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Isabel Allende - Amor

Aquí puedes leer online Isabel Allende - Amor texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2011, Editor: ePubLibre, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Isabel Allende Amor
  • Libro:
    Amor
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2011
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Amor: resumen, descripción y anotación

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Mi vida sexual comenzó temprano más o menos a los cinco años en el - photo 1

«Mi vida sexual comenzó temprano, más o menos a los cinco años, en el kindergarten de las monjas ursulinas, en Santiago de Chile.»

Con estas palabras, Isabel Allende inicia este compendio sobre amor y eros compuesto por fragmentos escogidos de sus obras, que esbozan a través de sus personajes la propia trayectoria vital de la autora: «Atrévete a amar». Si hay alguien capaz de describir con maestría, personalidad y humor la naturaleza caprichosa del amor, esa es Isabel Allende.

Esta recopilación de escenas de amor, seleccionadas de entre sus libros, son una invitación a sumergirse en la lectura, soñar y sonreír. La gran narradora chilena escribe abiertamente, haciendo un guiño a sus lectores, sobre sus experiencias en el sexo y el amor.

Isabel Allende Amor ePub r10 Achab1951 180713 Título original Amor - photo 2

Isabel Allende

Amor

ePub r1.0

Achab195118.07.13

Título original: Amor

Isabel Allende, 2011

Ilustraciones: Ana Juan

Editor digital: Achab1951

ePub base r1.0

ISABEL ALLENDE es una escritora chilena nacida en Lima Perú en agosto de - photo 3

ISABEL ALLENDE es una escritora chilena nacida en Lima Perú en agosto de - photo 4

ISABEL ALLENDE, es una escritora chilena nacida en Lima, Perú, en agosto de 1942. Inició sus estudios en su propia casa, hasta que en 1953 su familia se trasladó a Bolivia y después Beirut, asistiendo en esta última ciudad a un colegio privado inglés. Desde 1959 trabajó para Naciones Unidas en la FAO, viajando a partir de entonces por Europa por razones de trabajo. Desde 1967 hasta 1973 trabajó como periodista en Chile y también en televisión. En 1973, como consecuencia del golpe de estado en su país, se exilió a Venezuela, trabajando también como periodista en Caracas. Retornó a Chile en 1988. En la actualidad, vive en California. Es la escritora en lengua española más leída de todos los tiempos, ha cultivado el periodismo, la novela los cuentos infantiles y el teatro. Su obra se cataloga como realismo mágico. Su lenguaje es sencillo, claro y pleno de contenido, y siempre marcado con acento feminista. Ha vendido millones de copias de sus libros, con traducciones a multitud de idiomas. También ha obtenido numerosos galardones por sus obras, como el Premio Nacional de Literatura de Chile en 2010, y desde 2004 es miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras.

El despertar

¡Qué lástima que el ardor alborotado se transforme en amor calmado! A mí lo que me gusta es el alboroto.

(De Vida y espíritu)

Desperté al misterio de la sexualidad a los ocho años con un episodio que conté en mi primera memoria, Paula. Esa aventura de infancia pudo haber conducido a una violación, aunque no alcanzó a serlo, y terminó con un crimen que seguramente no estaba relacionado con lo ocurrido, pero en mi alma siempre ambos hechos estarán ligados. Causa y efecto, pecado y castigo. Los hechos se confunden en mi memoria, no sé en qué orden sucedieron, ni manto hay de cierto y cuánto he inventado, lo único que recuerdo bien es la emoción: una mezcla explosiva de curiosidad, placer, miedo y culpa, que no he vuelto a sentir con la misma intensidad. Mi experiencia fue simple y puede contarse en pocas frases: un pescador me encontró en la playa, me dio a comer un erizo de mar y luego me llevó al bosque, donde me acarició; poco después lo mataron en una riña. Sesenta años más tarde, para mí siguen siendo inseparables el sexo de un hombre y el sabor a yodo y sal del erizo, éste es el tipo de fijación que la gente supera con psicoanálisis, pero yo prefiero exorcizar mis demonios con la escritura, «y entonces se quedó mirándome con una expresión indescifrable y de pronto tomó mi mano y la puso sobre su sexo. Percibí el bulto bajo la tela húmeda del bañador, algo que se movía, como un grueso trozo de manguera; traté de retirar la mano, pero él la sostuvo con firmeza, mientras susurraba con una voz diferente que no tupiera miedo, no me haría nada malo, sólo cosas ricas. El sol se volvió más caliente, la luz más lívida, el rugido del océano más abrumador, mientras bajo mi mano cobraba vida esa dureza de perdición.» En varias de mis novelas he explorado la fuerza brutal de los sentimientos que acompañan el descubrimiento de la sexualidad en una niña o un niño. Casi siempre el relato es vehemente o violento, como fue mi experiencia y como suelen ser las pasiones infantiles, cuando carecemos del freno de la razón y de ese barniz de cinismo que adquirimos con los años, después de varios tropiezos y desilusiones. A veces, sin embargo, he tratado el tema con humor, como en el caso de Rolf Carié y sus primas gordinflonas en Sipama; así, entre risas y besos, me hubiera gustado que fuese mi propio despertar.

