Con la maestría que le caracteriza y la experiencia de su dilatada carrera periodística, Ernesto Ekaizer describe en El crispavirus la reedición de un ciclo de la historia política contemporánea de España. Un ciclo de política dura. Un ciclo de polarización extrema, esta vez sin terrorismo. Un ciclo que precede con su virulencia —o pretende hacerlo— los cambios gubernamentales en nuestro país. Se trata de un método conocido, que podemos llamar de larga descomposición política provocada, que ya se aplicó en 1993-1996, en 2004-2011, en 2016-2018 y ahora mismo, en unos momentos en los que España está asediada por las consecuencias sociales y económicas de la COVID-19. Si esa descomposición provocada logró abrir paso finalmente a la alternancia durante una larga época de hegemonía del bipartidismo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del Partido Popular (PP), ¿por qué esa estrategia habría de fracasar ante un Gobierno, el de PSOE y Unidas Podemos, que carece de mayoría parlamentaria y se muestra incapaz de tejer alianzas sólidas y duraderas?
Pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros.
P RÓLOGO
L A «CRISPACIÓN DE E STADO» PERMANENTE
E l 2 de mayo de 2020 a las 9:37 horas envié a un magistrado, cuyo nombre, precisamente por su relevancia, decido guardar en reserva, mi crónica política sobre el coronavirus y el poder.
Estaba encabezada por el siguiente diálogo del segundo acto, escena segunda, de La tragedia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, escrito por William Shakespeare circa 1600.
P OLONIO
¿Qué está leyendo, mi señor?
H AMLET
Palabras, palabras, palabras.
P OLONIO
¿Y de qué tratan?
H AMLET
¿Entre quién?
P OLONIO
Digo, que ¿de qué trata el libro que leéis?
H AMLET
De calumnias, señor. Aquí dice el malvado satírico que los viejos tienen la barba blanca, las caras con arrugas, que vierten de sus ojos ámbar abundante y goma de ciruela; que padecen gran debilidad de piernas, y mucha falta de entendimiento. Todo lo cual, señor mío, aunque yo plena y eficazmente lo creo; con todo eso, no me parece bien hallarlo afirmado en tales términos, porque al fin, vos seríais sin duda tan joven como yo, si os fuera posible andar hacia atrás como el cangrejo.
P OLONIO
Aunque esto sea una locura, hay método en ella. ¿Queréis venir, mi señor, adonde no os dé el aire?
H AMLET
¿Adónde? ¿A mi tumba?
P OLONIO
Es cierto que allí no da el aire… ¡Con qué agudeza responde algunas veces!…
Después de transcribir el diálogo, a continuación ponía: «El Gobierno de Pedro Sánchez debe hacer frente a dos patógenos al mismo tiempo: el Coronavirus y el Crispavirus. El primero ataca a la población, a la vida social y a la economía; el segundo pretende llevarse por delante al Gobierno del PSOE-Unidas Podemos.
Unas horas más tarde, cuando el magistrado encontró un hueco, me escribió:
—Esto te da para otro libro.
Contesté:
—Has dado en el clavo. Esta crónica podría ser el guion.
Y cinco minutos más tarde replicó:
—Te he leído más de lo que tú te crees.
Heinrich Heine (Düsseldorf, 1797-París, 1856) decía que el historiador es un profeta retrospectivo, el que profetiza lo que ya ha ocurrido: «El historiador es un profeta que mira hacia atrás».
Sin embargo, en el caso que nos ocupa, a medida que uno avanzaba en la observación de la situación política a partir de las elecciones del 10 de noviembre de 2019, y miraba por el retrovisor, de frente se desarrollaban nuevos capítulos que iban encadenándose como eslabones a los anteriores. Y el puñado de personas, magistrados y fiscales entre ellos, con los que había compartido mi idea de escribir, me enviaban, mientras ya estaba en faena, mensajes con el asunto que había estallado y un apunte: «otro capítulo». Uno, por tanto, tenía la sensación, para retomar la afirmación de Heine, de ser un profeta de verdad, de los que miran hacia adelante.
En principio, se trataba de acometer la idea balzaquiana descrita en el prólogo de La Comedia humana : «El azar es el mejor novelista del mundo: para ser fructífero, solo tienes que estudiarlo. La sociedad francesa sería el historiador, yo solo sería el secretario».
Al ir hilando la crónica sobre hechos acaecidos hacía días o semanas, el historiador, es decir, la sociedad española, iba produciendo, como se ha apuntado, las escenas que daban con la horma del zapato, que encajaban en el puzle sin estar previstas. El libro se iba escribiendo solo, a cuenta de acontecimientos pasados, al tiempo que se sumaban nuevos episodios nacionales.
El crispavirus describe la reedición de un ciclo de la historia política contemporánea de España. Un ciclo de política dura. Un ciclo de polarización extrema, esta vez sin terrorismo asesino, pero con terrorismo verbal. Un ciclo que suele preceder con su virulencia desbordante a los cambios gubernamentales en España. Que pretende ser su antesala directa.
Ese ciclo es una vieja dama conocida. Tuvo lugar en 1993-1996, en 2004-2011, en 2016-2018, y estamos ahora en medio de uno nuevo. Es un ciclo que podemos llamar de larga descomposición política provocada, de campaña electoral permanente. Una crispación de Estado permanente.
Si esa descomposición provocada logró abrir paso finalmente a la alternancia durante una larga época de hegemonía del bipartidismo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y del Partido Popular (PP), ¿por qué esa estrategia habría de fracasar ante un Gobierno, el del PSOE y Unidas Podemos, que carece de mayoría parlamentaria y tiene dificultades para tejer alianzas sólidas y duraderas?
Las escenas de la vida política y social que se narran ilustran el crispavirus, un patógeno que acechaba antes del coronavirus y que se alimenta de sus efectos, que aspira a utilizar la devastación de la vida de una sociedad en términos de vidas humanas y en términos de cambios estructurales de sus hábitos de convivencia, todo ello agravado con la crisis económica y social que ya ha despuntado, con el objetivo de abreviar la XIV Legislatura de España iniciada el 3 de diciembre de 2019.
Sepa el lector, una vez más, que estas conspiraciones que se bifurcan por senderos políticos, parlamentarios, policiales, judiciales y mediáticos pueden parecer una quimera, no más que una ensoñación, pero, nuevamente, no hay que fiarse.
Porque, como señala Polonio a Hamlet, «aunque esto sea una locura, hay método en ella».
«Pensé —escribe Jorge Luis Borges en El jardín de los senderos que se bifurcan— que un hombre puede ser enemigo de otros hombres, de otros momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines, cursos de agua, ponientes».
Pues va a ser que sí.
1
L A INVESTIDURA ESCONDÍA UNA NOMBA DE EFECTO RETARDADO
I nés Arrimadas no lo sabe. No puede saber que el viernes 15 de marzo de 2019, a casi dos meses de las elecciones generales del 28 de abril, acaba de plantar la semilla de la cual crecerá, a menos de un año vista, una amenaza para la futura investidura, imprevisible en el tiempo, de Pedro Sánchez. Antes de subir a la sede de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), en la calle barcelonesa de Pau Claris, la lideresa de Ciudadanos declara: «Es indignante en cualquier momento del año que los edificios públicos estén ocupados por propaganda separatista, pero lo es más aún en campaña electoral. Es una auténtica vergüenza. El presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, acaba de tomarse, el 11 de marzo, por el pito del sereno, una vez más, la orden de la Junta Electoral Central (JEC) de que se retiren los lazos amarillos y las banderas esteladas del balcón del Palau de la Generalitat y de todos los edificios oficiales.