Contra la mentira
A la virtud fiel
Del amor
A ti que reconoces
La oración del ala
A mis niños en pie
A los que son mi alegría
En la boca del corazón
Todas estas palabras entre páginas
Y este combate vencedor.
Ocuparse de los drogadictos, ayudarles a encontrar una personalidad perdida, darles el gusto de amar y de trabajar, es el cometido que Lucien Engelmajer se propuso desde hace mucho tiempo.
En el marco de 180 diferentes lugares de vida, extendidos por toda Europa, entre los que podemos citar el de la Boère en Saint-Paul-Sur-Save en el Languedoc francés, donde Engelmajer empezó su labor, viven las correspondientes comunidades de toxicómanos de los cuales más de un 80% tienen la certeza de curarse y de reinsertarse.
En un bello libro lleno de calor humano y de pasión, que se vive y se lee como una novela, Le Patriarche cuenta su experiencia, sus luchas y da la esperanza a las familias, a los jóvenes y a todos los que se han visto afectados por este problema.
Lucien Engelmajer
Le Patriarche
para los toxicómanos: la esperanza
ePub r1.1
Hoshiko19.12.13
Título original: Le Patriarche
Lucien Engelmajer, 1983
Editor digital: Hoshiko
ePub base r1.0
Notas
Entre dos días
La iluminación sutil
de los grandes árboles
del cielo
¿Es el loco de infierno
que prepara su noche
o bien este amor fuego
que suena en la voz?
Simplemente el tiempo
a bordo de un crepúsculo
Es la noche de la estrella
Llueve por vellocinios
Un tahalí lascivo
escamotea los haces
algunas hojas de bóvedas
forman templos y mares
Se imagina mal
una imaginación
La perfecta voluta
hace el decorado infinito
del que viaja al viento
No temo más que
un silencio
que cae sobre la lanza
y escribo lentamente
las palabras de mi imagen
Todo es sencillo
Insólito
tan puro y demasiado
hermoso
Se descubre la tablilla
entre los inauditos
Demasiadas palabras que
se acercan
¿para decirme qué?
Silencio
No tengo derecho
Paso entre las piedras
de un espacio aparecido
y la tierra daña
a mis lágrimas de frente
Tengo la cabeza en astillas
y sin embargo el sol
estaba en ayunas
esa mañana
Una pantalla en mí
se dispersa se cierra
Es la noche que chorrea
todo a lo largo de su noche
Sol arborescente
te levantaste esa mañana
padeciendo del alma y yo
clamo mi ausencia
Mi memoria se bate
Te amo
Faltas a mi
ausencia
Lamothe 11 de agosto de 1982
PRÓLOGO
La Boère nació alrededor de un hombre y su mujer que fueron al campo a vivir de otra forma, dejando de lado el éxito social y financiero, el consumo pasivo —sin la estrecha perspectiva del éxito de una pareja y una vida social familiar egoísta— empujados por el deseo de abrir un diálogo auténtico con los jóvenes respetando su personalidad y fundando una verdadera pedagogía.
Entre estos jóvenes, los toxicómanos les parecieron las víctimas más patéticas del malestar moderno, siendo el hospital psiquiátrico o la cárcel, las únicas respuestas de la sociedad a su grito de angustia.
Conscientes de que no existía ninguna estructura que diese al toxicómano una razón de vivir, bastante fuerte, como para renunciar al suicidio por la droga, Luden Engelmajer y su mujer Réna encontraron urgente reaccionar. De este modo el proyecto pedagógico se precisó en el sentido de la ayuda a los toxicómanos. Entonces fue cuando empezó la edificación de un lugar de vida y la búsqueda de una práctica que ayudara a éstos jóvenes a recuperar la esperanza. Así encuentran en La Boère una vida nueva en la que Luden y Réna están siempre a su estucha.
No esperéis de este libro una exposición teórica sobre la droga. Os hablará del combate presente, del que construye el porvenir, del que transforma la utopía en realidad.
Es la historia del éxito de esta empresa con sus luchas, sus dudas, sus momentos de decepción o de alegría, sus fiestas y sus esperanzas.
Jacqueline M EISTERSHEIM
y
Yves G ILBERT
INTRODUCCIÓN
En general, los hombres temen los problemas y muchas veces ni quieren saber que existen. Se necesita una responsabilidad moral y colectiva para conocer, comprender y al fin resolver los problemas de la toxicomanía.
En este momento, una cuarta parte de los jóvenes que tienen entre doce y veinticinco años utilizan con más o menos regularidad hierba, o ácido. En este estado de cosas, en dos o cuatro años habrá varios miles de toxicómanos, duros o suaves, enganchados. Por eso nuestro esfuerzo debe dirigirse en varias direcciones.
En primer lugar informar, en segundo prevenir y por fin parar y curar a los que ya son adictos, ya que un toxicómano es forzosamente un prosélito, muchas veces por necesidad y/o también por el gusto de compartir la fiesta.
Este libro pretende dar a conocer una experiencia, que se sitúa entre las muy pocas que consiguen resultados positivos. Y así devolver la esperanza a los que están gravemente enganchados (si, podemos salir de ello y vivir maravillosamente ¡incluso, aunque ciertos psiquiatras no lo crean!).
Hay que lanzar un grito de alarma y preguntar: ¿por qué?, ¿cómo?, ¿qué hacen?
El toxicómano es nuestro hermano, nuestro hijo, nuestro amigo, no el otro, desconocido, como en los accidentes de coche o el cáncer. Porque llevamos, como dice el Patriarca, nuestro fardo del futuro de los demás y de nuestro nacimiento.
La estructura familiar, desacreditada por unos y perturbada por otros, es perfectamente válida en su conjunto desde el momento en que hay una relación verdadera, un diálogo abierto, desde el momento en que existe la libertad de ser auténtico. Es necesario entonces volver a enseñar al toxicómano a comunicarse, a dialogar, permitirle armonizarse naturalmente con el mundo, y es ahí en donde la experiencia del Patriarca, nos aporta.
Esta experiencia no es solitaria: la familia está incluida. Culpabilizar a los padres no sirve de nada, hay que informarlos, hacerlos participar en todo.
Son ellos (incluso imperfectos) la base de cualquier éxito en todos los campos en los que los hijos están implicados.
En La Boère, se ha creado un lugar de vida que debería obtener el consentimiento de todos y el apoyo de las correspondientes instituciones.
Parece aberrante ver rechazado a todo este importante grupo de jóvenes. Su potencial es excepcional, y su coraje edificante.
Al permitirles crear, a ellos mismos, sus condiciones de vida, sus talleres, concretizar su poder de imaginación e incluso a veces sus fantasmas, el Patriarca ha sabido adaptarse a ellos.
Vivir en La Boère, es ver realizarse una cierta forma de felicidad en condiciones difíciles.
Aunque algunas normas son obligatorias: no hay droga, no hay alcohol, no hay medicamentos de sostén, hay que levantarse a la hora acordada y participar en las organización del trabajo, el aprendizaje de la verdadera vida se funda en la libertad y en el amor.