No hay cuestión que haya suscitado más controversias apasionadas que el estudio de las agrupaciones calificadas de Sociedades secretas. Pero es fácil observar que en todas las épocas se han asimilado a las «Sociedades secretas» los grupos más diversos: poblaciones enteras, los judíos por ejemplo, han sido consideradas como obrando misteriosamente en la sombra; también se ha atribuido a ciertas órdenes religiosas, la de los jesuitas, por ejemplo, toda clase de artimañas subterráneas…
Serge Hutin
Las sociedades secretas
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Solomik09.12.13
Título original: Les sociétés secrètes
Serge Hutin, 1952
Traducción: Ricardo Anaya
Diseño de portada: Solomik
Editor digital: Solomik
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Serge Hutin
SERGE HUTIN (1927-1997). Ha escrito multitud de libros sobre la masonería, sociedades secretas, los rosacruces, alquimia, astrología; entre otros misterios. Escribió sobre la Cábala y afirmó que Isaac Newton fue un cabalista cristiano. Es conocido en círculos ufológicos por su libro Los hombres y las civilizaciones fantásticas (1975) donde sostiene que las antiguas civilizaciones de todo el mundo han sido puestos avanzados de colonias extraterrestres. También cabe reseñar sus libros sobre Nostradamus.
Notas
INTRODUCCIÓN
No hay cuestión que haya suscitado más controversias apasionadas que el estudio de las agrupaciones calificadas de Sociedades secretas. Pero es fácil observar que en todas las épocas se han asimilado a las «Sociedades secretas» los grupos más diversos: poblaciones enteras, los judíos por ejemplo, han sido consideradas como obrando misteriosamente en la sombra; también se ha atribuido a ciertas órdenes religiosas, la de los jesuitas, por ejemplo, toda clase de artimañas subterráneas… Puesto que esa expresión se ha utilizado a diestra y siniestra, será necesario definir lo más exactamente posible al comienzo de una obra sobre ese tema, qué debe entenderse por esas dos palabras.
Empleos abusivos de la expresión. En primer lugar debe observarse que todas las agrupaciones que trataron de sustraerse a la atención no fueron necesariamente «Sociedades secretas». Tanto es así, que los miembros de ciertas organizaciones, que están muy lejos de ser clandestinas, en tiempo normal, se vieron obligados, cuando hubo persecuciones, a constituir momentáneamente grupos que presentaban ciertas analogías exteriores con las «Sociedades secretas». (Ejemplos: la Iglesia católica en el Imperio romano; los protestantes franceses después de la revocación del Edicto de Nantes…).
Por otra parte, todas las organizaciones de tipo oficial o gubernamental consideradas a veces como «Sociedades secretas», salen del cuadro de la presente obra: así la Inquisición, con su temible presencia y sus múltiples espías y afiliados, no constituía una Sociedad secreta, aun cuando la actividad de algunos de sus miembros fuese clandestina y misteriosa.
Sociedades secretas políticas y Sociedades secretas iniciáticas. Es posible, de acuerdo con A. Lantoine, distinguir dos clases de Sociedades secretas:
- Las Sociedades secretas «políticas». Son asociaciones que tratan de disimular su actividad, o al menos el nombre de sus miembros, cuya acción va dirigida ya sea al margen de los organismos oficiales (es el caso de las Sociedades con fines «justicieros»), ya sea, lo más frecuente, contra el poder existente (son las Sociedades «políticas» propiamente dichas). Lo que caracteriza a tales grupos, por más organizados y jerarquizados que estén, es su duración limitada: «Una Sociedad secreta solo dura si su objetivo domina los tiempos. Si el objetivo es político, se extingue forzosamente con la causa que la hizo nacer.» (A. Lantoine).
- Las Sociedades secretas «iniciáticas». Estas sociedades no intentan, en modo alguno, disimular su existencia (salvo cuando se las persigue); sus leyes, su historia, sus lugares de reunión, sus doctrinas, y hoy, hasta los nombres de sus adherentes, no son un misterio para nadie. Esas agrupaciones solo guardan verdaderamente «secretas» sus ceremonias —a las cuales no puede asistir el «profano»— y los signos de reconocimiento, que permiten a los afiliados reconocerse. Lo que las diferencia de una simple sociedad «cerrada» es que esas organizaciones confieren a sus afiliados una iniciación, tienen ritos más o menos complicados, y celebran una especie de culto. (Véase más adelante lo que por eso debe entenderse).
La distinción es, sin embargo, bastante difícil en ciertos casos: así, miembros de auténticas organizaciones iniciáticas han aprovechado el secreto de las reuniones para entregarse a actividades políticas; por otra parte, muchas agrupaciones con fines puramente temporales han sentido la necesidad de adoptar una jerarquía y ritos análogos a los de las Sociedades iniciáticas.
Estudiaremos ahora lo que los afiliados entienden por Iniciación, pues este término, a fuerza de estar rodeado de misterioso prestigio, ha acabado por perder todo sentido preciso en el lenguaje popular.
La Iniciación; sus caracteres y sus fines. De modo general, la iniciación puede definirse: un proceso destinado a realizar psicológicamente en el individuo el paso de un estado reputado inferior del ser a un estado superior, la trasformación del «profano» en «iniciado»; mediante una serie de actos simbólicos, de pruebas morales y físicas, trata de dar al individuo la sensación de que «muere» para «renacer» en una vida nueva (de ahí la expresión frecuentemente empleada de «segundo nacimiento»). De manera más precisa, pueden distinguirse tres elementos complementarios:
- La «iniciación» propiamente dicha, la introducción en un mundo «superior», en un estado psíquico «más perfecto» que el estado profano. En el límite, la iniciación llegaría a ser una verdadera «deificación»: su fin sería entonces conducir al ser «más allá de todo estado condicionado». (Así, Rene Guénon escribe: «Aquí no se trata de comunicarse con otros seres, sino de alcanzar y realizar uno mismo tal estado supraindividual, claro está, no como individuo humano, lo que sería evidentemente absurdo, sino en cuanto al ser que se manifiesta como individuo humano en cierto estado lleva también en él las posibilidades de todos los demás estados»). Es, pues, una realización puramente interior del ser humano, la realización de una posibilidad que el individuo llevaba en sí, en estado virtual: por ejemplo, los «ritos de paso» en las sociedades primitivas (véase más adelante) «realizan» la mutación de la infancia en la edad adulta; pero el adulto está «en potencia» en el niño… He aquí ahora cuáles son las características generales de la iniciación así entendida:
Seguramente, el «profano», para poder ser «iniciado», debe estar provisto de ciertas disposiciones: los autores insisten a menudo sobre las aptitudes naturales que hacen al iniciable, aptitudes sin las cuales los ritos serían letra muerta…