Francisco Umbral - El socialfelipismo
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- Libro:El socialfelipismo
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1991
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El socialfelipismo: resumen, descripción y anotación
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Principio este libro por el bonsai humano que es Felipe González, quien progresivamente ha ido reduciendo sus grandes objetivos socialistas, hasta dejarlo todo en una revolución de diseño, siempre bajo el lema franquista de «Yo o el caos» (sus frecuentes amagos de retirada). Pero soy consciente de que estoy haciendo un libro (que quisiera honesto y duradero) sobre la figura política más singular que aparece en España desde la Guerra Civil.
Estudio asimismo los orígenes del socialismo, en España y Europa (Lasalle en Francia, tan odiado por Marx), el noble y humilde Pablo Iglesias en España, aunque algo recoge nuestro socialismo machadiano del costismo, el ganivetismo y el regeneracionismo en general, de derechas en algunos y prefascista en otros: invocación al «cirujano de hierro», que se esboza en Primo y se realiza en Franco.
Nuestro socialismo se mueve, en sus orígenes, entre Krause y Lenin, difícil equilibrio (de ahí la originaria ambigüedad del PSOE). Estudio por libre figuras como Carmen Romero y Alfonso Guerra, que bien se merecen un capítulo aparte: me interesa más Guerra como hombre y político que la picaresca obvia del caso Guerra, referida a su hermano. Examino la función/evolución de los poderes fácticos, «los tres cerditos» —Ejército, Banca, Iglesia— que cantan quién le teme al lobo feroz, al lobo, al lobo (el Estado) para espantar su miedo: luego llegarían al pacto. Y sigo el proceso que nos lleva del «OTAN, de entrada NO», a la plena y vergonzante integración en la OTAN.
Figuras como Isabel Preysler, Mendoza, Alicia Koplowitz, Marta Chávarri, Pilar Miró, etc., constituyen ya el Museo de Cera del socialfelipismo, y por ese Museo me voy dando un largo y crítico paseo. Explico un poco las tramas del dinero y el prestigio (excesivo y equivocado) que ha alcanzado la televisión según la mentalidad PSOE. El socialfelipismo parece estar con la TV y contra la Prensa. El ciego Durán, por el contrario, está a todas. Infiltración de los kuwaitíes en España y guerra del Pérsico: «Creemos morir por la Patria y morimos por los industriales». ¿Cómo al hombre que escribió esto lo pudieron enterrar los surrealistas como «cadáver exquisito»? Ese hombre era Anatole France.
Redacto una glosa de Ludolfo Paramio como el Lukács del socialismo español. Me refiero a los recientes pactos con los comunistas y a «la traición de los clérigos»: intelectuales vendidos al PSOE, intelectuales que no tienen nada que vender, intelectuales traidores a González y a sí mismos, intelectuales críticos (no quedan).
Creo que he puesto especial énfasis en el poder sindical, que es la última izquierda fáctica que nos queda, aunque Redondo se publica de socialdemócrata por no asustar. He dejado que el libro, escondiendo su sistema y su estructura, sea una obra abierta donde periódicamente el discurso político/irónico queda interrumpido por el asalto de la vida. Así, la victoria de Indurain en el Tour, que Javier Solana se apresura a capitalizar como propia (va a París a hacerse fotos con el ciclista, cuando todavía no ha recibido a Cela, premio Nobel, en su despacho, que lo tenía más a mano). La esposa de Solana va diciendo por las tertulias lo que ha oído a su esposo: que no han recibido a Cela «porque no es tan bueno como dicen».
Incluyo un ensayo completo sobre Indalecio Prieto, hacia la mitad de la obra (no antes, para que no me quede un libro cabezón), y de los escritos de Prieto deduzco cierto paralelismo (no inagotable ni exhaustible) con las ambigüedades de González. Prieto rechaza la presidencia del Gobierno durante la guerra, cuando se la ofrece Azaña, y de eso no deja de arrepentirse/justificarse en público y privado, durante su largo exilio. Escribo al señor Borrell, Míster 56% (que es lo que yo pago de impuestos, a cambio de nada) y someto a González nada menos que a la luz de Baudelaire, como aplico a nuestra democracia «postmoderna» los estudios de Baudrillard y a doña Matilde Fernández la perspicacia feminista de Virginia Woolf.
