Copyright de la presente edición: © 2011 Ediciones Nowtilus, S.L.
Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente,en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.
1
La prehistoria: los orígenes de la medicina
La enfermedad es tan antigua como la vida misma, ya que no es más que una manifestación de la propia vida. Podríamos definir una enfermedad como la respuesta que tiene un organismo frente a un estímulo anormal. Cuando queremos estudiar las enfermedades que afectaron a los primeros seres humanos, aquellos que vivieron en la prehistoria, nos encontramos con dos grandes dificultades: de un lado, los restos de que disponemos son mayoritariamente esqueletos, ya que los demás tejidos se descomponen; y, de otro, cuanto más nos remontamos en el tiempo menos esqueletos tenemos. Por este motivo se nos presentan serios problemas para estudiar enfermedades que no afecten a los huesos.
Pero, antes que nada, hagamos un poco de memoria en torno a los conocimientos que tenemos con respecto de la periodización de nuestro más remoto pasado. La prehistoria es el período de tiempo previo a la historia, el que transcurre desde el inicio de la evolución humana hasta que aparecen los primeros testimonios escritos. La prehistoria, a su vez, ha sido tradicionalmente dividida en dos grandes períodos: la Edad de Piedra y la Edad de los Metales.
La Edad de Piedra se divide, a su vez, en Paleolítico y Neolítico; el Paleolítico es el período más antiguo y su comienzo se remonta a hace unos dos millones quinientos mil años. Durante esta etapa el ser humano fue nómada y se alimentaba de la caza, de la pesca y de la recolección. Fue precisamente durante aquellos tiempos, hace aproximadamente un millón quinientos mil años, cuando empezó a utilizar el fuego. ¿Qué fue lo que marcó el paso del Paleolítico al Neolítico? El descubrimiento de la agricultura, a pesar de que es difícil fijar una fecha de arranque, ya que diferentes grupos humanos llevaron a cabo la denominada revolución agrícola en diferentes momentos, se suele utilizar como punto de partida para datar una época que se remonta unos cinco mil años antes de la era cristiana. En ese momento aparecieron los primeros asentamientos humanos y surgió el tejido y la cerámica.
Al período más reciente de la prehistoria se le denomina Edad de los Metales, dividido en tres grandes etapas, cada una de las cuales recibe el nombre del metal que se utilizó: Edad del Cobre, Edad del Bronce y Edad del Hierro.
PALEOPATOLOGÍA
¿Cómo podemos acercarnos a los conocimientos médicos y a los remedios que utilizaron los hombres de la prehistoria? A través de dos herramientas de conocimiento, la paleopatología y la paleomedicina. La paleopatología es la rama de la medicina que estudia las enfermedades que se pueden estudiar en restos fósiles y en momias. A pesar de que los conocimientos que nos aporta son limitados y fragmentarios, se ha podido deducir gracias a ella que la enfermedad existía desde antes de que apareciera el hombre. Así, se ha documentado la existencia de enfermedades en restos de animales y plantas que precedieron al hombre en millones de años. Sabemos, por ejemplo, que los reptiles que vivieron durante el Cretácico sufrieron artrosis, enfermedades infecciosas óseas y fracturas; y que los caballos que vivieron durante el Mioceno padecieron enfermedades dentarias.
Sí, pero ¿qué tipos de enfermedades tuvieron los hombres prehistóricos? Las enfermedades que afectaron a nuestros antepasados las podemos agrupar en cinco grandes grupos: traumatismos, artritis y artrosis, enfermedades infectocontagiosas, dentarias y tumorales.
Los traumatismos no son propiamente una enfermedad, ya que consisten en la acción de un objeto, animado o inanimado, contra nuestro organismo. Las consecuencias de los traumatismos tienen una elevada presencia en los restos óseos procedentes de la prehistoria, debido a las condiciones de vida, a las luchas entre los grupos tribales, a los accidentes y a los ritos sacrificiales. Por este motivo, los hallazgos de fracturas y contusiones son frecuentes en los esqueletos. La mayoría de las lesiones fueron causadas por objetos romos, y es que las lesiones óseas producidas por objetos punzantes o afilados no aparecieron hasta el Calcolítico (entre el 2500 y el 1800 a. C.), período intermedio entre el Neolítico y la Edad del Cobre, durante el cual se introdujeron el arco y la flecha. Durante esa época se produjo un aumento demográfico y, con él, la necesidad de expansión, que se tradujo en la lucha entre diferentes grupos de seres humanos.
Por su parte, la amputación se llevó a cabo con fines rituales o sacrificiales y debió de existir en el hombre prehistórico, tal y como actualmente se observa en los bosquimanos o en los indios de Estados Unidos. Entre estos últimos, por ejemplo, existe actualmente la costumbre de amputarse un dedo o una falange cuando muere un familiar en señal de duelo. En las representaciones pictóricas en donde aparecen manos pintadas en negativo (Cueva de las Mil Manos, en la provincia argentina de Santa Cruz; cuevas del Tassili, situadas en Argelia, a unos dos mil kilómetros al sur de la capital, Argel; La Pasiega, en el municipio español de Puente Viesgo, en Cantabria…) podemos comprobar cómo en algunas de ellas faltan dedos o falanges, habitualmente el dedo meñique, lo cual indica que las manos que sirvieron de modelo habían sido mutiladas.
La Cueva de las Mil Manos se encuentra en el cañón del río Pinturas, en la provincia argentina de Santa Cruz. Los hombres prehistóricos nos legaron numerosas representaciones rupestres, con una antigüedad de 7350 a. C. Desde el punto de vista médico es interesante observar la amputación digital que aparece en algunas manos.
En los restos óseos procedentes del Mesolítico, la etapa de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, se ha encontrado un elevado porcentaje de artritis (inflamación de las articulaciones) y artrosis (degeneración del cartílago articular). Estas dos enfermedades reumatológicas eran especialmente frecuentes (hasta en un 70 % de los hallazgos) en personas jóvenes, de edad inferior a treinta años y de sexo femenino. Hay que tener en cuenta que durante esta época era la mujer la encargada de moler el grano, y que los molinos prehistóricos consistían en losas de piedra sobre las que las mujeres se agachaban y realizaban su trabajo con la ayuda de un canto rodado. Así pues, fueron las duras condiciones de vida las que aceleraron la aparición de estas enfermedades, que actualmente se diagnostican en personas de edad más avanzada.