Mariano Hamilton - Masones argentinos

Hamilton, Mariano

Masones argentinos / Mariano Hamilton. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Planeta, 2018.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-950-49-6246-5

1. Investigación Periodística. 2. Masonería. I. Título.

CDD 366.1

© 2018, Mariano Hamilton

Diseño de cubierta: Departamento de Arte de Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.

Todos los derechos reservados

© 2018, Grupo Editorial Planeta S.A.I.C.

Publicado bajo el sello Planeta ®

Independencia 1682, (1100) C.A.B.A.

www.editorialplaneta.com.ar

Primera edición en formato digital: marzo de 2017

Digitalización: Proyecto451

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ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-6246-5

Para Ceci, la mujer que cada día está ahí,

en las buenas y en las malas.

Seguramente mucho más en las malas.

Y para mis hijas e hijo Nicky, Luli, Fran y Fidel,

quienes con su vitalidad y frescura

me hacen disfrutar de una vida que,

si no los viera sonreír, sería infumable.

Palabras preliminares

Una reflexión

Todos creemos que sabemos un montón sobre la masonería. Y al mismo tiempo nadie conoce demasiado. Se han escrito centenares de ficciones sobre la influencia de los masones en diferentes acontecimientos que conmovieron a la historia de la humanidad, pero pocos son comprobables. Básicamente, porque la masonería es una organización que, si bien no se la puede definir como secreta, sí es al menos discreta.

Otro asunto complejiza aún más el misterio: no existen registros escritos sobre lo que se trató en las tenidas masónicas. Y entonces se cae en la obligación de armar la historia a través de la transmisión oral de testigos o de narradores de viejas historias, con las dificultades que este tipo de reconstrucciones traen consigo mismas. Especialmente si se trata de hechos que ocurrieron hace más de un siglo.

Sin ir más lejos, para la realización de este libro conversé con decenas de masones que tenían su versión personal sobre un hecho puntual. Y todas impregnadas de su propia experiencia, sentimientos, ideología y hasta complejos y preconceptos sociales y políticos.

Estaban los masones que valoraban la obra del Gran Maestre Roque Pérez, el organizador de la masonería argentina contemporánea, allá por mitad del siglo XIX, y lo convertían en responsable e impulsor del proceso de secularización que vivió la Argentina. Los que en cambio respaldaban a su eterno opositor, Miguel Valencia, sostenían que Roque Pérez no era más que un mero articulador sin importancia y que los que en verdad avanzaban hacia la secularización eran los hermanos masones que lo rodeaban. O sea que, de acuerdo a quien contara la historia, las cosas habían ocurrido gracias a Roque Pérez o pese a Roque Pérez.

Lo mismo ocurría cuando buscaba desentrañar qué era lo que había pasado con el encuentro entre San Martín y Bolívar y el rol de la masonería en esa reunión. Para unos, esa tenida masónica fue organizada, respaldada y sellada a fuego por la Logia Estrella de Guayaquil y los masones americanos que trabajaron para que ambos generales llegaran a un acuerdo que les permitiera acelerar la independencia e, incluso, evitar un enfrentamiento entre ellos; lo que hubiera sido un desastre para la ambición de libertad americana. Pero para otros, con la intención de restarle importancia a la Logia Estrella de Guayaquil —vaya uno a saber por qué interna—, circunscribían ese encuentro al marco de una cumbre entre dos Jefes de Estado. ¿San Martín y Bolívar guardaron secreto masónico luego de la reunión?, se le preguntó a uno y otro interlocutor. Y las respuestas eran de lo más disímiles, aunque todas rondaban más o menos en dos sentidos. Para algunos el secretismo fue porque efectivamente se trató de una tenida masónica, mientras que para otros simplemente fue una consecuencia del clima de época: había una guerra contra España y ni a San Martín ni a Bolívar les convenía darle información al enemigo sobre sus debilidades o disensos; o sea que fue más por preservar el secreto de Estado que por cualquier otra cosa.

