Adam Smith - La mano invisible
Aquí puedes leer online Adam Smith - La mano invisible texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Género: Ordenador. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:La mano invisible
- Autor:
- Genre:
- Índice:3 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
La mano invisible: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "La mano invisible" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
La mano invisible — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" La mano invisible " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
El decisivo tratado de Adam Smith sobre el mercado libre allanó el camino al capitalismo moderno argumentando que la competencia es el motor de una sociedad productiva y que el interés propio en última instancia logrará enriquecer a toda la comunidad, como si de una «mano invisible» se tratara. A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido.
Adam Smith
ePub r1.0
Titivillus 23.05.16
Título original: The Invisible Hand
Extracto de La riqueza de las naciones
Adam Smith, 1759
Traducción: Jesús Cuéllar
Editor digital: Titivillus
Aporte original: Spleen
ePub base r1.2
ADAM SMITH (16 de junio de 1723-17 de julio de 1790) fue un economista y filósofo escocés, uno de los mayores exponentes de la economía clásica.
Adam Smith basaba su ideario en el sentido común. Frente al escepticismo, defendía el acceso cotidiano e inmediato a un mundo exterior independiente de la conciencia. Smith creía que el fundamento de la acción moral no se basa en normas ni en ideas nacionales, sino en sentimientos universales, comunes y propios de todos los seres humanos.
En 1776, publicó La riqueza de las naciones, sosteniendo que la riqueza procede del trabajo de la nación. El libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación y acumulación de la riqueza, temas ya abordados por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith. Gracias a este trabajo, que fue el primer estudio completo y sistemático del tema, Smith se conoce como el padre de la economía.
La división del trabajo
Puede decirse que, en todas partes, la más importante mejora de las capacidades productivas del trabajo y la mayor parte de la habilidad, la destreza y el raciocinio con los que éste se desempeña o aplica tiene su origen en la división del mismo.
Más fácilmente se comprenderán las consecuencias de la división del trabajo sobre la organización general de la sociedad al considerar de qué manera opera en determinadas manufacturas. Suele suponerse que se lleva a su extremo en algunas de las más insignificantes; no quizá que se utiliza realmente con más profusión en ellas que en otras de mayor relevancia, sino que en esas manufacturas insignificantes únicamente destinadas a cubrir las pequeñas necesidades de un reducido número de personas, la cantidad total de trabajadores debe necesariamente ser pequeña y los ocupados en cada uno de los ramos del trabajo pueden con frecuencia reunirse en el mismo lugar y estar a la vista de cualquiera. Por el contrario, en las grandes manufacturas destinadas a cubrir las necesidades más importantes de la mayoría del pueblo, cualquier ramo de trabajo diferente se sirve de un número tan grande de operarios que es imposible reunirlos a todos en el mismo lugar. De una sola vez, sólo es habitual ver a los empleados en un único ramo. Por consiguiente, aunque en esas manufacturas el trabajo puede realmente dividirse en un número de partes mucho mayor que en las de naturaleza más insignificante, la división, al no ser en modo alguno tan evidente, se ha practicado con mucha menos frecuencia.
Así, citaremos el ejemplo de una manufactura muy insignificante, pero en la que se ha observado muy a menudo el uso de la división del trabajo: se trata del oficio de fabricante de alfileres, en el que es poco probable que un trabajador no preparado para esa actividad (que la división del trabajo ha convertido claramente en oficio), ni familiarizado con el uso de la maquinaria en ella utilizada (a cuya invención probablemente esa misma división del trabajo haya dado lugar), hubiera podido, con toda su industria, fabricar un alfiler al día, y no digamos fabricar veinte. Pero tal como ahora se realiza esta actividad, no sólo toda ella constituye un oficio independiente, sino que se divide en varios ramos, de los cuales la mayor parte son a su vez y en sí mismos oficios. Un hombre estira el alambre, otro lo endereza, un tercero lo corta, un cuarto lo afila y un quinto embota la punta para encajar la cabeza; para fabricar ésta se precisan tres operaciones distintas; colocarla es una actividad independiente, otra es blanquear los alfileres y es incluso un oficio en sí mismo envolverlos en papel; de este modo, la importante labor de fabricar un alfiler queda dividida en unas dieciocho operaciones distintas, que en algunas manufacturas son todas ellas ejecutadas por diferentes manos, aunque en otras el mismo hombre hace en ocasiones dos o tres de ellas. He visto una pequeña manufactura como ésta en la que sólo trabajaban diez hombres y donde, por tanto, algunos de ellos desempeñaban dos o tres operaciones distintas. Pero aunque eran muy pobres y por tanto no estaban bien provistos de la maquinaria necesaria, sí podían, con el debido esfuerzo, fabricar entre todos unas doce libras de alfileres al día. En una libra entran más de cuatro mil alfileres de tamaño medio. De ese modo, esas diez personas podrían fabricar entre todas más de cuarenta y ocho mil alfileres diarios. De suerte que se podría decir que cada persona, si hiciera una décima parte de cuarenta y ocho mil alfileres, estaría fabricando cuatro mil ochocientos diarios. Sin embargo, si todas se hubieran afanado por su cuenta e independientemente, sin que ninguna hubiera sido adiestrada para esa tarea concreta, sin duda cada una no habría siquiera podido fabricar veinte alfileres, quizás ni siquiera uno al día; es decir, sin duda no la parte doscientos cuarenta y quizá no la parte cuatro mil ochocientos de lo que en este momento todos pueden fabricar gracias a una división y combinación adecuadas de sus diferentes operaciones.
