B REVE HISTORIA DE
LOS INCAS
Patricia Temoche Cortez
Colección: Breve Historia
www.brevehistoria.com
Título: Breve historia de los incas
Autor: © Patricia Temoche Cortez
Copyright de la presente edición: © 2010 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
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Diseño y realización de cubiertas: Murray
Diseño de interior de la colección: JLTV
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ISBN-13: 978-84-9763-354-3
libro electrónico: primera edición
Índice
Génesis:
mitos, curacas e incas
Las aguas del río Urubamba se deslizan tranquilamente desde los deshielos de la cordillera de los Andes y van delineando en su recorrido un extenso y fértil valle que lleva su nombre. Se extiende por más de 30 kilómetros entre la región del Collao y la cálida amazonía sudamericana. Este hermoso contraste natural, a una altitud superior de los tres mil metros, está conformado por una serie de abanicos aluviales que caracterizan el relie ve de una extensa geografía conocida comúnmente como quechua. Su clima benigno, frío y seco y la fertilidad de la zona motivaron el interés de diferentes grupos o curacazgos provenientes de regiones más altas por la ocupación de estas tierras.
El valle, conocido por los lugareños como Acamama, fue desde el siglo XII d.C. ocupado lentamente por una variedad de pequeñas etnias o pueblos dirigidos por sus jefes conocidos como sinchis o curacas. Estos grupos lle garon de forma pacífica desde las zonas aledañas y posiblemente de la región de Pacritambo, dedicándose a actividades como la agricultura y ganadería y respetando sus tradiciones locales. La región fue ocupada por una primera oleada migratoria por grupos conocidos por los incas como los huallas, sahuaseras, lores y poques. Otros pueblos, llamados los advenedizos, como los copalymaitas, alcabizas y culunchimas llegaron a ocupar la zona un tiempo después.
En el caso de los huallas, la mayor parte de las investigaciones coinciden en afirmar que fue el primer grupo en llegar a concentrarse en Acamama. Sus pobladores se asentaron en el lado este del valle formando su aldea conocida como Pachatusán. Las viviendas fueron desordenadas, pequeñas y de una solo habitación y eran confundidas a la distancia con las grandes laderas agrícolas de la zona, ahora conocida como San Blas. De manera pacífica se habrían asentado simultáneamente otros grupos como los sahuaseras cuya pacarina, o lugar de origen, sería la zona de Sutijtoco, por eso también eran conocidos como los Sutijtocos ayllus y en Acamama aprovechando la zona fértil se asentaron en las laderas muy cerca de los huallas, lo que es hoy el barrio cercano al convento de origen hispano lla mado Santo Domingo.
Dentro de los grupos advenedizos, o los más recientes, destacaron los ayaruchus, conocidos por los incas como los alcavizas quienes reconocieron como lugar de origen la zona de Pacarictambo en la actual provincia de Paruro. Este grupo se habría asentado en pleno valle bajo de Acamama cerca del primer convento de Santa Clara. Según los cronistas españoles de la época su aldea estuvo poblada por 30 pequeñas viviendas muy rústicas y distribuidas de manera desordenada. Algo común entre los poblados de la región. Existe la posibilidad de que los otros grupos aliados de los alcavizas como los apomaitas y colunchimas llegaran procedentes de la misma zona de Pacaritambo. Al asentarse mantuvieron una relación de parentesco y reciprocidad con los otros grupos, siendo el matrimonio entre jóvenes de diferentes etnias el mecanismo que promovió una pacífica convivencia. Algunas investigaciones importantes señalan características comunes que compartieron la mayoría de estos pueblos pre incaicos. La primera es la denominación de sus jefes con el nombre de la propia etnia. La segunda es que las evidencias arqueológicas nos presentan a grupos que compartieron el mismo estilo cultural en su arquitectura y cerámica; y el tercero, el respeto a su pacarina o pacarisca (es decir, su lugar de origen) que para los pobladores pudo ser una montaña, lago, laguna, lugar de donde habrían salido los primeros habitantes o personajes míticos de cada etnia hacia la búsqueda de nuevas tierras para asentarse
Una etnia especial es la de los ayarmacas que, gracias a las evidencias arqueológicas e históricas, no existen dudas de su existencia en la zona. La historiadora peruana María Rostworowsky señala que la palabra ayarmaca sería la derivación de dos términos quechuas, como que ayar significa quinua silvestre y maca sería la raíz de una planta comestible muy conocida por sus propiedades medicinales. Esto nos puede llevar a pensar que el origen de este gru po se encontraría en zonas de mucha altura ya que ambas plantas crecen en las montañas altas. Lo que sí es seguro es que se asentaron tiempo después como el curacazgo más poderoso del sector sur. Este pueblo se extendió desde el valle de Vilcanota (valle alto del Urubamba) hasta la zona de Angaraes, al noroeste del Cusco. Tuvieron la capacidad política y militar de absorber a los curacazgos pequeños y establecer un régimen político más sólido. Los lugareños se establecieron en aldeas que según las versiones de épocas posteriores llegarían a dieciocho pueblos ayarmacas. Entre los principales podemos mencionar los asentamientos de Huarocondo, Ccorca, Huañinmanga, Pisac, Sacua, Maras, Surite, etc. Si uno se anima a visitar hoy la ciudad del Cus co puede encontrar vestigios mo nu men ta les de estos poblados como por ejemplo sus huacas o lugares de adoración religiosas y pequeños asentamientos.
La historia de los ayarmaca nos permite también describir una característica en el comportamiento político de las sociedades andinas, una posibilidad de jefes simultáneos. Las fuentes documentales señalaron que el curacazgo fue gobernado por dos líderes o curacas de acuerdo a la distribución de la región en dos parcialidades o sayas. Es así que la zona alta del valle fue conocida como Hanan y gobernada por el Tocay Cápac y la parte baja conocida como Urin, liderada por el Pinagua Cápac. Si bien eran dos sectores complementarios, la región alta de los ayarmacas gozó de mayor prestigio, poder y representación.
Los ayarmacas alcanzaron en sí un mayor desarrollo administrativo, político y económico a través de una mayor ocupación geográfica, mejor distribución de sus recursos y un comportamiento religioso muy definido. Además se convirtieron en el grupo más poderoso y protector de las pequeñas etnias antes ya mencionadas. Se vivió durante décadas una época de tranquilidad política que se vio interrumpida con la llegada de un nuevo grupo extranjero, los Ayar.