Gustavo Gorriti Ellenbogen
Sendero
Historia de la guerra milenaria en el Perú
Este libro no podrá ser reproducido, total ni parcialmente, sin el
previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados.
Sendero
Historia de la guerra milenaria en el Perú
© Gustavo Gorriti Ellenbogen, 1990
© 2017, Editorial Planeta Perú S.A.
Av. Santa Cruz 244, San Isidro, Lima, Perú
Diseño de cubierta:
Corrección:
Diseño de interiores: B-MAD
Primera edición: abril del 2017
Tiraje: 0000 ejemplares
ISBN: 978-6-1231-9406-2
Registro de Proyecto Editorial: 000000000000000
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 0000000000000
Impreso en: ...............................................
dirección:
Lima, Perú.
A la memoria de Edith Gorriti Ellenbogen
(19.12.1944 - 19.09.1964)
Reconocimientos
Pese a ser siempre un proceso solitario, la obra escrita es raramente posible sin un conjunto múltiple de aportes que respaldan y complementan el del escritor. Quiero expresar aquí mi reconocimiento y agradecimiento a aquellas personas e instituciones que contribuyeron a lograr este libro.
El largo período de investigación y redacción fue posible gracias al apoyo generoso de una beca de investigación de la Fundación Harry Frank Guggenheim. A esta fundación, y en especial a su responsable de programas, Karen Colvard, cuyo admirable trabajo es la búsqueda de proyectos de investigación académica merecedores de apoyo, mi gratitud permanente.
En Boston, el escritor Douglas Bauer leyó con detenimiento algunas versiones tempranas que fueron luego parcialmente incorporadas a este libro. Sus observaciones me fueron de gran ayuda. Y, en etapa aún anterior, Felipe Mac Gregor, S.J., me instó a un estudio más profundo del tema, a través del examen de la ya entonces (1982-83) considerable masa documentaria. Quiero expresar mi reconocimiento a ese estímulo temprano, que fue a la postre decisivo para acometer la empresa del libro.
La mayor parte de la redacción de este libro fue hecha durante una prolongada permanencia en la Universidad de Harvard (Cambridge, Estados Unidos), como fellow del Centro de Asuntos Internacionales primero, y asociado del Comité De Estudios Latinoamericanos e Ibéricos después. El personal docente y administrativo de ambos programas me brindó aliento y comprensión invalorables durante la parte más difícil de este trabajo. Sin olvidar el agradecimiento que otros merecen, quiero expresarlo en forma particular a Leslie H. Brown, director del Fellows’ Program del Centro de Asuntos Internacionales, y a John Womack Jr., director del Comité de Estudios Latinoamericanos e Ibéricos. También a Samuel P. Huntington, entonces director del Centro de Asuntos Internacionales, quien instó y estimuló el progreso de este trabajo.
Diversas partes de este manuscrito fueron leídas y comentadas por las siguientes personas: David Scott Palmer, de la Universidad de Boston; Peter Johnson, de la Universidad de Princeton; Cynthia McClintock, de la Universidad George Washington; Jorge Domínguez, John Womack Jr., Jim Brennan, Ronald Berg y Robert Leiken, de la Universidad de Harvard; Susan Kaufman Purcell, del Council on Foreign Relations, New York. Los escritores Carlos Fuentes, Roberto Toscano y José Rodríguez Elizondo, compañero este último de años de trabajo en Caretas, y ahora con las Naciones Unidas en España, soportaron estoicamente la inflicción del manuscrito e hicieron observaciones tan perspicaces como valiosas. Lo mismo debo decir de las que hizo Gabriel Ortiz de Zevallos. En tramos más avanzados, y sobre aspectos más puntuales de la redacción, los comentarios de Héctor López Martínez y Rafael Merino Bartet fueron de gran utilidad.
