Gabinete elegantísimo de Celia en el palacio de Monte-Montero.
ACTO PRIMERO
Gabinete elegantísimo de Celia en el palacio de Monte-Montero.
Al fondo, cristalera por donde se ve parte del jardín. A la izquierda del foro, paso para las oficinas de la casa. A la derecha, paso hacia las dependencias inferiores: cocina, plancha, y servidumbre. A la izquierda primer término, puerta que conduce á las habitaciones de Doña Margarita y al salón. A la derecha, la puerta de la primera caja conduce al oratorio, la segunda al tocador y baño de Celia. A la izquierda segundo término, un elegante mueble con libros encuadernados lujosamente.
En el proscenio izquierda, frente al público, un pupitre de señora donde Celia tiene sus enseres para escribir. Entre los objetos preciosos que hay en este mueble, descuella un retrato de la madre de Celia con marco de bronce. En el proscenio derecha, frente al público, un sofá donde pueden sentarse dos ó tres personas. Repartidos en la escena sillas y sillones de alta novedad. Es de día. La acción del primer acto se desarrolla en Madrid en el mes de Marzo.
Derecha é izquierda se entienden del espectador.
ESCENA PRIMERA
celia, doña margarita , sentadas en el sofá; don alejandro, don cristóbal y el notario , sentados junto al pupitre; detrás de éste, en pie, don josé pastor y germán . Antes de terminar la escena, se asoma por el fondo ester , curioseando . el notario , después de leer el acta en que se declara terminada la tutoría de Celia, deja los papeles sobre la mesa. notario He terminado; ahora ya pueden ustedes ir firmando. doña margarta De tus actos y del inmenso caudal que te legaron tus padres. ¡Ay! Contentos estarán en la gloria tus buenos padres al verte en tu nuevo estado, dirigiendo tus pasos por el camino de la más estricta rectitud. celia Así lo haré. celia Así lo haré.
No se me oculta que con la libertad tengo la responsabilidad de mi conducta. Haré honor á mis buenos padres, que en gloria estén, y seguiré el ejemplo de mis queridos tíos que me han gobernado hasta este día supremo de mi vida. don alejandro (En pie junto al sofá.) Te hemos gobernado fielmente, con plena conciencia de nuestro deber. Ya eres dueña de todo. Disuelto hoy el consejo de familia, ya no tenemos autoridad sobre ti. (Coge el acta y se la da á Germán.) Lleva esto á la oficina, que allí vendrán á firmar los demás señores. (Vase Germán por el foro izquierda. (Vase Germán por el foro izquierda.
Pasa don José Pastor á colocarse detrás del sofá, y da palmaditas cariñosas en el hombro de Celia.) pastor Ciertamente, la ley previene una excepción. Fíjate bien, niña. doña margarita Justo; tendremos que intervenir de nuevo cuando llegue el caso de tomar estado, ya sea en el orden matrimonial, ya en el eclesiástico. celia ¿Qué dice usted, tía? doña margarita No sé cómo tengo hoy la cabeza. He querido decir, ó que te casas con un caballero, ó entras en una santa congregación. doña margarita Muy pronto lo dices, chiquilla. ¿Qué sabes tú? Desconoces aún los goces más puros del alma. don alejandro El estado matrimonial es el de más cuidado, y por eso la ley establece la permanencia temporal en nuestras funciones. doña margarita Sí; porque estas niñas que en edad tan temprana ejercitan el derecho de gobernarse á sí mismas, no tienen criterio ni pulso para escoger ese apoyo moral y material que llaman marido. don cristóbal Mi tesis es que estas plantas tiernas corren el peligro de ajarse y perderse, si las personas mayores no acuden en su auxilio para proporcionarles un injerto feliz. doña margarita De eso me cuido yo, que he sido siempre la mejor casamentera. doña margarita De eso me cuido yo, que he sido siempre la mejor casamentera.
Yo casé á tu padre con mi sobrina Eloísa, tu santa madre. ¿Qué tienes que decir de aquella boda? Pues, como hice aquélla, haré ahora la tuya. Yo me encargo de buscarte el esposo que más te conviene. celia No se tome usted ese trabajo, querida tía de mi madre y propiamente abuela mía; no se tome ese trabajo, que resultaría quizás muy fatigoso para usted, y además enteramente inútil. Si puedo disponer libremente de los dineros que me legaron mis padres, ¿por qué no he de disponer de esta pobre mano mía, que es más propiamente mía que los miserables intereses? (Vuelve á la escena Germán, y se coloca detrás de todos, atento y silencioso.) doña margarita ¡Ah! Ya tenemos en campaña á la chicuela respondona que quiere saber más que los viejos. (Levántase, y se pasea por la escena.) don alejandro (Aparte á Celia, en la izquierda.) (No hagas Caso de la tía Margarita; la pobre está un poco...) (Indicando chifladura.) notario La ancianidad peca siempre de suspicaz y excesivamente previsora. don alejandro Nuestro deber es aleccionarte. don cristóbal Escogerte lo mejor. celia (Sentándose junto al pupitre, mientras don Alejandro y el Notario pasan hacia el sofá.) Bueno, bueno: es prematuro hablar de eso. celia (Sentándose junto al pupitre, mientras don Alejandro y el Notario pasan hacia el sofá.) Bueno, bueno: es prematuro hablar de eso.
Ya me figuro que las ideas de mi buena tía serán casarme con un rico... doña margarita Conviene, sí, cortar el paso á los pelagatos ambiciosos. don alejandro No es eso precisamente. Debemos traer á tu lado á una persona de alta distinción... don cristóbal Aliar las dos noblezas, la de la cuna y la de... celia Ya, ya.