En cualquier otro arte y manufactura, los efectos de la división del trabajo son similares a los que se aprecian en esta insignificante tarea; aunque, en muchos de ellos, el trabajo, o bien no puede dividirse tanto, o bien no puede reducirse a operaciones tan sencillas. La división del trabajo, sin embargo, cuando puede introducirse, ocasiona en todas las artes un aumento proporcional de las capacidades productivas. Parece que la separación entre sí de los distintos oficios y actividades ha tenido lugar en razón de esta ventaja. Igualmente, donde esta separación se lleva más lejos es en aquellos países que cuentan con el más alto grado de diligencia y progreso; lo que en una sociedad en estado tosco es obra de un solo hombre, suele ser obra de varios en una sociedad adelantada. En cualquier sociedad adelantada, el campesino no suele ser más que campesino y el menestral, sólo menestral. De igual manera, el trabajo necesario para producir cualquier manufactura completa está casi siempre dividido entre un gran número de manos. ¡Cuántos oficios diferentes se utilizan en cada ramo de las hilaturas de lino y lana, desde los que cultivan el primero a los que recogen el vellón, pasando por los que blanquean y alisan el lino hasta llegar a los tintoreros y tundidores de la tela! En verdad, por su naturaleza, la agricultura no permite subdividir hasta tal punto el trabajo, ni tampoco separar tan completamente una actividad de otra, como se hace en las manufacturas. Es imposible separar la actividad del pastor tan enteramente de la del cultivador de grano como se hace comúnmente entre las del carpintero y el herrero. Quien hila no suele ser casi nunca el mismo que teje, pero el que ara, grada, arroja la simiente y cosecha el grano sí suele ser el mismo. Como la ocasión de desempeñar esas distintas funciones se repite en diferentes épocas del año, sería imposible que un único hombre se dedicara constantemente a realizar cada una de ellas. Quizá esta imposibilidad de establecer una separación total y absoluta entre las diferentes tareas de la labor agrícola sea la causa de que la mejora de las capacidades productivas en este oficio no siempre haya seguido el paso a la apreciada en las manufacturas. Verdaderamente, las naciones más opulentas suelen superar a todos sus vecinos tanto en la agricultura como en las manufacturas, pero lo normal es que se distingan más en las segundas que en la primera. En general, sus tierras están mejor cultivadas y, al disponer de más mano de obra y más caudales, producen más en relación con la extensión del terreno y su natural fertilidad. Pero esta superioridad en la producción pocas veces guarda relación con la mayor cantidad de mano de obra y de capital invertidos. En la agricultura, el trabajo del país rico no siempre es mucho más productivo que el del pobre, o, por lo menos, nunca lo es tanto como suele serlo en las manufacturas. Por consiguiente, el grano del país rico, en el mismo grado de calidad, nunca llegará más barato al mercado que el del pobre. El grano de Polonia, en el mismo grado de calidad, es tan barato como el de Francia, a pesar de la superior opulencia y desarrollo de esta última. El grano francés, en las provincias que lo producen, es igual de bueno, y en la mayoría de los años tiene casi el mismo precio que el de Inglaterra, aunque, en cuanto a opulencia y desarrollo, Francia sea quizá inferior a Inglaterra. No obstante, las regiones ricas en cereales de la segunda están mejor cultivadas que las de la primera, y se dice que las de Francia están mucho mejor cultivadas que las de Polonia. Sin embargo, aunque el país pobre, a pesar de la inferioridad de sus cultivos, pueda en cierta medida rivalizar con el rico por la baratura y calidad de su grano, no podrá aspirar a tal competencia en sus manufacturas; por lo menos cuando éstas convengan al suelo, el clima y la situación del país rico. Las sedas de Francia son mejores y más baratas que las de Inglaterra, ya que sus manufacturas de ese tejido, por lo menos con los elevados aranceles que hoy día pesan sobre la importación de seda cruda, se adaptan menos al clima de Inglaterra que al de Francia. Pero las herramientas de metal y los tejidos de lana ordinaria de Inglaterra son sin duda alguna mejores que los de Francia, y también mucho más baratos en el mismo grado de calidad. En Polonia se dice que escasea cualquier tipo de manufactura, a excepción de algunas de las más corrientes para el hogar, sin las que ningún país puede realmente subsistir.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «La mano invisible»
Mira libros similares a La mano invisible. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro La mano invisible y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.