Mariah Stewart
Verdad Fria
Truth – Verdad – #01
TITULO ORIGINAL: COLD TRUTH
Traducido por Cary
Creo que al final
la verdad triunfará.
John Wycliffe
Bajo las calurosas luces del estudio de televisión, Regan Landry se movía incómodamente en su asiento aún mientras se recordaba que su aparición ese día durante Esta Mañana, EE.UU., el show diario que seguía al programa de noticias matutinas de la red, era por negocios, y por lo tanto no tenía que ser agradable.
Este sería su último spot televisivo en la gira promocional de En Sus Zapatos, el último libro que había escrito conjuntamente con su padre, Josh Landry, antes de su muerte ocho meses atrás. Ella no tenía que estar cómoda; sencillamente tenía que ser buena, lo bastante buena para hacer justicia a su padre y a su trabajo.
En el pasado, había sido Josh quien había hecho las giras de libros, las apariciones en televisión, programas y entrevistas de radio. Regan siempre miraba desde bastidores mientras él encantaba a toda la audiencia con su ingenio y encanto fácil, hipnotizándolos con los descarnados detalles de su investigación en las mentes de algunos de los asesinos más aborrecibles de la sociedad. El propio asesinato de Josh había cambiado todo eso.
Aunque Regan no se sentía tan cómoda bajo el escrutinio público como su padre, sentía que le debía -y a sus muchos fans- mantener el programa que su editor había arreglado antes de que Josh muriera. Durante años, su padre había vuelto para firmas de libros en muchas de las mismas librerías a través del país, algunas cuyos clientes nunca se habían perdido una visita. Algunos lectores se habían hecho tan familiares, que los conocía por el nombre. Regan creía que él esperaba con mucha ilusión las firmas tanto como sus fieles fans esperaban verlo y oírle hablar sobre la investigación que había realizado para preparar cada nuevo libro.
Regan se había sentido tentada, pero no podía darle la espalda a la gira, y retrospectivamente se alegró de no haberlo hecho. Había llegado a considerar las últimas semanas como una especie de peregrinación, siguiendo los pasos de su padre, aceptando la simpatía de sus antiguos lectores, muchos de los que habían presionado cartas o tarjetas en sus manos. Sus consideradas palabras de condolencias y recuerdos habían sido un gran consuelo; en cada librería, hubo momentos en que había sentido realmente la presencia de su padre. La gira del libro que tanto había temido y había esperado evitar se había convertido en un viaje que, al final, le había traído el primer momento de paz que ella había conocido desde el día que Josh había muerto.
– ¿Está preparada? -Heather Cannon, la vivaz presentadora de la mañana -apodada «la hermana pequeña de América» por los medios- tomó asiento en la silla frente a la cual Regan estaba sentada, y alisó su falda con una mano y su pelo con la otra.
– Sí, sí. Gracias. -Regan afirmó con la cabeza algo rígidamente.
Como una regular espectadora de la mañana, Regan había visto cientos de personajes famosos -estrellas de cine y televisión, atletas, músicos- sentados en ese mismo asiento. De repente se le ocurrió que tal vez algunas de esas mismas personas podrían estar sentadas en casa mirándola a ella.
Era un pensamiento que deseó no haber tenido.
Presionó las palmas sudadas contra sus muslos y trató de obligarse a introducir aire lentamente en sus pulmones. Hasta el momento, no había funcionado.
– ¿Quiere un poco de agua? -la anfitriona preguntó-. ¿Está segura que está bien?
– Sí. Estoy bien.
– Todos sienten un poco de miedo escénico. -Heather exhibió su más tranquilizadora sonrisa-. Una vez que las cámaras empiecen a rodar, y empecemos a charlar, estará bien.
– Estoy bien, -insistió Regan.
– No es demasiado tarde para un poco de agua, -Heather le ofreció de nuevo.
– Gracias, pero no.
