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Sigmund Freud - Obras completas

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Sigmund Freud Obras completas
  • Libro:
    Obras completas
  • Autor:
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    ePubLibre
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    2001
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Luz

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C

UNA RELACIÓN ENTRE UN SÍMBOLO Y UN SÍNTOMA

1916

N UESTRA experiencia en la interpretación de los sueños nos ha demostrado que el sombrero es uno de los más frecuentes símbolos de los genitales, sobre todo de los masculinos. Pero no puede afirmarse que este símbolo pertenezca a los más comprensibles. En las fantasías y en síntomas muy diversos aparece también la cabeza como símbolo del genital masculino o, si se quiere, como representación del mismo. Algunos analíticos habrán observado que la decapitación inspira a sus pacientes aquejados de obsesiones un horror y una indignación mucho más intensos que los demás suplicios, y habrá tenido ocasión de explicarles que consideran la decapitación como un sucedáneo de la castración. También hemos analizado muchos sueños de sujetos jóvenes, o soñados por los pacientes en su juventud y referidos luego por ellos en el tratamiento, que desarrollaban el tema de la castración y entre cuyos elementos figuraba una bola, que había de ser interpretada como representación de la cabeza del padre. Recientemente he podido resolver un ceremonial enlazado al acto de acostarse y constituido por las siguientes prescripciones: el cuadrante debía quedar colocado formando un rombo sobre las demás almohadas y la cabeza del sujeto había de reposar exactamente sobre su diagonal más larga. El rombo tenía la conocida significación que nos es familiar por la epigrafía popular y la cabeza había de representar un miembro masculino.

Pudiera ser muy bien que la significación simbólica del sombrero se derivase de la de la Cabeza en cuanto el sombrero puede ser considerado como una prolongación desmontable de la misma. A este respecto, recuerdo un síntoma con el que se atormentan obstinadamente los neuróticos obsesivos.

Al ir por la calle espían de continuo si las personas conocidas que a su paso encuentran inician el saludo, descubriéndose las primeras, o parecen esperar, por el contrario, su iniciativa. De este modo acaban por renunciar a muchas de sus relaciones al descubrir que ciertas personas no los saludan o no responden debidamente a su saludo. Esta conducta no experimenta modificación alguna al hacer presente al sujeto, para el cual es ya además cosa sabida, que el quitarse el sombrero ante alguien constituye un reconocimiento de su superioridad; que, por ejemplo, los grandes de España gozan del privilegio de permanecer cubiertos ante el rey, y que su susceptibilidad con respecto al saludo tiene, por tanto, el sentido de no suponerse inferior a lo que la otra persona piensa ser. La resistencia de su susceptibilidad o tal explicación justifica la sospecha de que nos hallamos ante el efecto de un motivo poco conocido por la conciencia. La fuente de esta intensificación podría fácilmente ser hallada en la relación con el complejo de castración.

CC

CARTA AL EDITOR DE «TIME AND TIDE» SOBRE EL ANTISEMITISMO EN INGLATERRA

1938

20 Maresfield Gardens.

London N. W. 3.

16-11-1938.

A L editor de Time and Tide.

Llegué a Viena, cuando tenía cuatro años, procedente de una pequeña ciudad de Moravia. Después de setenta y ocho años de asiduo trabajo hube de dejar mi hogar, vi disuelta la sociedad científica que había fundado, nuestras instituciones destruidas, nuestra editora (Verlag) ocupada por los invasores, los libros que había publicado confiscados o reducidos a pulpa, mis hijos expulsados de sus ocupaciones. ¿No piensa usted que debería reservar las columnas de su número especial para las manifestaciones de los no judíos, menos afectados personalmente que yo?

En relación con esto recuerdo un viejo verso francés:

Le bruit est pour le fat

La plainte est pour le sot;

L'honnête homme trompé

S'en va et ne dit mot

Me siento profundamente conmovido por el pasaje de su carta reconociendo un cierto crecimiento del antisemitismo también en este país. La actual persecución, ¿no debería dar lugar más bien a una oleada de simpatía en esta nación? Respetuosamente suyo,

Sim. Freud

CCI

TRES CARTAS A THEODOR REIK

1938 [1952]

39, Elsworthy Road. Londres, N. W. 3.

