MANUEL LOZANO LEYVA (Sevilla, 1949) es catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla. Tras sus estudios doctorales en Oxford, trabajó en el Instituto Niels Bohr de Copenhague, la Ludwig Maximillian Universität de Munich, el Instituto Galileo Galilei de Padua y el CERN (Centro Europeo de Investigaciones Nucleares). Es autor de más de un centenar de artículos científicos de su especialidad. Ha sido vicerrector de investigación de su universidad y ha representado durante seis años a España en el comité de expertos de física nuclear de la European Science Foundation. Uno de los mejores divulgadores científicos de España, ha publicado El cosmos en la palma de la mano (2002; Debolsillo, 2009); De Arquímedes a Einstein (Debate, 2005); Los hilos de Ariadna (Debate 2007); Nucleares ¿por qué no? (Debate, 2009); El fin de la ciencia (Debate, 2012) y el ensayo digital Lecciones de Fukushima (ENDEBATE, 2011), aparte de cuatro novelas.
A mis alumnos y demás jóvenes de esta generación aciaga,
para que sepan que ningún destino es inevitable
y se atrevan a desarrollar
todo el potencial de sus mejores sueños
Título original: El gran Mónico
Manuel Lozano Leyva, 2013
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
Notas
[1] Blog de www.publico.es de 3 de diciembre de 2009 o bien http://manuellozanoleyva.com/index.php?option=com_wrapper&Itemid=108.
[2] http://books.google.es/books?id=WN4DAAAAMBAJ&pg=PA1075&lpg=PA1075&dq= Electrical+Engineer+Institute+of+Correspondence+Instruction&source=bl&ots= LtaWOgOfk3&sig=3Eea6gBPl1w_VJOk1XfHeR4Jp2c&hl=es&sa=X&ei= y8N9T5GfCoK90QXQi4DZDQ&ved=0CGsQ6AEwCA#v=onepage&q=Electrical%20 Engineer%20Institute%20of%20Correspondence%20 Instruction&f=false.
[3] http://openlibrary.org/books/OL23297001M/The_electric_motor_and_its_applications.
[4] http://lcweb2.loc.gov/papr/nychome.html; http://www.nycsubway.org/biblio/earlyfilms.html.
[5] Don Eduardo fue uno de mis tatarabuelos, o sea, bisabuelo de mi padre José Luis Lozano López y Ponce de León. La cercanía del apellido Ponce de León al nombre de pila demuestra que debió de haber bastante endogamia entre primos de los pequeños pueblos del norte de la provincia de Huelva, de donde era mi padre (Galaroza), y los de Badajoz, de donde era la familia de don Eduardo.
[6] Por mor de los conocimientos inútiles, diré que sir Charles, entre otras muchas ingeniosidades, inventó la concertina, predecesor del acordeón. Es ese pequeño fuelle hexagonal con lengüetas y botones a modo de teclado que dividen la escala cromática entre las dos manos. Los argentinos lo hicieron instrumento nacional para orgullo patrio rebautizándolo como bandoneón, pero resultó que el pérfido albión Wheatstone lo había patentado nada menos que en 1829.
[7] Wikipedia Electromedicina. Electrocardiógrafo construido por Cambridge Scientific Instrument Company (Christoph Zywietz, A Brief History of Electrocardiography – Progress through Technology).
[8] http://www.muncyt.es/stfls/MUNCYT/Publicaciones/off%20on%20muncyt.pdf
[9] Está recogido en el artículo de Juan P. Rozas Quintanilla en la revista de la asociación IEEE 2010 978-1-4244-7451-6.
[10] La RAE no acepta sediciente, sino sedicente, pero otros diccionarios sí con una definición parecida: «persona que se da a sí misma un título o nombre que no le corresponde».
[11] http://seram.es/index.php?option=com_content&view=arti cle&id=9&Itemid=13.
[12] http://www.fecyt.es/fecyt/docs/tmp/-971129368.pdf.