L as primas de Rolf Carié eran requeridas en amores por un par de pretendientes, que descendían en línea directa de los fundadores de la Colonia, dueños de la única industria de velas de fantasía, cuya producción se vendía en todo el país y más allá de las fronteras. La fábrica todavía existe y es tanto su prestigio, que en ocasión de la visita del Papa, cuando el Gobierno mandó hacer un cirio de siete metros de largo y dos de diámetro para mantenerlo encendido en la Catedral, no sólo pudieron moldearlo a la perfección, decorarlo con escenas de la pasión y aromatizarlo con extracto de pino, sino que también fueron capaces de trasladarlo en un camión desde la montaña hasta la capital bajo un sol de plomo, sin que perdiera su forma de obelisco, su olor de Navidad ni su tono de marfil antiguo. La conversación de los dos jóvenes giraba en torno a los moldes, colores y perfumes de las velas. A veces resultaban algo aburridos, pero ambos eran guapos, bastante prósperos y estaban impregnados por dentro y por fuera con el aroma de la cera de abejas y de las esencias. Eran los mejores partidos de la Colonia y todas las muchachas buscaban pretextos para ir a comprar velas con sus más vaporosos vestidos, pero Rupert había sembrado la duda en sus hijas de que toda esa gente, nacida por generaciones de las mismas familias, tenía la sangre aguada y podía producir vástagos fallados. En franca oposición a las teorías sobre las razas puras, creía que de las mezclas salen los mejores ejemplares y para probarlo cruzó sus perros finos con bastardos callejeros. Obtuvo bestias lamentables de impredecibles pelajes y tamaños, que nadie quiso comprar, pero que resultaron mucho más inteligentes que sus congéneres con pedigrí, como se vio cuando aprendieron a caminar sobre una cuerda floja y bailar vals sobre las patas traseras. Es mejor buscar novios fuera, decía, desafiando a su amada Burgel, quien no quería oír hablar de esa posibilidad; la idea de ver a sus niñas desposadas con varones morenos y con un vaivén de rumba en las caderas le parecía una horrible desgracia. No seas obtusa, Burgel. Obtuso eres tú, ¿quieres tener nietos mulatos? Los nativos de este país no son rubios, mujer, pero tampoco son todos negros. Para zanjar la discusión, ambos suspiraban con el nombre de Rolf Carié en los labios, lamentando no disponer de dos sobrinos como él, uno para cada hija, porque si bien existía un parentesco sanguíneo y el antecedente del retardo mental de Katharina, podrían jurar que Rolf no era portador de genes deficientes. Lo consideraban el yerno perfecto, trabajador, educado, culto, con buenos modales, más no se podía pedir. Su juventud excesiva constituía por el momento su única falla, pero todo el mundo se cura de eso. Las primas tardaron bastante en ponerse a tono con las aspiraciones de sus padres, porque eran doncellas inocentes, pero cuando se despabilaron dejaron muy atrás los preceptos de modestia y recato en que habían sido criadas. Percibieron el incendio en los ojos de Rolf Carié, lo vieron entrar como una sombra en su habitación para hurgar furtivamente en sus vestidos y lo interpretaron como síntomas de amor. Hablaron del asunto entre ellas, contemplando la posibilidad de amarse platónicamente entre los tres, pero al verlo con el torso desnudo, el pelo de cobre revuelto por la brisa, sudando con las herramientas del campo o de la carpintería, fueron cambiando de parecer y llegaron a la feliz conclusión de que Dios había inventado dos sexos con un propósito evidente. Eran de carácter alegre y estaban acostumbradas a compartir el cuarto, el baño, la ropa y casi todo lo demás, de modo que no vieron malicia alguna en repartirse también al amante. Por otra parte, les resultaba fácil deducir el excelente estado físico del muchacho, cuyas fuerzas y buena voluntad alcanzaban para cumplir las pesadas faenas exigidas por el tío Rupert y, estaban seguras, sobrarían para retozar con ellas. Sin embargo, la cosa no era tan simple. Los habitantes del pueblo carecían de la amplitud de criterio para entender una relación triangular y hasta su padre, a pesar de sus alardes de modernismo, nunca la toleraría. De la madre ni hablar, era capaz de coger un cuchillo y clavárselo al sobrino en la parte más vulnerable.

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