• La «Cronología» se centra sobre todo en acontecimientos mencionados o aludidos en el libro. Sirve para lo que sirven las cronologías. No pretenden ser historias completas de nada, y no lo son.
• La sección «Términos del arte» contiene definiciones explicativas y exposiciones de los términos y conceptos clave que aparecen en el texto principal. Como se puede deducir de su extensión, es bastante más que un glosario convencional. Incluye perspectivas alternativas sobre muchas ideas expuestas en el texto, y desarrolla alguna por nuevos caminos.
• La sección «Notas» contiene el material que, en un contexto académico», aparecería como notas a pie de página. Matiza el texto y aporta algunas referencias técnicas adicionales sobre puntos concretos. Y hasta tiene un par de poemas.
• La breve sección «Lecturas recomendadas» no es una lista rutinaria de libros divulgativos, ni de libros de texto, sino un conjunto cuidadosamente evaluado de recomendaciones para profundizar en el espíritu del texto, y centrado en las fuentes primarias.
Espero que ya hayas disfrutado del frontispicio, que marca de forma bella el tono para nuestra reflexión.
También hay unas «Instrucciones de uso»... pero eso ya lo sabías.
La pregunta
Este libro es una larga reflexión sobre una sola pregunta:
¿Encarna el mundo ideas bellas?
Nuestra pregunta puede parecer extraña. Las ideas son una cosa, los cuerpos físicos otra muy distinta. ¿Qué quiere decir «encarnar» una «idea»?
Encarnar ideas es lo que hacen los artistas. Partiendo de ideas visionarias, los artistas producen objetos físicos (o productos cuasifísicos, como partituras que se convierten en sonido). Nuestra pregunta bella, entonces, es parecida a esta:
¿Es el mundo una obra de arte?
Planteada de esta forma, nuestra Pregunta conduce a otras. Si tiene sentido considerar el mundo como una obra de arte, ¿es una obra de arte lograda? ¿Es el mundo físico, considerado como una obra de arte, bello? Para conocer el mundo físico recurrimos al trabajo de los científicos, pero si queremos hacer justicia a nuestras preguntas debemos reclutar también las percepciones y las contribuciones de los artistas dispuestos a ayudarnos.
Cosmología espiritual
Nuestra Pregunta es muy natural en el contexto de la cosmología espiritual. Si un Creador energético y poderoso hizo el mundo, tal vez lo que Le —o La, o Les o Lo— impulsó a crearlo fuera hacer algo bello, precisamente. Con todo lo natural que pueda ser esta idea, cabe poca duda de que no es una idea ortodoxa, según la mayoría de las tradiciones religiosas. Al Creador se le han atribuido muchas motivaciones, pero la ambición artística no suele hallarse entre las más prominentes.
En las religiones abrahámicas, la doctrina convencional sostiene que el Creador pretendía engendrar algún tipo de combinación entre la bondad y la rectitud, y crear un monumento a Su propia Gloria. Las religiones animistas y politeístas han concebido seres y dioses que crean y gobiernan distintas partes del mundo con toda clase de motivos, con un espectro que abarca desde la benevolencia hasta la lujuria sin olvidar la exuberancia despreocupada.
En un plano de mayor altura teológica, se dice a veces que las motivaciones del Creador son tan formidables que los finitos intelectos humanos no pueden esperar comprenderlos. En vez de eso, se nos dan revelaciones parciales que debemos creer, no analizar. O, alternativamente, Dios es Amor. Ninguna de estas ortodoxias contradictorias ofrece razones acuciantes para esperar que el mundo encarne ideas bellas; ni insinúan que debamos esforzarnos por hallar esas ideas. La belleza puede formar parte de su narración cósmica, pero suele relegarse a un papel marginal, no al corazón del asunto.
Muchos espíritus creativos, sin embargo, se han inspirado en la idea de que el Creador podría ser, entre otras cosas, un artista cuyas motivaciones estéticas podemos apreciar y compartir. O incluso, ya en una especulación audaz, que el Creador sea ante todo un artista creativo. Esos espíritus se han implicado en nuestra Pregunta, de maneras diversas y evolutivas, a lo largo de muchos siglos. Inspirados por ella, han generado una filosofía profunda, una gran ciencia, una literatura cautivadora y una imaginería impresionante. Algunos han producido trabajos que combinan varios, si no todos, de esos rasgos. Esos trabajos conforman una veta de oro que recorre oculta nuestra civilización.
Galileo Galilei hizo de la belleza del mundo físico un punto central de su propia fe profunda, y se lo recomendó a todos:
La grandeza y la gloria de Dios brillan maravillosamente en todos Sus trabajos, y puede leerse sobre todo en el libro abierto de los cielos.
... Como también hicieron Johannes Kepler, Isaac Newton y James Clerk Maxwell. Para todos estos buscadores, encontrar la belleza encarnada en el mundo físico, reflejando la gloria de Dios, era el objetivo de su búsqueda. Inspiró su trabajo y santificó su curiosidad. Y, con sus descubrimientos, su fe resultó recompensada.