• Quejarse

Perez Reverte Arturo - Patente De Corso 2010

Aquí puedes leer online Perez Reverte Arturo - Patente De Corso 2010 texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Perez Reverte Arturo Patente De Corso 2010

Patente De Corso 2010: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Patente De Corso 2010" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Artículos de Arturo Pérez-Reverte publicados en XLSemanal, del grupo Vocento, desde el 1 de enero al 31 de diciembre de 2010

Perez Reverte Arturo: otros libros del autor


¿Quién escribió Patente De Corso 2010? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Patente De Corso 2010 — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Patente De Corso 2010 " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Articulos de Reverte desde 01-01-10 hasta 31-12-10 recogidos por mi y para - photo 1

Articulos de Reverte desde 01-01-10 hasta 31-12-10 recogidos por mi y para poner en disposicion del que le interese.

Título original: Articulos 2010

Arturo Pérez-Reverte, 2010

Retoque de portada: Ellie

Editor digital: Ellie

Se lo dedico a todo el mundo y alrededores Vale Notas de vida y letras En un - photo 2

Se lo dedico a todo el mundo

y alrededores. Vale

Notas de vida y letras

En un par de meses habré terminado otra novela. Estoy en la fase final de galeradas y correcciones: la más desagradable. Ya no hay sorpresas ni descubrimientos, excepto confirmar mi habilidad para pifiarla diez veces en cada página. El despiste y el adjetivo impropio acechan en cada folio, y tengo la certeza de que, por mucho que vuelva una y otra vez a machacar el texto, el día que abra el libro recién impreso me saltará a la cara, lustroso y triunfante como siempre, el gazapo sobre el que pasé cuarenta veces sin reparar en él. Por eso, en esta etapa lastimosa, cualquier escritor está harto del texto maldito que le reventó la vista y los riñones, reniega de él y sólo aspira a quitárselo de encima, como sea. Alguien dijo una vez -puede que fuera yo mismo- que acabar una novela se parece a convivir con una mujer a la que amaste mucho pero que ya te amarga la vida. Por eso estás deseando que se olvide de ti y haga felices a otros.

En la espera de que otra historia atractiva diga ojos verdes tienes -hay un par de candidatas rondando, y ésa es la parte positiva-, vacío los estantes que cercan la mesa. Apilados sobre la alfombra hay tres centenares de libros que me acompañaron en los últimos veintidós meses; amigos íntimos a los que debo mucho: ajedrez, taxidermia, comercio marítimo, técnicas de tortura, viajes, botánica, balística, topografía, física, geometría, moda femenina, zoología salinera, memorias decimonónicas, medicina forense, cartografía... También hay carpetas con páginas manuscritas, fotografías, mapas y otros documentos que son resultado de mucho trabajo, visitas, conversaciones y viajes, y que nunca me decido a destruir. Como quien se despide de viejos amigos en tiempos inciertos, lo guardo todo en archivadores que probablemente no vuelva a abrir jamás.

Entre estos últimos papeles hay notas tomadas de cualquier manera, en diversos lugares. Escritas con la infame, casi ilegible hasta para mí, letra picuda y rápida del reportero apresurado que fui en otro tiempo y otra vida. A veces se trata sólo de una palabra o un nombre. Otras anotaciones son más complejas, con una reflexión o la descripción de un personaje o unas frases de diálogo. Están escritas de cualquier manera, en servilletas de bar, envés de tarjetas de visita, tarjetas de embarque de aeropuerto, billetes de tren, facturas de restaurante, recibos de tarjeta de crédito y cualquier otro soporte improvisado. Esas notas suelo tirarlas a la papelera una vez pasadas a limpio en libretas o archivos del ordenador, pero algunas sobreviven por azar, usadas como marcapáginas o perdidas entre papeles. Ahora las retiro con cuidado, pues detesto dejar en los libros huellas evidentes de mi paso por ellos. Sus diversos soportes me recuerdan el momento exacto en que escribí algunas: fecha, lugar, hasta que comí o compré ese día. Encuentro, entre otras, una anotación hecha en el restaurante Belinghausen de México sobre la risa de un individuo al que ya no recuerdo, una reflexión sobre azar y probabilidades en un tarjeta de mi compadre José Manuel Sánchez Ron, una cita lúcida y fría del barón Holbach detrás de una lista de películas compradas en el Corte Inglés -la magnífica Incidente en Ox Bow es una de ellas-, el ademán tranquilo de una mujer al recogerse el pelo en la nuca mientras lee un libro, anotado en un billete de tren Turín-Roma, y una descripción en seis palabras mediocres, pero aceptable en su conjunto, de la luz del amanecer con viento de poniente en la bahía de Cádiz.

