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Julianne Austin - Memorias privadas de Brenda Becquer

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Julianne Austin Memorias privadas de Brenda Becquer

Memorias privadas de Brenda Becquer: resumen, descripción y anotación

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Memorias privadas de Brenda Becquer Julianne Austin Sinopsis Memo rias - photo 1

Memorias privadas
de Brenda Becquer

Julianne Austin

Sinopsis Memo rias privadas de Brenda Becquer es la historia de una mujer - photo 2

Sinopsis

Memo rias privadas de Brenda Becquer , es la historia de una mujer que es considerad a un témpano de hielo por su ex novio pero que está decidida a demostrarse a sí misma que puede hacer que la temperatura se eleve a su alrededor.

Brenda emprende unas vacaciones ho t a una isla paradisíaca y con ello la redacción de sus memorias ...

¿Imaginaste alguna vez husmear en el diario íntimo de una mujer, conocer sus sueños más secretos y sus aventuras privadas?

Índice
Prólogo

Boston , en la actualidad

El teléfono de línea permanecía con el auricular descolgado y el timbre del móvil hacía ya varios minutos que sonaba de manera intermitente. Primero habían sido tres o cuatro campanillas y habían cortado, la segunda vez ya lo habían dejado sonar seis o siete y ahora, en el tercer intento, quien llamaba, parecía dispuesto a no colgar hasta ser atendido o hasta que la batería se hubiese descargado por completo. Brenda se resignó y accedió a responder.

Apartó las carpetas que tenía sobre el escritorio, ojeó una vez más la pantalla de la computadora. Estaba terminando de revisar los últimos informes del apartamento de proyectos y la construcción de una nueva torre, ésta vez en el centro de Dubai [1] , era una de las más grandes y novedosas aspiraciones de Becquer Construction , la compañía que Brenda había heredado de su padre un par de años atrás.

Antes de descolgar, y sin necesidad de mirar en la pantallita del móvil la identificación de la llamada, la exitosa arquitecta y diseñadora de interiores de veintiocho años, ya sabía más que bien la voz de quien encontraría del otro lado.

—Hola — dijo sin pizca de entusiasmo y sin perder de vista los diseños virtuales plasmados en el monitor de lo que sería una de las torres hoteleras más lujosas de Dubai.

—Hola Brenda, por fin te dignas a atenderme — gruñó la voz masculina al otro lado—. He estado llamando a tu apartamento y sólo atiende la máquina. ¡Debo haber dejado una veintena de mensajes en ese contestador en los últimos días!, pero tú no me has respondido ninguno.

Brenda no pronunciaba palabra. A decir verdad tampoco le prestaba demasiada atención. Los diseños en 3D eran magníficos. Los cuartos tendrían el máximo confort, todos serían suites presidenciales y contarían con Interne t, teléfonos, servicio de frigo- bar con el más amplio surtido y hasta un ascensor especial para que cada huésped pudiese llevar su automóvil al piso alquilado. Los amplios ventanales permitirían tener una vista espectacular de toda la costa de los piratas y de gran parte del Golfo Pérsico...

—... e l teléfono de la oficina me ha dado constantemente ocupado — continuaba diciendo él y ya le había provocado a ella una pérdida de la concentración—. ¡Y el móvil Brenda! Has tardado casi cuarenta minutos en atender...

—Estaba ocupada Danny, de he cho, lo sigo estando — respondió y en su voz se atisbaba un claro matiz de fastidio. Cómo cada vez que se veía obligada a hablar con su novio.

—Siempre estás ocupada... Hace más de una semana que no nos vemos Brenda y me gustaría saber si hoy podemos cenar juntos.

—No Danny, tengo mucho trabajo — dijo mientras se recogía en un rodete su masa de rizos rubios.

—Me has puesto esa excusa cada día.

—Lo siento, pero es lo único que puedo decirte y ahora tengo que cortar Danny, no puedo retrasarme más . — Ya había vuelto a poner su atención en los gráficos.