Si las pasiones se diluían al conversar sobre la secularización del Estado o sobre la cumbre entre San Martín y Bolívar, en el tercer capítulo de este libro pasaba exactamente lo contrario. La Batalla de Pavón ya era un hecho más cercano y con consecuencias directas sobre la Argentina que disfrutamos o padecemos hoy, depende del cristal con que se lo mire. Para sumar más confusión, los interlocutores eran mitristas, urquicistas, uno que otro rosista (los menos, al menos dentro de la masonería), sarmientinos y así podríamos sumar a cada uno de los personajes que fueron apareciendo en escena. Y las opiniones de los hermanos masones consultados, en su gran mayoría, llevaban agua para el molino propio, para defender a su prócer favorito o a sus ideas.

Dos cuestiones quedaron claras, sin embargo, una vez que se desmalezaba la hojarasca: que el personaje norteamericano llamado Yateam o Itman había sido clave en la resolución de la batalla y que lo ocurrido en los años inmediatamente posteriores a Pavón, es decir la intervención bárbara del Gobierno Nacional (en realidad de Buenos Aires) en el Interior bajo el lema de «pacificación nacional» poco tuvo que ver con los ideales masónicos.

Casi hubo coincidencia cuando se buscaba una definición para la actuación de Bartolomé Mitre en esos años post Pavón: «traicionó los principios masónicos; se comportó como un canalla». El calificativo hacia Mitre puede sonar duro para ser utilizado con un pro hombre de la Patria, pero hay que entender que se enmarca en el ámbito de charlas reservadas en el que los que lo utilizaban no jugaban su prestigio y lo decían off the record , sin comprometer su nombre. No creo que muchos masones se animen a hablar púbicamente de esa manera de Mitre, más allá de que, insisto, la gran mayoría de los entrevistados coincidieron en calificar de la peor manera el accionar del ex presidente y fundador del diario La Nación .

El tratamiento de la ley 1420 de Educación Común, Gratuita y Obligatoria en el capítulo cuatro fue un poco más sencillo porque en este caso, por fin, se contaba con el respaldo escrito de las diferentes sesiones del Congreso Nacional. Durante las entrevistas con los masones surgían posturas contradictorias sobre cómo habían procedido en esos debates personajes como Nicolás Avellaneda, Miguel Juárez Celman, Aristóbulo del Valle, Manuel Pizarro, Pedro Goyena y tantos otros nombres que hoy conocemos casi exclusivamente porque son calles de la ciudad de Buenos Aires. Pero ahí estaban las transcripciones taquigráficas para saldar las dudas. Y las contradicciones ya no eran tales. O al menos era mucho más sencillo discernir qué persona estaba tratando de influenciar la opinión del autor de este libro hacia un lado u otro sin ajustarse demasiado a la verdad de lo acontecido.

El viaje de más de un año y medio a las entrañas del poder en las sombras de la masonería fue sin dudas maravilloso. Fue un año y medio plagado de contradicciones, de marchas y contramarchas, de momentos en los que se llegaba a alguna certeza pero al día siguiente otro material u otra entrevista no hacía más que poner en duda lo que el día anterior parecía tan claro.

Es inevitable referirse también a la elección de ficcionar algunas situaciones, como los últimos días de la vida de Roque Pérez, las sensaciones de San Martín en el barco que lo llevaba a Guayaquil, lo que ocurría en el campamento de Urquiza y Mitre momentos antes y después de la Batalla de Pavón o las reuniones masónicas en el Templo de Perón al 1400 o en el Club Liberal para preparar el debate parlamentario de la ley 1420. La carnadura de los personajes no se hubiera conseguido sin retratar sus momentos de dudas y angustias o el desengaño y la desolación por las traiciones y hasta el miedo que los atravesaba. Es una obviedad y está de más decir que esa construcción es una elección libre del autor y que los momentos narrados no se ajustan a la verdad histórica. Pero son sensaciones válidas a las que se llegó después de estudiar y leer y releer sobre cada uno de los protagonistas. Son pinceladas que los convierten en hombres de carne y hueso y que los alejan de la frialdad del bronce.