Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.
La revolución pasiva de Franco. Las entrañas del franquismo y de la Transición desde una nueva perspectiva
© 2022, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.
«Maquiavelo es el teórico de las condiciones políticas de la constitución en las condiciones extraordinarias que son las de la carencia de cualquier forma política en grado de producir ese resultado».
L OUIS A LTHUSSER , Solitude de Machiavel et autres textes
PUF, París, 1998, pág. 315
«La guerra de posición requiere sacrificios enormes y masas inmensas de población; por eso hace falta en ella una inaudita concentración de la hegemonía, y, por tanto, una forma de gobierno más INTERVENCIONISTA , que tome más abiertamente la ofensiva contra los grupos de oposición y organice permanentemente las IMPOSIBILIDADES de disgregación interna, con controles de todas clases, políticos, administrativos, y consolidación de posiciones hegemónicas del grupo dominante, etcétera.
Todo esto indica que se ha entrado en una fase culminante de la situación político-histórica, PORQUE EN LA POLÍTICA UNA VEZ CONSEGUIDA LA VICTORIA EN LA GUERRA DE POSICIÓN , ES DEFINITIVAMENTE DECISIVA .
O sea, en la política se tiene guerra de movimientos mientras se trata de conquistar posiciones no decisivas y, por tanto, no se movilizan todos los recursos de la hegemonía del Estado. Pero cuando, por una u otra razón, estas posiciones han perdido todo valor y solo importan las posiciones decisivas, entonces se pasa a la guerra de cerco, intensa, difícil, en la cual se requieren cualidades excepcionales de paciencia y espíritu de invención.
En la política el cerco es recíproco, a pesar de todas las apariencias, y el mero hecho de que el dominante tenga que sacar a relucir todos sus recursos prueba el cálculo que ha hecho acerca del enemigo».
A NTONIO G RAMSCI , Cuadernos desde la cárcel, cuaderno 6, epígrafe
En Escritos , Alianza, Madrid, 2017, pág. 247
Prefacio
L as dos citas bajo las que se escribe este libro muestran con claridad que las fuerzas conservadoras a veces hacen en provecho propio lo que piensan las fuerzas progresistas. Los textos de Althusser y Gramsci describen perfectamente la actuación histórica de Franco. Este no lo pensó, pero lo hizo. Quizá Franco no leyó nunca a Maquiavelo ni a Gramsci, pero se comportó como un príncipe nuevo fundador de Estado, según diseñó el primero. Lo hizo en cuanto que pudo imponer una revolución pasiva a los propios sectores que lo apoyaron en su guerra de posiciones y lo llevaron a su victoria, como teorizó el segundo. Mas como dice Gramsci, una victoria en este campo es definitivamente decisiva.
Esa es la tesis básica de este libro. «Definitivamente decisiva» constituye ese tipo de victoria que es irreversible. No quiere decir esto que estas victorias sean inmutables, ni que acabe la historia con ellas, sino que desplazan los objetivos y los medios de las luchas populares y democráticas hacia el futuro. También significa que estas fuerzas se equivocan si quieren revertir la victoria y volver a la situación anterior a la derrota. Una victoria en una guerra de posiciones constituye un estrato histórico. Cierto que con dificultades, pero solo sobre él crece la vida, que ya no puede florecer en los estratos subyacentes. Estos pueden dar nutrientes últimos a las raíces más profundas, pero sin luz no pueden alimentar la planta, hacer crecer la flor y dar el fruto.
Debemos estudiar con detenimiento las victorias, pero también las derrotas. La consideración de que la construcción de un Estado tras la victoria en una guerra de posiciones es reversible, no hace sino desconocer la realidad de los profundos procesos históricos. Mientras ese desconocimiento tenga lugar, el popolo minimo será abandonado a su suerte porque se preferirá poner de relieve su condición de derrotado a dirigirlo hacia batallas históricas adecuadas. De esa manera no solo se perderán las batallas del pasado, sino las del futuro.
Este libro, que se ha inspirado en la mirada de ese popolo minimo, no puede sino considerar con escepticismo a todos los grandes y a todos los candidatos a serlo. Pero sobre todo no condiciona su causa histórica a ninguna causa ideológica de moda. La causa histórica popular es la de no ser dominados y eso solo se logra democráticamente cuando el Estado se usa a favor de los dominados. Esto no dependerá de implantar una forma política u otra, sino de una relación de fuerzas políticas y de mantener unidas a amplias capas de la población en la defensa de sus propios intereses materiales y espirituales. Esto no es solo posible, también es necesario, porque el sistema de representación política actual en España está demasiado orientado a la defensa de los intereses de los grandes.
Si la historia, según dijo Hayden White, puede ser romántica, cómica, trágica y satírica, entonces la época narrada en este libro alberga algo de estas cuatro poéticas. Es romántica porque su punto de partida lo constituye la derrota en una lucha de ideales en la que el pueblo republicano no pudo encontrar los líderes adecuados para conducirlo a la victoria, y eso a pesar del innegable talento de algunos de ellos, como Azaña y Prieto. Es trágica porque pone en evidencia fuerzas hercúleas con las que difícilmente se podrá reconciliar quien preserve la memoria del sufrimiento de las capas humildes del pueblo español. Es cómica porque tenemos que aprender a convivir con esas fuerzas, en la medida en que su integración en los circuitos internacionales y europeos las obliga a no degenerar en un régimen autocrático, que es su verdadera aspiración dada su constitución psíquica. Pero es satírica porque me temo que en el largo plazo en que no haya forma de escapar a este destino de convivencia, por su incapacidad de modernizarse y cambiar de mentalidad, conviene perderle el respeto y la reverencia a unas elites que no los merecen. Una conciencia compleja que reúna estas cuatros dimensiones quizá sea la adecuada para una genuina cultura democrática popular, que si quiere ser efectiva tendrá que combatir por una inteligencia propia de las cosas y de la historia del solar hispano.
Como se ve, este es un libro de ensayo político. Sin embargo, es un libro informado. No podría registrar todos los pasajes historiográficos que están detrás de mis argumentos sin convertir este libro en otra cosa. Por supuesto, he privilegiado las citas de los actores sobre las referencias a los intérpretes y por eso he prestado atención a las memorias de López Rodó, Navarro Rubio, Fraga Iribarne, Fernández de la Mora, Martín Villa, Herrero de Miñón y otros. No obstante, debo confesar mi gratitud a la historiografía. He leído con mucho provecho los libros que cito a pie de página y otros que constituyen el humus desde el que hablo. De entre ellos, he procurado dialogar implícitamente con los de Paul Preston, Ismael Saz Campos, Julián Casanova, Álvaro Soto, Gil Pecharromán, Ángel Viñas y Enrique Moradiellos. En la obtención de materiales me he dejado orientar por el trabajo de Sánchez Recio sobre historiografía del franquismo que publicó en el homenaje a Manuel Tuñón de Lara, coordinado por José Luis Granja.