[13] Se refiere a Jacques Arsène D’Arsonval (1885-1940), médico y físico francés, que, aparte de avanzar en la aplicación de corrientes de altas frecuencias en el alivio de enfermedades, desarrolló un galvanómetro muy preciso e hizo notables estudios sobre el equivalente mecánico del calor.
[14] Una biografía un tanto extensa de ella y una descripción de sus descubrimientos pueden encontrarse en Nucleares, ¿por qué no? de este mismo autor y editorial publicado en 2009.
[15] Cursivas, puntuaciones, mayúsculas y demás son del remitente de la carta a Azaña. La versión completa se puede encontrar en la hemeroteca del diario ABC en el número del viernes 31 de julio de 1936 en su página 28.
[16] http://www.uclm.es/ceclm/b_virtual/prensa/Ciudad_Real/Pueblo_Manchego/PM1936.htm.
Prólogo
Tras impartir una charla en Ciudad Real durante la Semana de la Ciencia de 2009, deambulé por los expositores divulgativos que había distribuidos por unas salas amplias y luminosas. Jóvenes científicos explicaban los intríngulis de experimentos y demostraciones a chavales de secundaria que los atendían embelesados. Un aparato solitario de manufactura perfecta detuvo mi paseo. Lo identifiqué como un generador portátil de rayos X de las primeras décadas del siglo XX. ¿Sería de los que usaron los franceses y alemanes en los frentes de la Primera Guerra Mundial?
Alguien interrumpió mis ensoñaciones. Se presentó como ingeniero de telecomunicaciones, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y admirador de don Mónico Sánchez, ilustre hijo del vecino municipio de Piedrabuena. ¿Don Mónico? Sí señor, el fabricante de aquel aparato, inventor de otros muchos ingenios electromecánicos y accionista principal de las poderosas Electrical Sánchez Company de Nueva York y la Continental Wireless Telephone Company. No supe qué me causaba mayor pasmo, si el contagioso entusiasmo del ingeniero o lo que me estaba contando: ¿teléfonos móviles un siglo antes de su desarrollo? ¿Equipos portátiles de rayos X en 1900? ¿Un manchego tras ellos? Pletórico, el profesor me dijo: Aquí lo tiene. Una fotografía antigua de tonos pardos mostraba varios stands de una feria de muestras. El de la empresa de don Mónico, en el que aparece él, estaba flanqueado por el de General Electric Company y se anteponía, nada menos, que al de Westinghouse.
El ingeniero se llama Juan Pablo Rozas y le sugerí que escribiera sobre el personaje, a lo cual me respondió que ya lo había hecho y que estaba pensando en escribir una biografía suya.
Por aquella época yo escribía una columna semanal en la sección de ciencias del desaparecido diario Público. Le dediqué un artículo a Mónico Sánchez Moreno y al ingeniero Rozas que se tituló precisamente como este libro. Las reacciones en el blog de ciencias que nos mantenía el periódico fueron sorprendentes. En primer lugar, ninguno de los blogueros sabía nada de Mónico Sánchez y celebraban que yo lo hubiera dado a conocer. Pero, curiosamente, hubo uno que se mostró escéptico ante el mérito tecnológico del manchego. Ocurrió algo curioso que invito al lector a que lo consulte, porque se formó un revuelo en el blog que terminó siendo agradable: los nietos de don Mónico se lanzaron como tigres contra el escéptico y éste, con gran honestidad, pidió disculpas tan sinceras que los beligerantes familiares acabaron dándole ánimos.
Este libro no es una biografía, porque considero (seguro que injustamente) que todas son casi tan falsas como las autobiografías y uno ya no está para embustes. Bueno, quizá exagero con lo del casi, porque realmente las autobiografías son puras imposturas que mienten a partir del dato de la fecha de nacimiento. Quiero decir que lo que sigue, que trata de una persona que lleva muerta más de medio siglo, no es más que el relato de las circunstancias en que se desenvolvió para que el lector recree en sus mientes lo que quiera de ella. Pero esas circunstancias se basarán en datos fidedignos. Más o menos, aunque sostengo que mucho más que menos. Así pues, el carácter, sus intimidades y, en general, la vida y los milagros de Mónico Sánchez se los tendrá que imaginar el lector.