Este libro, y la visión de la vocación periodística que lo sustenta, deben mucho a la enseñanza y el ejemplo de Howard Simons. Howard, el legendario jefe de redacción del Washington Post durante la época de Nixon y Watergate —a cuya investigación él contribuyera en forma decisiva—, pasó luego a ser director del prestigioso programa Nieman de periodismo, en la Universidad de Harvard. Ahí consagró gran parte de su actividad —esa combinación de bravura, generosidad, ingenio punzante y despierta inteligencia, que lo identificaron a lo largo de su vida— a defender periodistas perseguidos por hacer lo que en las democracias consolidadas no es ya más un derecho sino una necesidad: la expresión libre, la crítica, la investigación. Merced a capacidad de movilizar a decenas de editores, jefes de redacción, directores y políticos, Howard logró salvar la libertad, y en más de un caso la vida, de periodistas de, entre otros lados, Sudáfrica, Panamá, China, Guatemala. En 1989, luego de habérsele diagnosticado un mal incurable, Howard decidió no someterse a ninguna terapia, con el típico razonamiento que el prolongar su vida sería acrecentar el sufrimiento de los suyos y acortar su propia dignidad. A la memoria del periodista magistral, del caro amigo, mi gratitud, mi recuerdo.
Si bien tengo la impresión que el director de Caretas, Enrique Zileri, no estuvo enteramente de acuerdo con que yo dejara el periodismo semanal en la revista para dedicarme a este libro, le debo un reconocimiento especial. Fue en las semanas intensas, en los cierres insomnes de Caretas donde aprendí lo que sé sobre periodismo; y fue en Caretas donde empecé a cubrir el tema de este libro. De esos años de trabajo guardo memorias de admiración respecto a la calidad de Zileri como periodista, que se expresaba en la energía bohemia de los cierres, la intuición y el golpe de vista para la foto justa, el enfoque irreverente y preciso, los alaridos creativos y las excentricidades que hicieron de Caretas muchas cosas, pero nunca un lugar aburrido. Y de otro lado, para quienes hemos trabajado en el relativamente nuevo territorio del periodismo de investigación en el Perú, la exigencia de un editor como Zileri, respecto a la veracidad del dato, la imaginación para considerar nuevos enfoques, nuevas aproximaciones, fue sin duda invalorable.
He realizado decenas de entrevistas a otras tantas personas para este libro, en algunos casos en forma abierta, en forma reservada en otros. En ellas adquirí con frecuencia no solo datos sino una visión enriquecedora que añadió perspectiva y orientó mi trabajo. Quiero expresar mi reconocimiento a todos aquellos que me dieron su tiempo y su confianza, que compartieron sus memorias, sus apuntes y en algunos casos sus documentos, esperando que se escribiera una reseña real de los hechos de esta guerra.
Debo expresar un agradecimiento especial a aquellas personas cuya militancia, antigua o presente, en la izquierda ayacuchana les permitió experimentar, con cercanía e intensidad, las etapas tempranas del proceso; y que compartieron con generosidad y paciencia sus recuerdos. Mi agradecimiento, en especial, a Carlos Tapia, Juan Granda, Germán Medina, Manuel Granados, junto con otros, a quienes, por residir actualmente en Ayacucho, es prudente no nombrar.
Debo terminar con el necesario agregado que, pese a esta aún incompleta relación de deudas intelectuales, la responsabilidad por eventuales errores o limitaciones en este libro es solo mía.
Prefacio
Este libro fue escrito cuando la guerra interna iniciada por Sendero Luminoso había pasado de la marginalidad y las sombras a tornarse en el principal conflicto de nuestra historia. Pero el crecimiento no atenuó su oscuridad. Miles de peruanos morían y daban muerte sin saber qué había traído su desgracia.
Empecé a reportar y narrar desde 1981, en la revista Caretas, los hechos de una violencia que, salvo períodos cortos, no paró de crecer. En el proceso, traté de reunir los documentos y testimonios que me permitieran expresar en el relato el sentido de eventos que parecían no tenerlo.
Página siguiente