Saborido, Pedro Una historia de la vida en el capitalismo / Pedro Saborido. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2022. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga ISBN 978-950-49-7936-4 1. Narrativa. I. Título. CDD A867 |
© 2022, Pedro Diego Saborido
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Primera edición en formato digital: noviembre de 2022
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ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-7936-4
A Marlene, Dante y Sofi.
Mi único trato con el universo.
Escrito bajo la supervisión de:
Dra. en Psicología Julia Hermida
Germán Martínez
César «Pichi» Rodríguez
Ing. Germán Calvi
Anexo histórico a cargo de la Lic. Ana Acosta
Edición general: Rodolfo González Arzac
Edición: Mariano Hamilton
Hablado con: Ignacio Iraola
Todos estos asuntos han surgido de trabajos con:
Miguel Rep, Nicolás Tolcachier, Daniel Miguez, Fabiana Segovia,
Mex Urtizberea, Diego Capusotto, Omar Quiroga, Cristian
Arriaga, Daniel Santoro y Coco Silly.
También son cosas que se charlaron con:
Horacio Granja, Pablo Prieto, Gabriel Roizman,
Fabián Gaitán, Marcelo Mazzei, Caio Odorico,
Gustavo Gret, Mario Couto, Pablo Mosquera,
Franco Napolitano, Gabriel Rivera Bernic,
Marcelo Roizman, Raúl Haase, Walter Deluca,
Jorge “Tata” Arias, Pablo Hernández, Claudio Abraham,
Gabriel Reches y Alejandro Montalbán
CÓMO COMPORTARSE EN EL MUNDO
El libre albedrío no existe.
Pero hay que vivir como
si existiera.
JORGE L. BORGES
Suponemos que podemos elegir la forma en que vivimos y los objetivos que les darán sentido a nuestros días. Sin embargo, hay condicionamientos que se han naturalizado hasta el punto de hacerse invisibles.
¿CUÁNTA PLATA DEBO?
La mamá tiene un cuaderno en la mano. Llama a su hijo, que está boludeando con una pelota en el patio. Éste se acerca y la mamá le dice:
—Marito… ya tenés once años. Vas a convertirte en un hombre pronto. Bueno… ya sos un hombrecito…
—Msssé… ¿a qué viene esto, mamá?
—Tenemos que hablar del futuro. De tu futuro. Ya hay que ir pensando en cosas de la secundaria, y de la facultad si querés…
—Bueno, a mí me gustaría…
—«¿Me gustaría?». Mmm… ya tenemos un problema.
—¿Por?
—Porque a veces lo que nos gusta es enemigo de lo que nos conviene. La mayoría de las veces, te diría. Seguro que alguna vez habrás escuchado a papá decirme: «Pero, Marina, sos una reverenda pragmática hija de puta…».
—Sí, sí. Nunca entendí lo de «pragmática». Y no te dice «hija de puta». Te dice «Hija de remilputas». A veces agrega cosas como «La concha de tu madre» o «La concha de Bruce Willis».
—Así es. Y lo dice porque soy práctica, realista. Eso es ser «pragmática». No dar vueltas, y estar más allá de deseos y valores. Pienso que hay que hacer lo que finalmente resulta.
—Bueno, pero uno puede perseguir un sueño.
—Si al sueño lo tenés que perseguir, quiere decir que el sueño está huyendo. Y si está huyendo, es porque el sueño no quiere estar con vos. Dejalo libre al sueño. Que le cague la vida a otro.
—Está bien, pero si yo trabajo por mi sueño, puedo lograrlo.
—Estás pasado de nebulizaciones de Disney. Siempre se lo dije a tu papá. La vida no es perseguir un sueño. La vida es pagar lo que debés. Y si te sobra plata, mejor. Ahí podés más o menos darte un gusto, «cumplir un sueño…», ponele…
—¿Pero por qué me decís «pagar lo que debés»? ¿Vos me vas a cobrar lo que me diste?
—Nooo. Soy tu mamá y te amo. No me debés nada. Es por amor que te doy las cosas. Pero eso es una anomalía del capitalismo. En la vida puede haber mucha gente que te ame. ¿Pero cuánta?
—Podemos hacer un cumpleaños grande y probar.
—Pueden venir cien, o doscientos… Pero los que te quieren, los que te van a dar todo sin pedirte nada, no van a ser más de diez o quince.
—Bueno, son bastantes.
—Sí. Pero sirven en el caso de que puedan darte algo. Si son pobres, no te van a poder dar más que amor. Y por ahí, encima, los tenés que ayudar económicamente vos.
—Okey. Supongamos que sí pueden.
—Bien. Entonces, tenemos quince personas que te van a dar por amor. Pero está el resto del mundo. Unos cuarenta y ocho millones de personas en la Argentina y unos siete mil ochocientos millones en todo el mundo. Son muchísimos… y son iguales en algo.
—¿En qué?
—En que vos no les importás un pomo. Algunos cientos pueden conocerte. Pero son miles de millones los que no. Y por lo tanto, no te van a dar nada. Te van a cobrar todo. A esos les debés. Al resto del mundo.
—¿Pero por qué les debo?
—Porque tenés que vivir. Ahora vas a entender. Dejá la pelotita, agarrá este cuaderno y anotá.
—Okey.
—Ponele que te independizás de nosotros a los veinte años. Pero por la forma que se prolonga la adolescencia y porque te podemos bancar, a los veinticuatro. Y te damos una expectativa de vida (que se va a estirar, seguro) de ochenta y cuatro años, por decir algo.
—Está bien. Tengo sesenta años sin depender de ustedes.
—Así es. Si querés tener una vida más o menos burguesa como la que tenés hasta ahora, con o sin familia, vas a necesitar unos mil dólares por mes. Hagamos cuentas.
1000 × 12 meses (un año)
Y luego:
12 000 × 60 (por los 60 años)
Total: 720 000 dólares.
—¿Eso qué es?
—Es lo que debés. Es tu deuda. Vas a necesitar pagar esa plata para poder vivir. Es lo básico para un burgués como vos.
—O sea: ya debo 720 000 dólares.
—Sí. Es lo que vas a necesitar para vivir.
—Pero, bueno, puedo heredar de ustedes… O…
—O podés vender merca a la salida de una misa. No importa cómo vas a conseguir la plata. A los demás no les importa.
—Bueno, pero hay formas honestas…
—Los billetes son los mismos. Estamos hablando de la plata que debés, no de cómo la ganás. ¿Escuchaste hablar de las políticas de género?
—Sí. En la escuela hicimos una jornada…
—La plata no tiene sexo. El sexo, el género, son cosas de los que pagan o cobran. A un banco no le importa si sos hombre, mujer, si tenés cuerpo o cuerpa. Quiere la plata. Los que te van a permitir sobrevivir, quieren tu plata. Así que es bueno que sepas cómo son las cosas.
—Bueno. Quiero vivir todos esos años que calculaste. Y más… Así que me voy a tener que poner las pilas para pagar lo que cuesta.
—Así es. Por eso se le dice «costo de vida».
—Bueno, supongo que también puedo estar bien.
—Claro. De eso se trata. Cómo sentirse bien en esos espacios de tiempo que quedan entre conseguir la plata y pagar.
—Peor es morirse.
—Obvio. Aunque todo se vuelve más fácil. Es una manera de ahorrar. Al fin y al cabo, morir es dejar de pagar. Vivir es deber. La vida es un FMI que condiciona y ordena tus días. Perdón por la metáfora.
—Mamá, no me das mucho ánimo.