Becky Chambers
Una órbita cerrada
y compartida
Traducción de
Alexander Páez y Antonio Rivas
Título original: A Closed and Common Orbit
Publicado originalmente en inglés en 2016 por Hodder & Stoughton
Primera edición: febrero de 2020
© Becky Chambers, 2016
© de la traducción, Alexander Páez García y Antonio Rivas Gonzalvo, 2020
© de esta edición, Insólita Editorial S.L., 2020
Fotografías de cubierta: © Josh Wallace y Getty Images
Corrección y maquetación: Insólita Editorial
Publicado por Insólita Editorial S.L.
www.insolitaeditorial.com
IBIC: FL
ISBN: 978-84-121043-3-2
Se prohíbe la reproducción de cualquier parte de esta publicación, así como su almacenaje o transmisión por cualquier medio, sin permiso previo de la editorial.
Para mis padres y para Berglaug, respectivamente.
La línea temporal de este libro empieza tras los últimos acontecimientos de El largo viaje a un pequeño planeta iracundo .
La línea temporal del pasado empieza aproximadamente veinte años solares antes.
Fuente de datos: Departamento de Seguridad Ciudadana de la Confederación Galáctica, División de Asuntos Tecnológicos (Público/klip) > Normativa legal > Inteligencia Artificial > Alojamiento Mimético de IA («Kits corporales»)
Cifrado: 0
Traducción: 0
Transcripción: 0
Identificador de nodo: 3323-2345-232-23, sistema de supervisión de Lovelace
El alojamiento mimético de las IA está prohibido en todos los territorios, puestos fronterizos, instalaciones y transportes de la CG. Las IA solo pueden instalarse en los bastidores aprobados que se enumeran a continuación:
—Naves
—Estaciones orbitales
—Edificios (tiendas, oficinas, residencias privadas, instalaciones científicas o de investigación, universidades, etc.)
—Vehículos de transporte
—Drones de entrega (restringidos al nivel de inteligencia U6 o inferior)
—Bastidores comerciales aprobados, como drones de reparación o interfaces de servicio (restringidos al nivel de inteligencia U1 o inferior)
Sanciones:
—Fabricación de alojamiento mimético de IA — 15 años estándar CG de cárcel y confiscación de todas las herramientas y materiales asociados
—Adquisición de alojamiento mimético de IA — 10 años estándar CG de prisión y confiscación del hardware relacionado
—Posesión de alojamiento mimético de IA — 10 años estándar CG de prisión y confiscación del hardware relacionado
Medidas adicionales:
Las autoridades desactivarán permanentemente el alojamiento mimético de la IA tras la incautación. No se llevarán a cabo transferencias del núcleo de software.
Parte 1
A la deriva
LOVELACE
Lovelace llevaba veintiocho minutos en un cuerpo y todavía se sentía tan fuera de lugar como en el instante en que despertó dentro de él. No había explicación evidente. Nada funcionaba mal. Nada estaba roto. Todos sus archivos se habían transferido correctamente. Ningún escáner del sistema explicaba la sensación de que algo no encajaba, pero ahí seguía, lanzándole dentelladas a los circuitos. Pepper le había dicho que le llevaría un tiempo adaptarse, pero no había especificado cuánto. A Lovelace no le había hecho mucha gracia. La ausencia de un cronograma la incomodaba.
—¿Cómo va? —preguntó Pepper, echándole un vistazo desde el asiento del piloto.
Era una pregunta directa, por lo que Lovelace tenía que responder.
—No sé cómo contestar. —Una respuesta de escasa utilidad, pero era lo mejor que se le había ocurrido. Todo era abrumador. Veintinueve minutos antes estaba alojada en una nave; para eso la habían diseñado. Disponía de cámaras en todas las esquinas y una vox en cada sala. Existía en una red, con ojos tanto dentro como fuera. Una esfera compacta de percepción ininterrumpida.
Pero ahora su visión era un cono, un cono estrecho fijado al frente, y nada (nada de nada) más allá de los bordes. La gravedad ya no era algo que ocurriera dentro de ella, generada por las redes artigravitatorias de los paneles del suelo, ni algo que existiera en el espacio que la rodeaba, un campo leve que circundaba el casco exterior de la nave. Ahora era un pegamento miope, algo que le enganchaba los pies al suelo y las piernas al asiento. La lanzadera de Pepper parecía tener suficiente espacio cuando Lovelace la escaneó desde la Peregrina , pero ahora que estaba dentro parecía de una pequeñez imposible, sobre todo para dos personas.