Ésa es, concluyo, la verdadera historia de cada novela. Los papeles sueltos, rotos, arrugados que la jalonan. Brega estrecha y continua con la vida. No sólo importan la reflexión y la calma del estudio, los libros que leyó el autor y la vida que marcó su territorio narrativo. Ni siquiera el trabajo agotador de estructura formal y tecleo diario es tan decisivo como estas humildes servilletas o facturas garabateadas al dorso: súbitos relámpagos, intuición de personajes, atisbo de historias posibles o imposibles. Ellas diferencian a un novelista vivo de un pedazo de carne con dedos para teclear. Son la prueba de que su instinto depredador sigue despierto, y cuanto ve, oye, lee, come, sueña, odia o ama sirve -todavía, siempre- para contar una buena historia. O intentarlo.

Por mucha teoría académica que se le eche, una novela es un estado de ánimo: el que reflejan esas notas improvisadas. Una simple palabra, un par de líneas que no parecen significar gran cosa, pero que tejidas entre sí, día tras día, configuran tramas complejas. Las novelas que algunos intentamos escribir deben mucho a esas notas. Esos rápidos garabatos son la prueba de hidalguía del novelista que se mueve como un cazador al acecho, con la escopeta y el zurrón listos. Certifican la soledad fértil de quien mira el mundo y lo cuenta proyectando en él los libros que ha leído, los odios, los afectos, los triunfos y fracasos ajenos y propios. La vida que posee y la muerte que lo aguarda.

El sindrome del coronel Tapioca

Hace treinta y dos años desaparecí en la frontera entre Sudán y Etiopía. En realidad fueron mi redactor jefe, Paco Cercadillo, y mis compañeros del diario Pueblo los que me dieron como tal; pues yo sabía perfectamente dónde estaba: con la guerrilla eritrea. Alguien contó que había habido un combate sangriento en Tessenei y que me habían picado el billete. Así que encargaron a Vicente Talón, entonces corresponsal en El Cairo, que fuese a buscar mi fiambre y a escribir la necrológica. No hizo falta, porque aparecí en Jartum, hecho cisco pero con seis rollos fotográficos en la mochila; y el redactor jefe, tras darme la bronca, publicó una de esas fotos en primera: dos guerrilleros posando como cazadores, un pie sobre la cabeza del etíope al que acababan de cargarse.

Lo interesante de aquello no es el episodio, sino cómo transcurrió mi búsqueda. La naturalidad profesional con que mis compañeros encararon el asunto. Conservo los télex cruzados entre Madrid y El Cairo, y en todos se asume mi desaparición como algo normal: un percance propio del oficio de reportero y del lugar peligroso donde me tocaba currar. En las tres semanas que fui presunto cadáver, nadie se echó las manos a la cabeza, ni fue a dar la brasa al ministerio de Asuntos Exteriores, ni salió en la tele reclamando la intervención del Gobierno, ni pidió que fuera la Legión a rescatar mis cachos. Ni compañeros, ni parientes. Ni siquiera se publicó la noticia. Mi situación, la que fuese, era propia del oficio y de la vida. Asunto de mi periódico y mío. Nadie me había obligado a ir allí.

Mucho ha cambiado el paisaje. Ahora, cuando a un reportero, turista o voluntario de algo se le hunde la canoa, lo secuestran, le arreglan los papeles o se lo zampan los cocodrilos, enseguida salen la familia, los amigos y los colegas en el telediario, asegurando que Fulano o Mengana no iban a eso y pidiendo que intervengan las autoridades de aquí y de allá -de sirios y troyanos, oí decir el otro día-. Eso tiene su puntito, la verdad. Nadie viaja a sitios raros para que lo hagan filetes o lo pongan cara a la Meca, pero allí es más fácil que salga tu número. Ahora y siempre. Si vas, sabes a dónde vas. Salvo que seas idiota. Pero en los últimos tiempos se olvida esa regla básica. Hemos adquirido un hábito peligroso: creer que el mundo es lo que dicen los folletos de viajes; que uno puede moverse seguro por él, que tiene derecho a ello, y que Gobiernos e instituciones deben garantizárselo, o resolver la peripecia cuando el coronel Tapioca se rompe los cuernos. Que suele ocurrir.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Patente De Corso 2010»

Mira libros similares a Patente De Corso 2010. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Arturo Pérez-Reverte - Guerreros urbanos
Guerreros urbanos
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Perros e hijos de perra
Perros e hijos de perra
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso 2020
Patente de corso 2020
Arturo Pérez-Reverte
Perez Reverte Arturo - Patente De Corso 2016
Patente De Corso 2016
Perez Reverte Arturo
Perez Reverte Arturo - Patente De Corso 2011
Patente De Corso 2011
Perez Reverte Arturo
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso
Patente de corso
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso, 2015
Patente de corso, 2015
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso, 2014
Patente de corso, 2014
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso, 2013
Patente de corso, 2013
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - Patente de corso, 2012
Patente de corso, 2012
Arturo Pérez-Reverte
Arturo Pérez-Reverte - La Reina del Sur
La Reina del Sur
Arturo Pérez-Reverte
Reseñas sobre «Patente De Corso 2010»

Discusión, reseñas del libro Patente De Corso 2010 y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.