– Bien, si está segura. -Heather asintió a alguien detrás de Regan-. Estamos listos siempre que usted lo esté. Regan, mire la luz roja en el monitor…
Por un momento, Regan no pudo recordar dónde estaba el monitor, pero siguió el ejemplo de su anfitriona.
Lo siento, papá. Esperaba haber hecho una mejor actuación.
– Durante más de veinte años, Josh Landry fue el modelo de excelencia cuando se trataba de escribir best seller de crímenes verdaderos, -Heather comenzó-. Él hizo una carrera muy respetada investigando asesinatos antiguos, no resueltos con la intención de resolverlos, y luego contando la historia en uno de sus muchos libros, los últimos con la ayuda de su hija, Regan. Trágicamente, Josh Landry fue asesinado el año pasado en su granja fuera de Princeton, Nueva Jersey, por un hombre llamado Archer Lowell, que había apuntado a Landry como parte de un extraño triángulo de asesinatos que tuvo, durante varios meses, perplejo incluso al FBI. Regan Landry está aquí conmigo hoy para hablar sobre el último libro que ella y su padre escribieron juntos.
Heather acortó la distancia y tocó a Regan ligeramente en el brazo.
– Regan, ¿cuán duro ha sido seguir los pasos de su padre?
– Nadie podría llenar los zapatos de mi padre, pero yo no podía no acudir a esta gira. Él estaba muy, muy orgulloso de este libro, y me sentí obligada a continuar con el programa. Papá siempre esperaba con interés ver a sus lectores, y yo sentí que se los debía -y a él- hacer este último viaje.
– ¿Cree que este será el último viaje? -Heather se inclinó acercándose más-. ¿Usted no está pensando en continuar el trabajo de su padre?
Regan dudó un largo momento.
– Yo no lo había planeado. Mi intención era terminar esta gira por él, y luego pasar a otra cosa con mi vida. Pero antes de marcharme el mes pasado, empecé a limpiar su casa con el fin de tenerla lista para ponerla en el mercado. A medida que repasaba sus archivos, me encontré con algunas notas que había hecho en relación con diferentes casos que había investigado a lo largo de los años -libros que había previsto escribir en el futuro- y tengo que admitir, que algunos de los esos casos son historias que realmente piden ser contadas.
– Ah, ¿por lo que podrían haber todavía más crímenes verdaderos Landry?
– Posiblemente. Tengo que pensarlo un poco más, pero mi padre dejó algunas notas y entrevistas bastante interesantes, incluso alguna correspondencia de personas que pueden o no haber participado en crímenes violentos.
– ¿Correspondencia? ¿De asesinos?
– Algunos, que afirman serlo. Es una lectura bastante espeluznante, en realidad.
– ¿Su padre no entregó esas cartas a la policía?
– En algunos casos, al parecer, lo hizo, y sólo conservó fotocopias para su archivo. En otros, no puedo decirle, porque no sé si los archivos contienen todas sus notas. A veces sacaba material si estaba trabajando en algo y se olvidaba de ponerlo de nuevo en el archivo, o como a menudo ocurría, metía documentos en un archivo por lo demás vacío, por lo que nunca sé donde voy a encontrar esas cosas. Su manejo de la casa era notoriamente pobre… sus notas aparecen en los lugares más improbables. Aún estoy tratando de ordenar las cosas y organizar los archivos. Para responder a su pregunta, no puedo decir qué se ha entregado a la policía, porque no sé lo que contenían los archivos originalmente. Y por otra parte, pues, es difícil saber que cartas eran de auténticos criminales.
– ¿En vista de que algunas de las cartas podrían ser de gente que simplemente disfrutaba escribiéndole y diciendo que habían cometido ciertos actos, para obtener su atención?
– Desde luego había un poco de ello. Había mencionado varias veces que recibía cartas de uno u otro Estado, describiendo asesinatos u otra cosa, pero cuando se ponía contacto con la policía local, le decían que no había cadáveres enterrados en los lugares que la carta decía que habría, ese tipo de cosas.
Página siguiente