Montserrat Suárez Abad - La justicia no es igual para todos
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- Libro:La justicia no es igual para todos
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2013
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La justicia no es igual para todos: resumen, descripción y anotación
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La justicia no es igual para todos — leer online gratis el libro completo
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A mis padres, que tanto han hecho por mí.
A mi pareja, porque los que de corazón se quieren con el corazón se hablan.
En el siglo XV , el icono la representa ciega, con los ojos vendados, para asegurar así la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, pues la justicia debe ser impuesta sin miedo ni favoritismos, independientemente del dinero, el poder y la fuerza.
Años vistiendo la toga sirven para que la abogada Montse Suárez, que fue durante un tiempo la cara más visible de Manos Limpias, concluya en este libro que la vieja dama se ha dejado por el camino sus principales atributos: la objetividad y la imparcialidad.
En estas páginas de apasionante lectura se da cuenta de las tretas de los poderosos para eludir la acción de jueces y tribunales, el trato de favor que dispensa la casta política a sus afines, las maniobras de determinados ámbitos económicos para controlar los resortes de poder relacionados con la Justicia…
Con ritmo periodístico, la autora relata en primera persona su experiencia en algunos de los principales procesos judiciales, desde el escándalo de Mario Conde hasta el fraude del lino, pasando por el caso Telecinco, el tres por ciento en Cataluña, el indulto a los mossos d’esquadra, la doctrina Parot o la lucha por el poder en el Colegio de Abogados de Madrid. También aporta datos nuevos, algunos sorprendentes, sobre el juego sucio en el caso Nóos, que le hizo perder su trabajo de letrada en una entidad bancaria. Incluso han intentado expulsarla sin motivo alguno del ejercicio de la abogacía.
La ley se estruja a conveniencia. Ya lo dice la expresión latina: en caso de duda, la justicia sigue favoreciendo al reo, sí… Pero más, mucho más, si este es rico y poderoso. In dubio, pro rico.
Montserrat Suárez Abad
In dubio, pro rico
ePub r1.0
jandepora07.10.13
Título original: La justicia no es igual para todos
Montserrat Suárez Abad, 2013
Editor digital: jandepora
ePub base r1.0
MONTSE SUÁREZ nació en Madrid hace cuarenta y cinco años. Es licenciada en Derecho por la Universidad San Pablo CEU y comenzó su andadura profesional abriendo un despacho en Madrid.
Desde 1996 y hasta 2004 trabajó para la Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios. Durante esa etapa ejerció la acusación popular en nombre de Ausbanc en procedimientos como los casos Banesto, Gescartera, cesiones de crédito y chiringuitos financieros. Tras dejar la asociación, siguió con su despacho profesional y empezó a colaborar como letrada externa en el BBVA. Desde 2011 hasta febrero de 2013, fue la cara visible del sindicato de Manos Limpias, ejerciendo labores de portavoz en diversos medios de comunicación. Fue candidata a decana en las elecciones al Ilustre Colegio de Abogados de Madrid en diciembre de 2012.
Además de su trabajo como abogada, ha participado regularmente en tertulias de Intereconomía TV, Veo Televisión y Metropolitan. En la actualidad es colaboradora habitual de los programas El gran debate y De buena ley, en Telecinco; Las mañanas de Cuatro; El cascabel al gato, La Marimorena, Te damos la tarde y De hoy a mañana, en 13 TV.
«Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez».
«Donde hay poca justicia es un peligro tener razón».
F RANCISCO DE Q UEVEDO
Palacio de La Zarzuela. Calle de Agustina Fierra, número 5, de Madrid. Jueves 22 de diciembre de 2011. Durante la tarde.
La maquilladora de Televisión Española se afanó por tapar al rey el hematoma que tenía en la cara, resultado del golpe con una puerta que Su Majestad sufrió un mes antes y que todavía le duraba. La empleada del ente público se mostró satisfecha con su trabajo. Con la capa de maquillaje, el cardenal casi no se notaba.
Todo estaba listo en el Salón de Audiencias del palacio de La Zarzuela, donde se iba a grabar el discurso que se emitiría dos días después, a las nueve de la noche del 24 de diciembre. La estancia, preparada para la ocasión como un plató de televisión, resultaba mejor iluminada que los años precedentes. A la derecha de la butaca donde debía sentarse el rey se colocó la bandera de España. A la izquierda, el tradicional nacimiento y un árbol de Navidad, decorado en tonos grises. El rojo del año anterior, el último de la etapa Zapatero, quedaba lejos. La fotografía que podía verse, como muestra de normalidad democrática, era la de don Juan Carlos con el jefe del ejecutivo entrante y el saliente.
Aquel 22 de diciembre fue un día intenso en La Zarzuela. Allí mismo, por la mañana, había jurado su cargo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, con la mano izquierda sobre la Biblia y la derecha sobre la Constitución. Por la tarde, el nuevo jefe del ejecutivo —el sexto de la democracia— volvió a palacio para que el rey fuese el primero en conocer la lista de ministros de su gabinete. La expectación era máxima, aunque ese día, sin embargo, casi toda España estaba pendiente de la Lotería de Navidad.
—¿Te ha tocado algo? —preguntó don Juan Carlos a la maquilladora con su habitual campechanería.
—Ni un duro, señor. El gordo ha caído este año en Huesca.
—A mí tampoco —respondió el monarca.
La grabación del mensaje de Navidad se retrasó aquel año. No se hizo a mediados de diciembre como es habitual, sino dos días antes de Nochebuena, a la espera de que Rajoy tomase posesión del cargo y pudiese revisar el contenido del discurso. Aquel día, mientras en las redacciones de los periódicos se esperaba la composición del nuevo gobierno con avidez y prisas por el inminente cierre de la primera edición, Su Majestad estaba preparado para iniciar la grabación tras quedar listo el trabajo de la maquilladora, las pertinentes pruebas de vídeo y audio y hasta el equipo que por primera vez iba a traducir el discurso al idioma de signos, en atención a una petición que dirigió la Confederación Estatal de Personas Sordas a La Zarzuela.
Todos en aquel salón eran conscientes de que el éxito de audiencia del mensaje navideño estaba asegurado gracias a Iñaki Urdangarin y su presunta trama de corrupción, evasión de impuestos, falsedad documental y demás delitos que vieron la luz las semanas precedentes. Estaba claro que el rey iba a hablar de la galopante crisis económica, pero ¿diría algo sobre la corrupción? Era una pregunta recurrente en las tertulias políticas durante aquellas fechas y los periodistas no paraban de cruzar apuestas sobre la cuestión.
Como en los años precedentes, el monarca se dirigió a la cámara sentado en una silla con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas por los dedos. Según dicen los expertos, son dos maneras que indican situación de estar a la defensiva, sobre todo la primera, aunque también al entrelazar las manos puede querer transmitir, en este caso, autoridad y unidad. La silla estaba frente a la cámara y el rey habló a los españoles mirando a sus ojos, tratando de inspirar confianza. El discurso fue más largo de lo habitual. Duró un total de trece minutos y cincuenta y cinco segundos. El minuto de oro llegó a la mitad del mensaje, entre el siete y el ocho.
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