—Esto ya no puede seguir así —le dijo Danny resignado—. He aguantado durante tres años tus constantes evasivas y tu falta de interés en mí, pero ya no Brenda... Lo nuestro se termina aquí y ahora — dictaminó él, con la esperanza de que ella reaccionara con súplicas de que no cortaran la relación, aunque lo que sucedió no podría haber sido más distinto a lo que Danny esperaba.

—Bueno, adiós — respondió Brenda simplemente, sin siquiera cambiar el tono de voz y apuntando en una lista el color de los sillones de la suite número trescientos veinte del piso cuarenta y tres.

Le encantaba encargarse de la decoración.

—¿Sólo vas a decirme « Bueno, adiós» ?—interrogó consternado—. ¡Te acabo de decir que estoy terminando con nuestra relación de tres años Brenda! ¿Y sólo me dices eso ?

—¿Pretendías una escena Danny?

¡Definitivamente, en ese cuarto ir ía de maravillas el color azul!

—¡Eres increíble! ¡No lo puedo creer Brenda!, te juro que no puedo hacerlo... Tres años... ¿Te das cuenta o no?

—¿Montarás tú l a escenita? Porque si es así, yo no tengo tiempo para perder en esto — dijo con frialdad.

—¡Eres un maldito témpano de hielo Brenda! ¡Un condenado iceberg!... Siempre lo has sido... No sé porque no te he dejado antes si no sirves ni para pasar un rato entretenido en la cama — quiso herirla—. Disfrutas más con tu trabajo que con un hombre. Deberías ir a un terapeuta porque no eres normal, ¿ sabes ? — continuaba gritando.

—¿Terminaste?

—Yo… yo — se había quedado sin palabras— ¡Maldita perra de hielo! — le gritó con toda la rabia que había ido acumulado.

—Saluda a tu madre de mi parte — le respondió ella sin perturbarse y después cortó la comunicación.

A Brenda Becquer siempre le había apasionado su trabajo en la compañía constructora que había fundado su padre , hacía ya más de treinta años y de la cual ahora ella era su directora, pero de ninguna manera era una obsesiva, aunque últimamente, sí lo había utilizado como excusa para evi tar a su novio Daniel, o ex novio, tal era su nueva condición.

Ahora que la relación con Daniel se había terminado y que todos los proyectos de la empresa iban bien encaminados, Brenda ya no tenía que buscar pretextos para mantenerse alejada de él y de repente sintió la necesidad de tomarse esas merecidas vacaciones que se debía desde hacía bastante tiempo.

Se sentía libre, sin ese peso que suponía Daniel rondando cerca de el la, atosigándola con sus llamadas telefónica s, persiguiéndola y torturándola con sus cortas y aburridas sesiones en la cama.

¿ « Témpano de hielo » , le había dicho? Sí, así se había comportado siempre Brenda con él. ¿Pero de que otra forma podría haberse comportado con ese hombre, si no despertaba en ella ningún deseo?

¿Si no provocaba en su cuerpo ni una sola reacción?

¿Por qu é no lo había dejado ella a él?

Ni siquiera Brenda tenía una explicación para eso. Simplemente había dejado que el tiempo transcurriera. Daniel Thomas no era un mal hombre, al contrario, el abogado era pasablemente guapo y siempre había sido demasiado bueno con ella, pero eso no había bastado para que se enamorara de él, ni tampoco había existido nunca esa chispa o química que pudiese encenderla. Puede que Brenda no hubiese querido lastimarlo y esa podría haber sido suficiente explicación de porque no había roto la relación, pero de ninguna manera ella iba a desaprovechar la oportunidad que él le había dado en bandeja de liberarse de una vez y para siempre de ese lazo asfixiante. Brenda la había tomado sin dudarlo y ahora se sentía aliviada, libre...

Se quedó un rato más en la oficina organizan do el trabajo para las siguientes dos semanas. Estaba todo bien encaminado, al día y en orden ... Era el momento justo para ausentarse de Becquer Construction sabiendo que la empresa no se desmoronaría sin ella al frente.

Brenda levantó de l a mesa el auricular del teléfono .

Hacía un sonido espantoso. Colgó y volvió a descolgar. Ahora sí la línea le dio tono y marcó el número telefónico de la compañía aérea.

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