Con este volumen, el profesor Ángel Viñas cierra su trilogía sobre la República y la guerra civil. Si en el primero el autor analizaba el inicio del golpe de estado contra la República, el vergonzoso abandono de que fue objeto por parte de las democracias occidentales y el viraje de aquella hacia la Unión Soviética, en el segundo relató magistralmente el período crucial de la contienda entre otoño de 1936 y el verano de 1937.
En este tercer volumen, basado como siempre en una exhaustiva, casi obsesiva, explotación de todos los recursos documentales disponibles, Ángel Viñas sigue paso a paso la mayor parte de la gestión del gobierno Negrín, analiza las estrategias de los gobiernos británico y francés empeñados en apaciguar a los dictadores fascistas. En paralelo, desmitifica los intereses soviéticos así como el papel de Stalin en la guerra. Frente a las opiniones de tantos indocumentados o farsantes sobre la guerra civil, el solidísimo trabajo de Ángel Viñas nos obliga a replantearnos seriamente muchas de las leçons reçues para ver bajo una nueva luz la génesis, el desarrollo y el final de aquel drama, en el que la República salvó su honor al oponerse a la agresión de las potencias del Eje.
Ángel Viñas
El Honor de la República
Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin
La República española en guerra 3
ePub r1.2
jasopa1963 & ugesan64 04.10.14
Título original: El Honor de la República
Ángel Viñas, 2009
Diseño de cubierta: Martínez Valiente
Editor digital: jasopa1963 & ugesan64
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Corrección de erratas: nixkevan (1.2)
ePub base r1.1
ÁNGEL VIÑAS. (Madrid, España, 2 de Marzo de 1941). Es catedrático de Economía desde 1975 y técnico comercial y economista del Estado desde 1968. Sus últimas obras son En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos, de Francisco Franco a Felipe González ( 1945-1995 ), (Crítica, 2003) y La soledad de la República. El abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética (Crítica, 2006). El escudo de la República. El oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937 (Crítica 2007), El honor de la República. Entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin (Crítica 2008) y, con Fernando Hernández, El desplome de la República (2009). Como fruto de su actividad diplomática, cabe destacar también Al servicio de Europa. Innovación y crisis en la Comisión Europea (2005).
[1] Azcárate habló en persona con Negrín por lo menos en junio de 1937, si bien ya se conocían anteriormente. La relación entre ambos fue excelente y duradera.
[2] La idea que todavía hoy defiende Payne (2008, p. 22) de que la política británica fue de distanciamiento no se sostiene en pie.
[3] Nada de lo que antecede impide que Suárez (p. 51 9 ) manipule los hechos afirmando que en el Reino Unido «simpatía por Franco no existió nunca». La hubo, y mucha, donde contaba.
[4] En el caso italiano el embajador en Londres, Dino Grandi, se entrevistó a principios de julio con Edén, quien le aseguró que él, personalmente, estaba convencido de que ni Mussolini ni Ciano querían atentar contra la integridad territorial de España pero que otros no estaban tan seguros de ello (DDI, IX, doc. 37).
[5] Citamos no del despacho mismo, sino de su síntesis tal y como la hizo el Air Staff (Intelligence), nueva denominación del Air Intelligence Service al que ya aludimos en La soledad de la República. Esto significa que el análisis de Leche fue a parar no sólo a la dirección política sino también a los servicios de inteligencia. Informe n.º 26, del 19 al 24 de mayo. TNA: HW 22/2.
[6] Nueve días antes Pascua había escrito a Stalin solicitando audiencia. El cambio de Gobierno y ciertas circunstancias personales del mismo le parecían motivo suficiente para «escuchar sus opiniones… sobre las tareas y métodos que considerase más eficaces y oportunas». AHN: AP, 2/4.
[7] El 24 de mayo cayeron bombas cerca del buque-tanque Nevona y de dos avisos. El 26, una bomba republicana perforó la cubierta superior del crucero auxiliar Barletta, que ocasionó seis muertos y cinco heridos, amén de daños de cierta consideración (Bargoni, pp. 288 y 291b).
[8] El florilegio de calificativos podría ampliarse. Lo que antecede es una pequeña muestra tomada de las informaciones suministradas el 21 de mayo por el embajador británico en Roma, muy comprensivo con los planteamientos fascistas (TNA: FO 371/21335).
[9] Kuznetsov (p. 194) afirma que los pilotos dijeron que el Deutschland había abierto fuego el primero. Se equivoca, por cierto, en la fecha del incidente. El AS (I) recogió el testimonio de un testigo que afirmó que a raíz del primer sobrevuelo, la artillería del buque disparó. Las referencias se encuentran en los informes 27 y 28. TNA: HW 22/2.
[10] Las cifras finales han dado origen a grandes discusiones. El mínimo fiable, según los libros de defunciones del registro civil, da 31 muertes, de las que 26 se inscribieron en los primeros tres días (Quirosa-Cheyrouze, p. 1 84 ). Beevor (p. 429) tiene mal sus datos. A la SdN se le comunicaron los que se determinaron de inmediato (Azcárate p. 326).
[11] Tomado de AHPCE, documentos y correspondencia, 5/no intervención, 19/5.
[12] La evolución de la crisis subsiguiente se analiza en Moradiellos (1996, pp. 175ss). El calificativo de «grotesco» referido al control naval lo utilizó Thompson (pp. 121 y 124), tras destacar la incongruencia de que se hubiera confiado la supervisión de la costa mediterránea a la Kriegsmarine cuyos frecuentes paseos a pocas millas del litoral constituían una fuente continua de provocaciones pues el Gobierno creía, «sin duda con exactitud», que suministraba información a Franco y datos para guiar a los aviones italianos que bombardeaban despiadadamente las ciudades y pueblos del Mediterráneo.
[13] A las cuales Bolloten dio de forma ciega el sello de su autoridad (pp. 863ss).
[14] Harvey (pp. 404s) había dado a conocer a Eden su opinión de que el tiempo trabajaba a favor del Reino Unido a medida que tuvieran éxito las medidas de rearme. En el ínterin, convenía mantener el «frente de la paz» y no dar motivos al Tercer Reich para desintegrarlo. En tal sentido, las relaciones con Moscú, si bien no era imprescindible calentarlas, no debían enfriarse porque lo que había que impedir era un rapprochement entre soviéticos y nazis.
[15] En sus términos: «El miserable de Hernández ha dado una versión de este hecho falsificándolo de una manera infame y repitiendo de hecho la versión que Prieto había dado hacía mucho tiempo antes».
[16] Vidarte (pp. 855s) dio otra versión al contar una supuesta conversación con Negrín tiempo después. El Consejo se habría interrumpido para esperar la reacción soviética, Azaña se habría negado a firmar una declaración de guerra, etc. Es totalmente inverosímil. Mucho más cerca de los acontecimientos, Vázquez Ocaña (p. 117) recogió los reparos de Negrín: sabía que la reacción alemana podía ser terrible y que las democracias se inhibirían.