Frederick Copleston - El pensamiento de santo Tomás
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- Libro:El pensamiento de santo Tomás
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1995
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El pensamiento de santo Tomás: resumen, descripción y anotación
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Estudio que interpreta el pensamiento filosófico-teológico de Santo Tomás de Aquino (1221-1274), a partir del análisis de algunas categorías abordadas por este doctor de la Iglesia, tales como la relación entre metafísica y mundo, Dios y la creación, cuerpo y alma, moral y sociedad. Con ello Copleston, pone de manifiesto la aplicación armoniosa que de la filosofía y la teología hace uso Santo Tomás.
Frederick Copleston
ePub r1.0
Titivillus 15.06.16
Título original: Aquinas
Frederick Copleston, 1995
Traducción: Elsa Cecilia Frost
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
FREDERICK CHARLES COPLESTON, (10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra – 3 de febrero, 1994, Londres, Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de filosofía.
Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía, publicada en once volúmenes. Es conocido además por el debate que sostuvo con el famoso pensador inglés Bertrand Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la existencia de Dios. El año siguiente debatió con A. J. Ayer sobre el positivismo lógico y la significación del lenguaje religioso.
[1] Actualmente, las proposiciones que se pretende que son tanto necesarias como informativas son llamadas, con frecuencia, “proposiciones sintéticas a priori”; sintéticas en cuanto dan información sobre la realidad y no son puramente formales, a priori por ser necesarias y universales. Me parece que el término es conveniente, aunque puede producir, por su asociación histórica con la filosofía de Kant, cierta desorientación: por ello he evitado su empleo.
[2] Sugiero que mucho de lo que ahora se llama “análisis lingüístico” no difiere fundamentalmente de lo que santo Tomás habría considerado como análisis metafísico. Los nombres pueden diferir, pero lo que se hace parece ser, con mucha frecuencia, lo mismo. Los resultados de los análisis de santo Tomás y de un analista moderno pueden diferir, desde luego, pero esto es otra cuestión.
[3] Hablo de un todo “finito” porque no trato aquí de los problemas especiales que plantean las series infinitas en matemáticas.
[4] No quiero implicar con esto que quienes dicen que las proposiciones de este tipo no son informativas, lo hacen basados en que no proporcionan información “nueva”.
[5] Quizá valga la pena añadir que, de acuerdo con santo Tomás, no es posible creer en la verdad de una proposición por la fe, aceptarla por la autoridad y conocer su verdad como conclusión de un argumento filosófico, todo al mismo tiempo. Puede hacerse en momentos diferentes, pero no simultáneamente.
[6] Al hablar del Corpus Aristotelicum he prescindido, por completo, del difícil problema de qué contribuciones, adiciones y cambios hechos por otras manos (la de Teofrasto, por ejemplo) forman parte del Corpus que ha llegado hasta nosotros. El problema es importante para el estudio de Aristóteles, pero no para el tema presente.
[7] Al decir esto no quiero implicar que santo Tomás no haya conocido a Aristóteles desde su época de estudiante en Nápoles. Y aprendió aún más sobre aristotelismo al estudiar con san Alberto Magno en París y Colonia.
[8] No quiero insinuar que para santo Tomás el alma sea la sola esencia o sustancia del ser humano. Pedro es una unidad de alma y cuerpo, no un alma en un cuerpo.
[9] Algunas veces se ha dicho que Aristóteles no tuvo una doctrina de la sustancia y que ousía no debe traducirse por tal. Esto es verdad si por “sustancia” se entiende el sustrato incognoscible de Locke. Pero la teoría de éste no fue sostenida ni por Aristóteles ni por santo Tomás.
[10] La palabra “elemento” puede sugerir un elemento químico y resultar equívoca. Al llamar a la materia y a la forma “principios”, santo Tomás significa con ello que son los co-constituyentes primarios de una cosa material. La palabra no se usa evidentemente en el sentido de un principio lógico, ni se refiere a elementos químicos observables. La materia y la forma son “principios del ser” (principia entis), pero ellos mismos no son entes físicos.
[11] Se la conoce comúnmente como la teoría “hilomórfica”, nombre que deriva de la combinación de dos palabras griegas: ὕλη y μορφή .
[12] Santo Tomás llegó a la conclusión lógica de que en el caso de los seres inmateriales no puede haber multiplicación dentro de la especie. Cada ángel es el único miembro de su especie.
[13] Esto no significa que santo Tomás pensara que las almas humanas existían antes de su unión con los cuerpos. Creía que cada alma humana es creada por Dios, pero no que fuera creada antes de la formación del cuerpo.
[14] Tampoco las formas sustanciales, fuera del alma humana, pueden existir por sí mismas.
[15] Santo Tomás no sostenía que ordinariamente tengamos intuiciones directas de la esencia de las cosas.
[16] De hecho, fueron criticados desde el siglo XIV, por Occam, por ejemplo.
[17] Si vamos a decir que “infinito” y “simple” son términos negativos, esta afirmación debe entenderse a la luz del contexto particular. Por ejemplo, todo objeto de la experiencia natural es, de acuerdo con santo Tomás, algo compuesto, cuando menos metafísicamente. Después se niega que haya composición en Dios, de quien se dice que es “simple”. Pero como Dios no es un objeto de la experiencia natural, concebimos la simplicidad divina como una ausencia de composición. Y, en este sentido, el término “simple” es —dentro del contexto— un término negativo. Pero al mismo tiempo connota una realidad positiva y visto desde este punto de vista es un término positivo.
[18] Si Dios prevé literalmente los acontecimientos futuros para nosotros, está inmerso en la sucesión temporal. Y santo Tomás estaba convencido de que la inmersión en la sucesión temporal es incompatible con la naturaleza divina, que es infinita e inmutable.
[19] Es evidente que si sustituimos la palabra “misterio” por “contradicción” esta afirmación no es verdadera. Pues el pensador cristiano está obligado a mostrar que las proposiciones que establece no se contradicen unas a otras. Pero aun cuando santo Tomás consideraba, muy razonablemente, que no podemos comprender plenamente una actividad creadora que trasciende nuestra experiencia, no pensó que hubiera una contradicción en afirmar que Dios eligió libremente desde la eternidad crear un mundo tal que en él hubiera un principio del tiempo.
[20] Menciono este punto porque a veces ha sido afirmado, en contra del teísmo y a favor del panteísmo, que si Dios es infinito no puede haber cosas que sean realmente distintas de Él. Si las hubiera, sería posible “añadir” algo al ser absolutamente infinito. Y decir que tal cosa es posible implica una contradicción.
[21] Es necesario añadir esta calificación, ya que santo Tomás creía que en ciertas condiciones (si no hubiera habido una Caída), los males físicos que son consecuencia del pecado original no se habrían presentado. Pero este tema pertenece a la teología dogmática, no a la filosofía. Y, de cualquier manera, es evidente que Dios “previó” lo que el mundo sería de hecho.
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