Annotation
La historia de Eugenio Zolli, rabino jefe en Roma durante la II Guerra Mundial
JUDITH CABAUD
El rabino que se rindio a Cristo
Traducción de Maria del Mar Velasco
Sinopsis
La historia de Eugenio Zolli, rabino jefe en Roma durante la II Guerra Mundial
Título Original: II rabbino che si arrese a Cristo
Traductor: Velasco, Maria del Mar
©2004, Cabaud, Judith
ISBN: 5705547533428
Generado con: QualityEbook v0.72
PRESENTACIÓN
JUDITH CABAUD
EL RABINO QUE SE
RINDIÓ A CRISTO
La historia de Eugenio Zolli,
rabino jefe en Roma
durante la II Guerra Mundial
Prólogo de Vittorio Messori
DEDICATORIA
No está en la tierra el país de la verdad,
ésta vaga ignota entre los hombres.
Dios la ha cubierto de un velo
que no permite conocerla
a quienes no escuchan su voz
Blaise Pascal
ÍNDICE
N O convertido sino llegado.
Prólogo.
I. El niño poeta.
II. Quién es «El siervo de Dios».
III. Años de aprendizaje.
IV. Por amor a Italia.
V. De Trieste a Palestina.
VI. «El Nazareno, flor de los profetas».
VII. El siervo sufriente.
VIII. Cristo, centro de los dos testamentos.
IX. La Italia fascista.
X. Roma o la fosa de los leones.
XI. Pío XII y los judíos de Roma 83
XII. «Estás aquí por última vez» 89
XIII. «¿Es la conversión una infidelidad?».
XIV. «Jesús llama».
XV. «La morada de Dios entre los hombres».
Epílogo a la edición italiana.
NO CONVERTIDO, SINO LLEGADO
E S curioso: los italianos han tenido que esperar a que llegara una judía americana convertida al catolicismo para disponer de un primer libro divulgativo sobre la historia del rabino jefe de Roma que pidió el bautismo, escogió el nombre de Eugenio en agradecimiento a Pío XII por su caridad hacia los judíos.
En el epílogo que cierra este libro, y que Judith Cabaud ha escrito expresamente para la edición italiana, se explican los motivos del interés de la hija de unos judíos ortodoxos de Brooklyn por un hombre que, unos decenios antes que ella, recorrió su mismo camino: de la Sinagoga a la Iglesia. Queda por explicar, sin embargo, por qué esta extraordinaria «historia italiana» no ha llevado a ningún escritor italiano a narrarla en un libro.
Para intentar comprenderlo, quizá nos sirvan las observaciones que vienen de una fuente completamente insospechada, como es la prestigiosa revista Judaism del American Jewish Congress, que en 1989 decía lo siguiente: «Casi medio siglo después de su conversión al catolicismo, Israel-Eugenio Zolli, que murió en 1956, puede provocar todavía rabia o vergüenza. Como principal meshummad (apóstata, renegado) entre los rabinos del mundo moderno, todavía es anatema para la comunidad judía romana. Cuando los forasteros visitan la capital italiana y tocan el asunto Zolli (los judíos locales no lo hacen prácticamente nunca), a menudo se hace referencia a él como el innombrable. (...) Por su naturaleza altamente delicada, su historia nunca ha sido contada de manera adecuada. En general, el caso Zolli es considerado por los estudiosos una "patata caliente". En 1945, su conversión fue ampliamente comentada en el seno del judaísmo, pero hoy la mayor parte de los israelitas —incluidos los que conocen bien la historia judía del siglo XX— no han oído hablar nunca del rabino jefe de Roma que pidió a Pío XII el bautismo. En el mundo católico la situación es más o menos la misma. Y sin embargo, Zolli y su epopeya de tribulaciones merecerían algo mejor...».
