Título original: NO ME JUDAS SATANAS!!, publicado en Popular1 #233, marzo de 1993
César Martín, 1993
Retoque de cubierta: Titivillus
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Ocurrió hace exactamente veinte años. Miles de americanos pudieron contemplar por vez primera, en el cine de su barrio, las corrosivas imágenes de una tierna chiquita llamada Linda Lovelace engullendo un pene erecto hasta el final como si le fuese la vida en ello. Las mismas pantallas que exhibían los éxitos de la temporada protagonizados por Warren Beatty y compañía, se vistieron de gala para mostrar las habilidades de esta encantadora “cocksucker”. De la noche a la mañana la pornografía se puso de moda, quedaba muy bien pagar el ticket de un cine para ver chupadas y orgías anales. Al poco tiempo de estrenarse la peli de Linda, “Deep Throat” (“Garganta profunda”), vieron la luz otras dos odiseas porno destinadas también a transformarse en clásicos del género: “The Devil in Miss Jones”, con Georgina Spelvin al frente, y “Behind the Green Door” (“Detrás de la puerta verde”) con Marilyn Chambers. Y el universo X ya no volvió a ser el mismo. Atrás quedaron miles de películas baratas y, para qué negarlo, jodidamente malas, destinadas a satisfacer los deseos de los masturbadores solitarios que frecuentaban los antros porno situados en las zonas más marginales de cada ciudad. Atrás quedaron por ejemplo alrededor de 1.000 films de John Holmes, que el divo rodó antes de darse a conocer. Pero para celebrar esos 20 años de porno salvaje, vamos a centrarnos en la historia “conocida” del hard-core USA (sería imposible averiguar qué rodó cada actor y cada director antes del boom de “Deep Throat”, porque la mayoría de películas ni tan siquiera tenían créditos) y a lo largo de dos No Me Judas rememoraremos las hazañas de Seka, Vanessa del Río, Ginger Lynn, John Leslie y toda la pandilla. Para empezar, por supuesto, nada mejor que los gloriosos 70’s, y en el número siguiente le tocará el turno a la década de los 80, que en cuestión de pornografía también fue prodigiosa, y los 90’s que por ahora no se presentan demasiado bien, con tanto condón de por medio y tanta actriz sin carisma.
César Martín
Porno 70’s
NO ME JUDAS SATANAS!! - 233
ePub r1.0
Titivillus 19.12.2020
Porno 70’s
72-73, una buena época para darse un paseo por América. Los Stones recorriendo el país de una punta a otra con su circo rockero a cuestas, el superhéroe negro de cómic Luke Cage velando por la seguridad de sus hermanos del ghetto, De Niro volviendo loco a Harvey Keitel en “Malas Calles”, Muhammad Ali destrozando a sus contrincantes en el ring, el “School’s Out” de Alice Cooper sonando constantemente en la radio, y en medio de todo ello, ¡bang!, la explosión porno.
“Deep Throat” se rodó en diciembre del 72 en Florida con un presupuesto de 25.000 dólares. Su director, Gerard Damiano, tan solo necesitó seis días para completar la peli. Con un guión que dejaba bastante que desear y unos actores (Linda Lovelace y el cachondo de Harry Reems) sobre los que recaía el peso del proyecto, Damiano consiguió crear un producto que traspasó las barreras del circuito hard-core e interesó a toda clase de públicos. Prestigiosas publicaciones como Life o Newsweek y personajes públicos tan influyentes como Johnny Carson prestaron atención a ese “nuevo” fenómeno que parecía surgir de la nada.
“Deep Throat”, que en realidad debería haberse titulado “The Sword Swallower”, no es una buena película. Gerard Damiano intentó hacer una comedia y la verdad es que dio a luz un auténtico aborto. Las intervenciones de Reems y Lovelace son lo único salvable del film. Damiano, como demostraría muy pronto, tenía talento como director, pero “Deep Throat”, a nivel artístico, no fue su gran película. La finalidad de “Garganta profunda” era encender polémicas, escandalizar a las masas, y no hay duda de que en ese sentido triunfó. Poco después de estrenarse, fue secuestrada por las autoridades, y cuando por fin la autorizaron, el interés del público se había multiplicado por diez. El morbo de ver a una nena con un físico tan vulgar como Linda Lovelace haciendo cosas tan sucias en la gran pantalla era enorme. Linda podía ser la vecina del quinto, o la dependienta de la frutería de la esquina, ése era su look, el de “girl next door”, y verla de pronto absorbiendo una enorme polla hasta el final resultaba muy, muy excitante para la época. El repentino salto al estrellato pilló a Linda por sorpresa, y durante algunos años disfrutó el éxito cuanto pudo sin plantearse como carajo se presentaría el futuro. Todo era de color de rosa. Tenía buenas ofertas de trabajo, contaba con el respaldo de la prensa y de vez en cuando le caían del cielo oportunidades de popularizar todavía más su imagen, como por ejemplo ejercer de presentadora en conciertos de la banda más mastodóntica del Rock’n’Roll, Led Zeppelin (Linda presentó tres shows de Led Zep en L. A.). Mientras funcionó el asunto, Linda lo aprovechó a gusto, y cuando su fama comenzó a decrecer, hizo lo peor que puede hacer una estrella porno, renegar de sus orígenes e intentar convencer al público de que ella no era responsable de sus actos mientras rodó todas aquellas secuencias. Sus intentos de redimirse y ser aceptada por el sistema se materializaron en dos patéticos libros titulados “Ordeal” y “Out of Bondage”, que, claro está, dieron mucho que hablar y vendieron una millonada.
Menos mal que el verdadero artífice de “Deep Throat”, Gerard Damiano, jamás ha caído en algo similar. El tipo está orgulloso de su filmografía y ni en un millón de años le pediría perdón a nadie. Damiano dirigió también otro de aquellos tres históricos títulos: “The Devil in Miss Jones”, la peli porno setentas por excelencia. En “The Devil…” repitió Harry Reems, y la estrella del film fue la entrañable Georgina Spelvin, con su físico de ama de casa viciosilla. Un abismo separa “The Devil…” de “Deep Throat”. Todo aquel que piense que la industria pornográfica jamás ha producido una buena película debería ver con calma “The Devil in Miss Jones”, un film en el que se entremezclan erotismo y pornografía a partes iguales, con buenas interpretaciones, un guión de lo más retorcido y una correcta dirección. No era un pedazo de porquería ideado para ser exhibido en los antros X, era una película de calidad digna de iluminar la pantalla de un cine comercial. El argumento tiene mucha gracia. Justin Jones, una mujer que ha llevado una vida triste y aburrida totalmente alejada del sexo se suicida en su bañera cortándose las venas y por lo tanto va a parar de cabeza al infierno; la condena del Todopoderoso es algo injusta, ya que el único pecado cometido por