Agradecimientos
Quiero expresar mi más profundo agradecimiento a las personas que hicieron posible el nacimiento de este libro. A Antonio Torrado Monge, presidente y director general de Publimetro, y a Alfredo González, director editorial del mismo periódico, por haber creído ciegamente en mi columna “Exclusivo para hombres”. Muy especialmente agradezco a todos mis lectores y sus controvertidas historias de vida, porque sin ellos no se hubiera podido cristalizar este proyecto. A César Gutiérrez, quien a nombre de Grijalbo me invitó a escribir el libro. Gracias también a ti, que en este momento tienes este ejemplar de Exclusivo para hombres en tus manos.
Prólogo
Suena mi celular:
—Manuel, estoy por publicar un libro. ¿Me escribirías el prólogo?
—Sí, Yazmín, con mucho gusto.
Yo y mi bocota. Horas después aquí estoy frente a la hoja en blanco, con la mente del mismo color. El título del libro comienza a operar en mí: Soy un hombre desesperado. ¿Cómo voy a escribir el prólogo de un libro, yo que nunca he escrito uno? —ni prólogo ni libro—. Si bien soy escritor desde hace 40 años, mi lucha con la sintaxis ha sido en la arena de la televisión, donde la afición es menos exigente.
Sé que prologar un libro es un honor y como tal lo agradezco, pero respeto mucho la letra impresa. Más o menos dos cuartillas —me dijo Yazmín—, mas si consideramos que la primera edición será, supongamos, de 10 000 ejemplares, significa que las 20 000 páginas que contenga mi engendro equivalen, más o menos, a ¡dos árboles menos! Se me van a echar encima los ecologistas.
¡Dios! ¿Por qué no mejor le sugerí a Yazmín que su libro, el cual seguro estoy va a ser uno de los éxitos editoriales del año, se lo prologara Carlos Monsiváis, quien entre sus incontables méritos tiene el récord Guiness como el más prolífico autor de prólogos en el mundo?
Sin embargo, como diría Sabrina, la filósofa del table dance: a lo hecho pecho. Lo primero que me vino a la cabeza al leer los artículos que componen la obra que trato de prologar, fue un libro publicado en 1971, El varón domado, de Esther Vilar. La edición provocó un escándalo por su premisa fundamental: las mujeres no son sojuzgadas por los hombres, sino que son ellas las que controlan a los hombres para sacar ventaja de ellos sin que se den cuenta. Por escandaloso y controvertido el libro se constituyó en un best-seller. Un bestseller, ya se sabe, es un libro que se pone de moda, por eso muchos lo compran, aunque pocos lo leen. Yo fui de estos últimos. El varón domado reposa en mi librero desde hace tres décadas. O mejor dicho reposaba, en este momento lo tengo frente a mí y leo: “La mujer es una empedernida explotadora que obtiene su bien capital de su mera anatomía”. ¡Bolas! Más adelante dice: “Los hombres han sido acostumbrados y condicionados por las mujeres, en forma no muy diferente a lo que hacía Pavlov con su perro, para convertirse en sus esclavos. En compensación por su trabajo las mujeres les dan a los hombres un uso periódico de sus vaginas”. ¡Mofles! Y no le sigo porque ahora las que se me van a echar encima son las feministas.
Treinta y siete años después de la publicación del libro de la doctora germano-argentina Vilar, la periodista mexico-chilanga Alessandrini decide, como ella textualmente dice, “abanderar las causas de los hombres”. Pero hay una gran diferencia entre El varón domado —que tenía yo en mi librero— y Exclusivo para hombres —que tiene usted en sus manos—. En el libro de la doctora Vilar se respira un aire beligerante, un tono deliberadamente provocador. Esther se atreve a decir que hombres y mujeres “de ninguna manera pueden ser amigos, a menos que sean homosexuales”. Por el contrario, y afortunadamente, en el libro de Yazmín campea un tono gozoso, humorístico. En él descubro un afán didáctico, sin ropaje de solemnidad, que tiene como objetivo optimizar las relaciones de pareja; evitar lo que se ha llamado “la guerra de los sexos”. Ahora bien, sin duda, la señora Alessandrini es una mujer sensible e inteligente y como tal, sospecho que eso del abanderamiento de las causas de los hombres no es otra cosa que una manera de seducir lectores. Y una vez seducidos, de soslayo y como quien no quiere la cosa, en algunos de sus artículos —“Por qué los hombres no llaman”, “Mi mujer ya no me seduce”, “El tamaño sí importa. Hay carteras chicas y carteras grandes” y “¿Cuántos orgasmos tuviste?”, por poner unos ejemplos— expone la falta de sensibilidad del género masculino; nos da una verdadera cátedra de educación sexual, y de manera muy mona y harto divertida, nos dice cuán egoístas e ignorantes de los sentimientos y de las sensaciones de la mujer somos en nuestras relaciones sentimentales y sexuales; qué estúpidos y vanidosos andamos los varones domados o en libertad. No sigo porque no quiero echarme encima a los machistas, a éstos sí les huyo.
Pero también, justo es reconocerlo, y aunque parezca paradójico, la escritora cumple con su posicionamiento de la defensa de los motivos y las razones masculinas. Anticipadamente remitiré a los lectores, de indistinto género, a los artículos “Dime cuánto ganas y te diré cuánto te amo”, “La otra no siempre es una mala mujer”, “Las mujeres los prefieren cabrones”, “La infidelidad conserva matrimonios” y el consolador —en todos sentidos— “El tamaño no importa”, que son una muestra del conocimiento y la comprensión que la autora tiene de las características, usos y costumbres de nosotros los hombres, y que al mismo tiempo es para sus lectoras una versión moderna de aquella sección que Chabelo hacía, llamada: “Lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer”.
Lectora, lector: si aún estás ahí, ante tus ojos tienes un libro cien por ciento recomendable para pasar un buen rato, para divertirte y aprender sobre la naturaleza humana.
Lector, lectora: cualquiera que sea tu género y número, ante tus ojos tienes un espejo en el que te verás reflejado. Los invito a pasear por las letras que a continuación encontrarán y que fueron escritas con amor por Yazmín Alessandrini. Ella, parafraseando el antiguo refrán castellano, le dice a Pedro para que entienda Juana y a Juana para que entienda Pedro.
M ANUEL R. A JENJO
Introducción
Como analista de política, escribí una columna semanal en el diario Publimetro, titulada “El Circo Político”, la cual tuvo gran éxito, principalmente porque los lectores se sintieron atraídos por la forma de manejar este tipo de noticias, diferentes por su matiz ligeramente humorístico e informal.
Muchos jóvenes expresaron su opinión y por primera vez empecé a recibir correos electrónicos de universitarios que en raras ocasiones muestran interés por temas políticos.
Cada semana recibí cartas de personas externando su opinión respecto a la forma en que la política influye en todo lo concerniente a nuestra vida diaria, algunas cartas manifestaban cierta inquietud basada en las leyes civiles, y como éstas se muestran extremadamente arbitrarias y en gran parte favorecen a los intereses de la mujer, que no duda en ejercer todo tipo de artimañas para dejar a su ex esposo literalmente en la calle; realmente me sorprendió cómo puede una persona aniquilar a quien alguna vez le prometió amor eterno.
Por esta razón, decidí escribir acerca de una iniciativa de ley propuesta en Alemania por la legisladora Garielle Pauli, en donde pide que se contemple que los matrimonios tengan un plazo temporal, y si al término de éste no hubo afinidad en la pareja, el matrimonio queda disuelto ¡automáticamente!