En esta explosiva investigación, David Yallop explora las realidades del papado de Juan Pablo II y plantea una serie de cuestiones polémicas. Destapa el verdadero papel del Vaticano en los acontecimientos trascendentales del 1989 y la caída del comunismo, el escándalo del Banco Ambrosiano, la relación con la mafia, el ascenso del Opus Dei y el mito de la «santa alianza» entre la América de Reagan y el Vaticano, entre otros asuntos. David Yallop saca a la luz hechos hasta ahora mantenidos en silencio.
David Yallop
El poder y la gloria
La historia oculta del papado de Juan Pablo II
ePub r1.0
XcUiDi 14.01.16
Título original: The power and the glory
David Yallop, 2007
Traducción: Enrique Mercado
Editor digital: XcUiDi
ePub base r1.2
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Prefacio
E N LAS PRIMERAS PÁGINAS de In God's Name [En nombre de Dios en español, publicada en EPubLibre.org], agradecí públicamente a la gran cantidad de personas que me brindaron ayuda en diversas formas durante la investigación para ese libro. Al hacerlo, sencillamente repetía un hábito de toda la vida. Tras mencionar a esos individuos, escribí lo siguiente:
Entre aquéllos a los que no puedo agradecer públicamente están personas residentes en la Ciudad del Vaticano que hicieron contacto conmigo e iniciaron mi investigación de los sucesos en torno a la muerte del papa Juan Pablo I, Albino Luciani. El hecho de que hombres y mujeres que viven en el corazón de la Iglesia católica romana no puedan hablar abiertamente ni ser identificados es un elocuente comentario sobre el estado de cosas dentro del Vaticano.
La cacería por la jerarquía de la curia tras la publicación del libro no se limitó a informantes anónimos. El Vaticano también persiguió a algunos de aquéllos a quienes yo había agradecido públicamente. No se precisamente cuántos se vieron afectados, pero entre ellos estuvo el padre Bartolomeo Sorge, SJ, director de Civiltà Cattolica, descrito por el vaticanólogo Peter Hebblethwaite como “un hombre de impecable ortodoxia y al mismo tiempo una influyente figura en la escena democristiana”. Él fue despachado de Roma a Palermo. El padre Romeo Panciroli llevaba mucho tiempo como jefe de prensa del Vaticano al momento de mi investigación. Menos de seis meses después de la publicación inicial de En el nombre de Dios, fue reemplazado por Navarro-Valls. Panciroli fue enviado a África. Uno de los primeros actos de Navarro-Valls fue retirar la vital tèssera o tarjeta de prensa a Phillip Willan. Phillip, periodista freelance, había sido uno de mis principales investigadores e intérpretes. Un periodista en Roma sin acreditación del Vaticano se las ve negras. Es de presumir que se le declare culpable por asociación. El hecho de que yo fuera el único responsable de lo escrito no contó para nada. Él fue congelado durante casi dos décadas.
En la primavera de 1998 se publicó, con aprobación papal, un nuevo manual del Vaticano. En él se advierte a todo el personal de la Santa Sede que “revelar secretos pontificios es sancionable con el despido inmediato”. A la luz de lo anterior, he concluido que la abrumadora mayoría de quienes tan amablemente me ayudaron deben permanecer en el anonimato. En el libro se identifican varias fuentes no vaticanas, y una bibliografía da al lector un indicio de fuentes escritas.
En algún momento del futuro próximo, el papa Juan Pablo II será beatificado. Poco después de ese hecho, se le canonizara. En vida se le reclamó mucho a Karol Wojtyla; en su muerte, la aclamación ha alcanzado tales niveles que la prematura santificación no puede estar muy lejos del papa del “país lejano”.
El que alguna fue vez el quinto paso para la beatificación, la nominación de un promotor fidei —en lenguaje popular el “abogado del diablo”, un individuo cuyo deber era “señalar toda falta o punto débil en las evidencias aducidas, y poner todo tipo de objeciones”—, ha sido abolido. Fue revocado por Juan Pablo II. Aún estoy por oír una explicación satisfactoria que justifique esa abolición. ¿El precepto bíblico «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» ya no tiene lugar dentro del cristianismo en el siglo XXI?
Cuando el proceso de beatificación implica a una figura tan controvertida como el desaparecido papa, una rigurosa investigación que ponga al descubierto cada faceta de la vida entera de Karol Wojtyla es de suma importancia. Manifiestamente, la actual carrera a la santidad no contempla una indagación exhaustiva. Las clases y textos de Wojtyla de la década de 1950 sobre el marxismo y el comunismo, en los que habló y escribió muy positivamente tanto del marxismo como de la teología de la liberación, no van a ser considerados, al menos hasta donde podía saberse a fines de 2006. Que tan profundamente las extravagantes afirmaciones que se han hecho sobre el papa Juan Pablo II —su lucha contra los nazis y subsecuentemente contra el régimen comunista… su creación de Solidaridad… su hazaña de derribar el comunismo europeo—; que tan profundamente esos y otros aclamados aspectos del papado de Wojtyla se investigarán, aún está por establecerse. Antes de fines de enero de 2006, el Vaticano ya había recibido más de dos millones de cartas concernientes a «la vida y virtudes del papa Juan Pablo II».
Al hablar ante un grupo de periodistas católicos en el Vaticano en diciembre de2002, Karol Wojtyla comento:
¿Qué significa para un católico ser periodista profesional? Un periodista debe tener el valor de buscar y decir la verdad, aún cuando la verdad sea incómoda o no se considere políticamente correcta…
PRIMERA PARTE
I
¿LA VOLUNTAD DE DIOS?
« C UANDO UN PAPA MUERE, hacemos otro». Así reza un dicho popular en Roma. Y ahí estuvieron particularmente ocupados en 1978. Ése fue el año de tres papas. La muerte del papa Paulo VI el 6 de agosto de 1978 sorprendió a muy pocos observadores del Vaticano. En realidad, al iniciarse el decimosexto año de su pontificado, algunos reporteros empezaron a escribir en tiempo pasado. El papado de su sucesor, Albino Luciani, quien adoptó el nombre de Juan Pablo I, fue diferente.
Un mes después de su elección, Albino Luciani recibió un extenso y muy detallado informe preliminar, elaborado a petición suya por el cardenal Egidio Vagnozzi, sobre una investigación en torno a las finanzas del Vaticano. Vagnozzi había sido presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede, ministro de Hacienda o auditor general desde fines de 1967. El papa Juan Pablo I consideró ese reporte junto con información adicional que había obtenido de los cardenales Benelli, Felici y el subsecretario de Estado, el arzobispo Giuseppe Caprio. Tomó varias decisiones que sin duda habrían de tener un drástico efecto en la Iglesia, y notificó esas reformas a su secretario de Estado, el cardenal Villot, ya avanzada la tarde del 28 de septiembre. Horas después Albino Luciani había muerto, y las mentiras y encubrimientos alrededor de la muerte del papa de los 33 días habían comenzado.