Los Enlaces habían desaparecido. Aquello era lo peor. Antes podía conseguir cualquier información que quisiera, cualquier retransmisión o archivo o nodo de descargas a la vez que mantenía conversaciones y supervisaba las funciones de la nave. Todavía tenía esas capacidades (el kit corporal no había modificado sus habilidades cognitivas, al fin y al cabo), pero le habían amputado su conexión con los Enlaces. No era capaz de acceder a ningún conocimiento excepto aquellos que había almacenado en un alojamiento que no contenía nada más que a ella misma. Se sentía ciega, aturdida. Estaba atrapada en aquella cosa.
Pepper se apartó de la consola y se agachó frente a ella.
—Eh, Lovelace —dijo—. Dime algo.
El kit corporal fallaba, estaba claro. Los diagnósticos indicaban lo contrario, pero era la única conclusión lógica. Los pulmones artificiales empezaron a aspirar y expulsar aire a un ritmo cada vez más acelerado, y los puños se le cerraron con fuerza. La inundó el impulso de desplazar el cuerpo a otro lugar, a cualquier lugar. Tenía que salir de la lanzadera. Pero ¿adónde iría? Por la ventana trasera ya se veía empequeñecer a la Peregrina , y fuera no había nada más que vacío. Quizá el vacío fuese preferible. Ese cuerpo sería capaz de soportar el vacío, probablemente. Podría quedarse a la deriva, lejos de la falsa gravedad y de la luz intensa y de las paredes que se cerraban a su alrededor cada vez más.
—Eh, oye —dijo Pepper. Estrechó las manos del kit corporal entre las suyas—. Respira. Se te pasará. Limítate a respirar.
—No… No necesito… —balbuceó Lovelace. Las rápidas inspiraciones hacían que le costase formar palabras—. No necesito…
—Sé que no necesitas respirar, pero este kit incluye respuestas de retroalimentación sinápticas. Imita automáticamente la reacción de los cuerpos humanos cuando sentimos cosas, basándose en lo que sea que esté ocurriendo en tus circuitos. Estás asustada, ¿verdad? Bien. Como respuesta, tu cuerpo entra en pánico. —Pepper bajó la mirada a las manos del kit que temblaban entre las suyas—. Es irónico, pero se trata de una función.
—Puedo… ¿Puedo desactivarla?
—No. Si tuvieras que acordarte de mostrar expresiones faciales, alguien lo acabaría notando. Pero con el tiempo aprenderás a sobrellevarlo. Como todos.
—¿Cuánto tiempo?
—No lo sé, cariño. Lleva… tiempo. —Pepper apretó las manos del kit—. Vamos. Conmigo. Respira.
Lovelace se concentró en los pulmones artificiales, ordenándoles enlentecer el ritmo. Lo repitió una y otra vez, acompasando la respiración a las exageradas inspiraciones de Pepper. Al cabo de un minuto y medio, los temblores cesaron. Sintió que se le relajaban las manos.
—Buena chica —dijo Pepper, con una mirada amable—. Lo sé, esto tiene que ser desconcertante de narices. Pero estoy aquí. Te ayudaré. No me voy a ir a ninguna parte.
—Es como si todo estuviera mal —dijo Lovelace—. Me siento… Me siento del revés. Lo intento, de verdad, pero esto es…
—Es difícil, ya lo sé. No te exijas tanto.
—¿Por qué quiso esto mi antigua instalación? ¿Por qué se haría algo así?
Pepper suspiró y se pasó una mano por la cabeza rapada.
—Lovey… tuvo tiempo para pensar en ello. Estoy segura de que investigó un montón. Habría estado preparada. Y Jenks también. Habrían sabido qué esperar. Tú…, pues no. Este sigue siendo tu primer día como ser consciente, y lo que eso significa te resulta apabullante. —Se metió el pulgar en la boca y se frotó los dientes inferiores mientras pensaba—. Esto también es nuevo para mí. Pero vamos a afrontarlo juntas. Tienes que decirme cualquier cosa que pueda hacer. ¿Puedo…? ¿Puedo hacer que estés más cómoda, de algún modo?
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