La serie informalmente titulada Historia Universal Asimov reúne las obras dedicadas por el gran novelista y divulgador científico a la evolución política, cultural y material de la especie humana.
El Nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816), segundo de los cuatro volúmenes dedicados específicamente al norte del continente americano, estudia los caminos que llevaron a la revolución contra la metrópoli europea y al establecimiento de la independencia que hizo posible el alumbramiento de una nación llamada a ser potencia en los siglos siguientes.
Isaac Asimov
El nacimiento de los Estados Unidos. 1763-1816
Historia Universal Asimov 12
ePub r1.1
Hechadelluvia28.02.14
Título original: The Birth of the United States. 1763-1816
Isaac Asimov, 1974
Traducción: Néstor A. Míguez
Editor digital: Hechadelluvia
ePub base r1.0
ISAAC ASIMOV. (2 de enero de 1920 - 6 de abril de 1992) fue un escritor y bioquímico estadounidense nacido en Rusia, aunque su familia se trasladó a Estados Unidos cuando él tenía tres años. Es uno de los autores más famosos de obras de ciencia ficción y divulgación científica.
Fue un escritor muy prolífico (llegó a firmar más de 500 volúmenes y unas 9.000 cartas o postales) y multitemático: obras de ciencia ficción, de divulgación científica, de historia, de misterio… Baste decir que sus trabajos han sido publicados en nueve de las diez categorías del Sistema Dewey de clasificación de bibliotecas.
El libro que aquí nos ocupa pertenece a los de divulgación histórica, serie de obras que ha sido común e informalmente llamada Historia Universal Asimov y está compuesta por un total de catorce volúmenes, con mapas y cronología incluidas en cada uno de ellos, comprendiendo las más importantes civilizaciones y periodos históricos. El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816) es el duodécimo de los volúmenes de dicha serie.
Notas
[8] Este incidente fue inmortalizado por Ralph Waldo Emerson en 1837, en su poema «Concord Hymn», que comienza:
En el tosco puente que se alzaba sobre la corriente, Su bandera [de los granjeros] se desplegaba bajo la brisa de abril; Aquí, antaño, los granjeros formaron en orden de batalla Y dispararon el tiro que se oyó en todo el mundo. |
1. La cólera creciente
Las consecuencias de la victoria.
En el año de 1763, el Tratado de París puso fin a una larga serie de guerras con los franceses que habían abrumado a los colonos británicos de la costa marítima oriental del continente durante tres cuartos de siglo. Dichas guerras terminaron con una total victoria británica.
Los franceses fueron expulsados del continente. Toda América del Norte, desde la bahía de Hudson hasta el golfo de México y desde el río Mississippi hasta el océano Atlántico, era británico. Al oeste del Mississippi y al sur, América del Norte aún era española, pero España era, desde hacía más de un siglo, una potencia en declive y causó pocos problemas a los británicos y a los colonos. Esto era particularmente así desde que los españoles se habían visto obligados a abandonar Florida, que había sido su bastión durante casi dos siglos, fortaleza desde la que habían hostigado a las colonias sureñas.
Los grandes tramos noroccidentales del continente todavía no habían sido reclamados por nadie, pero una tercera potencia, Rusia, buscaba pieles en lo que es ahora Alaska. Pero no era de ninguna importancia para los colonos del Este, por entonces.
Sin embargo, esa victoria total marcó el comienzo de nuevos problemas para Gran Bretaña. La derrota de sus enemigos inició una cadena de sucesos que condujo a la mayor derrota que Gran Bretaña sufriría en tiempos modernos, y al nacimiento de una nueva nación destinada, en el curso de dos siglos, a convertirse en la más poderosa de la historia. De esta historia se ocupa este libro.
El problema básico era que los colonos británicos estaban llegando a la mayoría de edad y obteniendo una confianza en sí mismos que los británicos y su gobierno pasaban por alto y no reconocían.
Las partes habitadas de las trece colonias cubrían una superficie de unos 650.000 kilómetros cuadrados, casi tres veces la superficie de la isla de Gran Bretaña. En 1763, había un millón y cuarto de colonos de origen europeo en esas colonias, a los que se añadía la mano de obra no pagada de más de un cuarto de millón de esclavos negros. La población de Gran Bretaña, a la sazón, no era superior a los siete millones, de modo que la población colonial, también a este respecto, era una parte respetable de los británicos.
Más aún, la sociedad colonial había llegado a ser distintivamente diferente de la británica. La población colonial ya estaba totalmente mezclada y, además de los hombres de ascendencia inglesa, había también cantidades considerables de personas cuya cultura originaria era escocesa, irlandesa, neerlandesa, alemana o escandinava. Las presiones de las fronteras hicieron a la sociedad colonial mucho más igualitaria que la británica, y había un difundido desprecio en las colonias por los títulos británicos y hacia la sumisión británica.
Las trece colonias en 1763.
En grado creciente, los colonos se consideraron como ingleses transplantados, por ascendencia o por adopción, sino como americanos. Y con este nombre me re refiere a ellos en lo sucesivo.
La reciente asociación de británicos y americanos como aliados en la guerra contra Francia tampoco contribuye en nada a acercar a los dos pueblos. La familiaridad llevó al mutuo desprecio de ambas partes.
Los funcionarios británicos consideraban a los americanos como una población ruda e ignorante, indisciplinada, no fiable y bárbara, totalmente dispuesta a negociar con el enemigo en busca de beneficios. Y puesto que los americanos no tenían un ejército profesional entrenado y generalmente luchaban a la manera de las guerrillas, adecuada a los bosques pero no a los cultivados campos de batalla de Europa, eran considerados cobardes por los británicos.
A los americanos, por su parte, los británicos les parecían autoritarios, esnobs y tiránicos.
Cada una de las partes pensaba que había ganado la guerra contra los franceses sin mucha ayuda de la otra y hasta pese al obstáculo decidido de la otra. Para los británicos, la guerra la había ganado el ejército regular en la decisiva batalla de Quebec de 1759. Para los americanos, había sido ganada en interminables batallas contra los indios interminables pequeñas escaramuzas y el sufrimiento de una cantidad de matanzas de mujeres y niños. Había sido una guerra en la que habían conquistado heroicamente Louisburg sólo para que los británicos la devolviesen pusilánimemente. Una guerra en la que los británicos habían sido vergonzosamente derrotados en Fort Duquesne y fueron salvados de su completa aniquilación por los americanos.