En efecto, consultando ese clásico que es la Historia de los judíos en Italia de Attilio Milano, se puede ver que Zolli no es citado más que en unas pocas líneas (en las más de setecientas densísimas páginas), donde su conversión al cristianismo se define como «desbandada espiritual» y se habla de «sorpresa y desdén por parte de todos los judíos italianos». Todavía más significativa resulta la conocida Historia de los judíos italianos bajo el fascismo, de Renzo de Felice: en esta obra ponderosa, que pretende ser exhaustiva, dedicada precisamente al periodo en que el rabino tuvo su parte protagonista, se ignora a Zolli por completo, apareciendo sólo en una breve nota bibliográfica. Con De Felice, en definitiva, aquel proceso de rechazo del que habla la revista de los judíos americanos (y que resulta, por supuesto, muy comprensible en el pueblo que salía de la tragedia que tan bien conocemos) queda prácticamente completado.
Por lo demás, Zolli tuvo que escribir en inglés y publicar en América la historia de su conversión, aquel Befare the dawn (Antes del alba), que todavía no ha encontrado un editor italiano (mientras que hace poco que ha sido reeditada en Estados Unidos).
Y confirmando el interés que puede suscitar la dramática aventura humana y espiritual de Zolli, también este pequeño libro de Judith Cabaud ha tenido en Francia, donde nació, numerosas reediciones. Difusión cuando menos significativa para quien conozca el tradicional desinterés de los franceses por todo aquello que no tenga que ver con su país; sin embargo, al parecer se han apasionado con esta historia del viejo rabino jefe de Roma abocado al Evangelio.
Todo aquél que rechace en la historiografía exclusiones, silencios, «agujeros» —o cualesquiera que sean las motivaciones— verá con agrado la publicación de estas páginas, que pueden servir de abrepistas para posteriores investigaciones que aclaren cada aspecto del complejo asunto y revelen la personalidad, la rica espiritualidad y el valor intelectual de este hombre que (los documentos lo atestiguan) fue también muy calumniado y que, antes de elegir el Evangelio, eligió a Italia por amor a su gente y a su cultura.
Decía que es necesario llevar a cabo investigaciones posteriores. En efecto, este pequeño libro de Judith Cabaud no tiene pretensión alguna de ponerse a la altura de las obras profesionales de historiografía. Hay muchas cosas que aquí son simplemente esbozadas, y muchas otras que necesitan de una profundización, partiendo de una documentación más amplia. La autora (feliz madre de nueve hijos, uno de los cuales es sacerdote, como cuenta en el epílogo, al que remitimos al lector) ha entendido su trabajo sobre todo como un testimonio de estima y solidaridad afectuosa para quien, como ella, se dio cuenta de que hay un vínculo necesario que lleva del Antiguo al Nuevo Testamento. También suscribe la Cabaud el decidido rechazo de Zolli a considerarse «apóstata» o «renegado» de su propio pueblo y su propia fe: la «conversión», para ella, como para el rabino jefe de Roma, es entendida como una llegada a puerto, como el convencimiento de que, estudiando sin prejuicios la Escritura, un judío puede reconocer en Jesús al Mesías anunciado por sus antiguos profetas. Estamos muy lejos, en estas páginas, de la polémica, así como de cualquier reducción de apologética mezquina. Impera en esta israelita de Brooklyn el deseo de compartir su descubrimiento, ayudada por una experiencia cotidiana y gozosa: no existe fractura, por tanto, entre judaísmo y catolicismo, sino profunda continuidad.
Quédese tranquilo, por tanto, quien tema que la autora —quizá con el indiscreto fervor de los neófitos— pretenda levantar viejas barreras. Al contrario, su deseo es el de abatirlas, llevando a reflexionar sobre la posibilidad, que en ella se ha hecho vida plena, de que (por decirlo como «su» Pascal, pero también como aquel «fariseo, hijo de fariseos» que fue Pablo de Tarso) el «Dios de Abraham, Dios de Isaac, de Jacob» no sea otro que «el Dios de Jesucristo».