Con mentalidad más de narrador que de ensayista, quizá, realizo hacia el final un aguafuerte del 14/D, pues me parece que, aparte calendarios, esa fecha constituye el clímax de la ruptura entre un partido obrero y su sindicato, con lo que todo empieza a perder sentido y a volverse ficticio, light, de diseño. Desde entonces vivimos en la sociedad «transparente» que dice Baudrillard. Transparente en cuanto a inexistente; todo está a la vista, pero nada es real. Lo real suele ser secreto de Estado.
Y termino con un capítulo también más narrativo que ensayístico, en Joy Eslava, donde encuentro el nudo de oro entre una aristocracia for sale y la horteridad de un socialismo que, a espaldas o no del jefe (el socialfelipismo), ha descubierto que la riqueza abriga, que la gente guapa huele mejor y que el dinero no tiene color o se lava con facilidad. Joy Eslava es mi refugio favorito de la noche madrileña, memoria del proustiano Luis Escobar y amistad de mis paisanos los Trapote. Allí, aquí se está bien, pero uno no deja (es el oficio) de observar cosas.
De modo que este libro está compuesto mediante el macramé literario de una historia del PSOE, un museo vivo de figuras muertas, o a la inversa, figuras que todos tratamos, y un análisis apasionado y crítico de la realidad y el presente, de la deflagración múltiple mediante la cual un partido de izquierdas tiene la oportunidad de hacer la revolución democrática y, en lugar de eso, revende España a sus eternos dueños, la derechona, y aquí no ha pasado nada.
En esa Nada que se «nadifica», como la sartriana, nos movemos hoy todos, exteriores, felices y culpables.
FRANCISCO UMBRAL
FRANCISCO UMBRAL (Madrid, 1932 - Boadilla del Monte, 2007).
Fruto de la relación entre Alejandro Urrutia, un abogado cordobés padre del poeta Leopoldo de Luis, y su secretaria, Ana María Pérez Martínez, nació en Madrid, en el hospital benéfico de la Maternidad, entonces situado en la calle Mesón de Paredes, en el barrio de Lavapiés, el 11 de mayo de 1932, esto último acreditado por la profesora Anna Caballé Masforroll en su biografía Francisco Umbral. El frío de una vida. Su madre residía en Valladolid, pero se desplazó hasta Madrid para dar a luz con el fin de evitar las habladurías, ya que era madre soltera. El despego y distanciamiento de su madre respecto a él habría de marcar su dolorida sensibilidad. Pasó sus primeros cinco años en la localidad de Laguna de Duero y fue muy tardíamente escolarizado, según se dice por su mala salud, cuando ya contaba diez años; no terminó la educación general porque ello exigía presentar su partida de nacimiento y desvelar su origen. El niño era sin embargo un lector compulsivo y autodidacta de todo tipo de literatura, y empezó a trabajar a los catorce años como botones en un banco.
En Valladolid comenzó a escribir en la revista Cisne, del S. E. U., y asistió a lecturas de poemas y conferencias. Emprendió su carrera periodística en 1958 en El Norte de Castilla promocionado por Miguel Delibes, quien se dio cuenta de su talento para la escritura. Más tarde se traslada a León para trabajar en la emisora La Voz de León y en el diario Proa y colaborar en El Diario de León. Por entonces sus lecturas son sobre todo poesía, en especial Juan Ramón Jiménez y poetas de la Generación del 27, pero también Valle-Inclán, Ramón Gómez de la Serna y Pablo Neruda.
El 8 de septiembre de 1959 se casó con María España Suárez Garrido, posteriormente fotógrafa de
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