N OTA DEL AUTOR
Quisiera compartir con los lectores mi alegría por la publicación de la vigésima edición de El poder político en el Ecuador y mi satisfacción porque aparezca bajo el prestigioso sello Debate de Penguin Random House Grupo Editorial. Las tres primeras ediciones fueron publicadas por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, la cuarta por Editorial Ariel y las siguientes por Editorial Planeta. New Mexico University Press y Westview Press publicaron la traducción al inglés y Paz e Terra la traducción al portugués.
Cuando, a mediados de los años setenta del siglo XX , concluía la investigación y escribía el manuscrito, luego de un esfuerzo intelectual que se prolongó por un lustro, no imaginé que se convertiría en un suceso editorial. Por entonces, y todavía ahora, los pocos escritores que incursionaban en los campos de la economía, la sociología y la ciencia política se consideraban afortunados si una primera edición, de no más de quinientos ejemplares, llegaba a agotarse; tales publicaciones, por cierto, no lograban rebasar las fronteras nacionales.
Para mi sorpresa, pronto se convirtió en un best seller, fue considerado como un clásico de las ciencias sociales ecuatorianas, recorrieron sus páginas tres generaciones de compatriotas, se tradujo al inglés y al portugués y cuarenta y dos años después, en el avanzado siglo XXI , todavía se exhibe en los estantes de las librerías.
El poder político en el Ecuador entró en circulación el 14 de enero de 1977, sin que mediara un acto académico en el que se presentara la obra a la opinión pública. Fue conocido meses después gracias a los generosos comentarios realizados por reconocidos intelectuales de la época y algunos medios de comunicación. Cabe citar algunos:
“El estilo sencillo y correcto, sin pretensiones literarias y sin alardes científicos es un descanso; el país necesitaba un Escorial, elevado sobre una prominencia, para ver el bosque en perspectiva” (Diario El Tiempo); “Escrito con profundidad, magnífica documentación y erudición digna del tema tratado, se lee sin fatiga” (Diario El Comercio); “Es el más profundo y acertado estudio que se ha hecho hasta ahora del desarrollo histórico, social, económico y político del país” (Alfredo Vera); “Honda contemplación objetiva, interpretación lúcida y penetrante, fuerza y consistencia del curso reflexivo en el que nunca falta la sólida información” (Luis Bossano); “A través del hilo conductor del poder realiza un estudio metódico, claro, ágil de la problemática nacional tratada en forma tan llena de hondura como de perspicacia” (Manuel de J. Real); “Un medular ensayo que nos proporciona una comprensión cabal de lo que hemos sido y de lo que somos como ser nacional” (Pedro Jorge Vera).
Al parecer, estas opiniones fueron compartidas por los primeros lectores, pues muchos adquirieron mi obra. Algunos porque habían escuchado decir, a quienes la habían leído, que en sus páginas encontraron una interpretación objetiva, rigurosa y comprensiva de la historia del Ecuador, sin las complejidades conceptuales e idiomáticas que solían contener los libros y ensayos de ciencias sociales que por entonces comenzaban a escribirse.
Del mismo tenor fueron los análisis realizados por académicos invitados por CORDES para recordar los veinte y treinta años de su aparición.
Según Simón Espinosa, El poder político en el Ecuador ha resistido el juicio de la historia y perdurado en el tiempo porque “contiene una explicación asequible y coherente de la realidad social, política y económica del Ecuador” realizada por el autor con honradez intelectual. El profesor puede recomendar su lectura a los estudiantes, el investigador encuentra un mapa interpretativo para situar sus estudios y el profesional y el practicante de la política hallan un hilo conductor para no perderse en el laberinto de la realidad nacional. En lo formal emplea una sintaxis correcta y no academicista, que expresa lo que el escritor quiere decir en forma llana y sin complicaciones, de manera que puede ser entendido por toda clase de lectores y no solo por los iniciados.
Para Nick Mills, el libro tiene algo que atrae y sigue atrayendo año tras año, y hasta generación tras generación, porque no ha sido escrito según la perspectiva partidaria del autor, ni acomodado a conclusiones predeterminadas, y se limita a describir sencillamente los hechos, para dejar que hablen por sí mismos de una manera fría, directa y franca. A diferencia de anteriores y posteriores estudios, en general centrados en materias específicas, descriptivos, carentes de complejidad o puramente históricos, filosóficos y jurídicos, examina el contexto del país y realiza un análisis global, rico en colores y texturas, fundado en demostraciones empíricas, y sustentado en el razonamiento. A lo que se suma una asombrosa capacidad analítica, expresada en un lenguaje lleno de matices y sutilezas, escrito con economía de palabras.
Según Felipe Burbano, el libro “ha marcado no solo el destino de las ciencias sociales en el Ecuador sino también la suerte de la política ecuatoriana”. Frente a la influencia gigantesca que el marxismo tenía en aquel campo, a lo largo de la obra el autor desmonta sus jerarquías analíticas. Y a diferencia de los trabajos sustentados en aquella ideología, en lugar de inventar la realidad, la descubre, analiza y explica incorporando de una manera metódica, rigurosa y sistemática el mundo empírico. Por estas razones, considera que el libro inauguró un nuevo modo, propiamente moderno, de entender y pensar la problemática histórica del Ecuador.
Enrique Ayala considera que es “un notable esfuerzo para llegar a una síntesis interpretativa de un proceso histórico complejo y poco menos que desconocido”. Revela un enorme trabajo de lectura de libros y otros materiales a la vez que un bien logrado tratamiento de algunas temáticas concretas, por lo que es un paso adelante en la línea de consolidar un estilo de trabajo en las ciencias sociales, más ajustado a un marco analítico basado en evidencias empíricas.
La presente edición de El poder político en el Ecuador reproduce fielmente el texto de la primera, sin los añadidos incorporados al principio y al final de la obra en ediciones posteriores, atendiendo el pedido de mis editores. El primero examinaba la problemática de los años siguientes a su aparición, y el segundo la transición democrática de los años 1977-1979.
La minuciosa revisión del texto que he realizado para la vigésima edición se ha circunscrito al estilo y a la gramática, con el propósito de facilitar a los nuevos lectores, no familiarizados con el acontecer histórico analizado, la comprensión de las complejas materias tratadas. Muchas modificaciones de la redacción original se reducen al cambio del tiempo verbal, del presente al pasado.
Quisiera finalmente expresar mis fervientes votos porque los ecuatorianos del siglo XXI , preocupados por el futuro del nuestro país, examinen