3 de julio de 1938.

Querido doctor:

¿Qué vientos infortunados lo han impulsado a usted, justamente a usted, hacia las costas de Norteamérica? Bien podía haber previsto con cuánta amabilidad los analistas profanos son recibidos allí por esos colegas nuestros para quienes el psicoanálisis no es sino una sierva de la psiquiatría. ¿Acaso no podía haberse quedado un tiempo más en Holanda?

Naturalmente, tendré sumo placer en escribirle cualquier clase de certificado que pueda serle útil, pero mucho me temo que de nada le sirva. ¿Dónde va a encontrar usted en ese país una sola institución que esté interesada en amparar la prosecución de nuestros estudios? ¿No ha intentado ponerse en contacto con la Academia Alemana de los Estados Unidos (Thomas Mann, Price, Löwensteip y otros)?

Cada vez que me pongo a pensar en usted no sé qué domina en mí, si la simpatía o la preocupación.

Yo me sentiría a las mil maravillas en Inglaterra si no me llegaran constantemente de todas partes las más diversas solicitudes y si ellas no me recordaran sin cesar mi impotencia para auxiliar a los demás.

Con mis más cordiales deseos, que usted seguramente necesitará mucho en este trance, lo saluda su

Freud.

Con profunda sorpresa me entero de que el doctor Theodor Reik se ha trasladado a los Estados Unidos, donde la circunstancia de no ser médico puede impedir sus actividades como psicoanalista. Se trata de uno de los más excelsos maestros del análisis aplicado, como lo demuestran muy particularmente sus primeras contribuciones, mientras que sus trabajos más recientes tratan temas de interés psicológico general. En ambos sectores ha dado pruebas de una inteligencia superior, de dones críticos y de una mentalidad independiente. Quienquiera tenga interés en el progreso de la ciencia psicoanalítica habrá de prestarle ayuda y colaboración en la prosecución de su labor.

Prof. Sigm. Freud.

Estoy dispuesto a ayudarle en cuanto me llegue la noticia de que puedo disponer de la omnipotencia de Dios. Entre tanto, usted deberá seguir trabajando contra viento y marea.

Cordialmente suyo.

Freud.

CCII

DOS CARTAS A DAVID ABRAHAMSEN SOBRE WEININGER

1938-1939 [1946]

Viena IX. Berggasse 19.

Marzo 14 de 1938.

Estimado doctor:

Mis relaciones con Otto Weininger fueron muy complejas, al punto de que no me es posible describirlas en una breve carta; necesitaría para ello una larga monografía. Yo fui el primero que leyó su manuscrito y también el primero que dio de él una opinión desfavorable. Además, su idea cardinal le llegó indirectamente por mi intermedio, y aun de manera muy tergiversada.

Sinceramente suyo,

Sigmund Freud.

20, Maresfield Gardens. Londres, N. W. 3.

Tel.: Hampstead 2002.

Junio 11 de 1939.

Estimado colega:

La tardanza en responderle obedece a una semana de enfermedad que me impidió escribirle antes. Tendré sumo placer en contestar a sus preguntas. Sí; yo soy la persona que dio a Probst una descripción de la personalidad de Weininger. Éste nunca fue paciente mío, pero uno de sus amigos lo fue. Por su intermedio, Weininger llegó a conocer las concepciones sobre la bisexualidad que yo había aplicado ya en mi análisis por incitación de Fliess. Sobre dicha idea construyó Weininger todo su libro. No conozco la diferencia entre… [indescifrable] y su tesis. En el manuscrito que Otto Weininger me dio a leer no había ninguna palabra denigrante para los judíos ni mucho menos crítica alguna de la mujer. Además había prestado amplia consideración a mis conceptos sobre la histeria.

Sinceramente suyo, lo saluda

Freud.

CCIII

CARTA A CHARLES BERG SOBRE SU LIBRO «WAR IN THE MIND»

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