córdoba, a la orilla de ese río, todo estaba radiante y a pesar de eso siempre había una nube oscura acechándome, que se iba acercando cada vez más. Mi vida era una constante calma llena de la tensión que antecede una tormenta.

El agua seguía fluyendo mientras miraba el celular para distraerme y no pensar. No lo usaba mucho, y menos en mis vacaciones. Tenía Facebook por los grupos de la universidad, pero no me gustaban las redes sociales. Ni siquiera subía fotos porque me ponía incómodo tener que postear algo sobre mí. Tampoco compartía mi cara en internet: solo era un avatar virtual al que nadie conocía y nadie veía, y al que esperaba que todos olvidaran. No quería que se notara mi existencia y de alguna manera, sin siquiera darme cuenta, tampoco quería dejar registros de mi vida. Pasando entre las publicaciones, hubo una que me llamó la atención. Una chica a la que apenas conocía compartió que había encontrado “la carrera de sus sueños”, así que entré, de curioso, para ver de qué se trataba. Era una nota en un diario sobre una nueva carrera en la Universidad Nacional de las Artes: Licenciatura en Artes de la Escritura. Me ilusioné y, por un momento, pensé que podía ser escritor. Siempre me gustó escribir y hacía unos meses me había recibido de periodista deportivo. Aunque, quizás, era un gusto generado solo para aferrarme a algo que me diera ganas de vivir.

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