Antonio Escohotado - Mi Ibiza privada

ANTONIO ESCOHOTADO (Madrid, 1941).Es jurista, filósofo y sociólogo. Ha traducido, entre otros, a Hobbes, Newton y Jefferson y ha publicado más de una docena de libros, entre los que destacan Realidad y substancia (1986), Filosofía y metodología de las ciencias (1987), El espíritu de la comedia (1991), Rameras y esposas (1993) y Retrato del libertino (1998).

Su Historia general de las drogas, publicado por primera vez en 1989 en tres volúmenes, es ya un clásico de consulta obligada para cualquier interesado en acumular elementos de juicio sobre esta cuestión.

Para la Fraternidad, y

su hombre en la isla.

Parroquia de San José, municipio de todas mis residencias.

Documenta/Album.

Ejemplar de algarrobo viejo.

Derechos reservados.

Estampa rural.

Edouard Boubat/Gamma-Rapho/Getty Images.

Uno de «los Modigliani» de Elmyr.

© Album.

Can Milá, en el valle de Morna, un prototipo de casa tradicional.

La encantadora Jonis.

ÉPOCA.

La escultural Mora.

© Ton Out.

Póster original de Amnesia, obra conjunta de un inspirado rotulista, un fotógrafo que captó el skyline de Santa Eulalia y el pintor James Taylor, que legó un fiel dibujo del inmueble al adquirirlo.

Manolo y yo en los altos de Coll des Vents, junto al algarrobo donde encontré los toscos juguetes aludidos en el apéndice.

Reflexionando en la puerta de Coll des Vents sobre la experiencia de otrora.

Arriba: Visitado por parte de la familia en el Castillo.

Abajo: En Formentera, poco después de cumplirse el trimestre de prisión preventiva.

Arriba: Salfumán también en el pasillo del módulo de castigo.

Abajo: Disfrutando del purgatorio.

Antonio Escohotado, 2019

Editor digital: Titivillus

ePub base r2.1

[1] Véase la imagen en el encarte.

[2] Incluido en el volumen colectivo Teorías de Ibiza (1983), al que contribuyen también viejos conocidos del lugar como Antonio Colinas y Francesc Parcerisas. Lo allíllamado Física como sistema de la lógica acabaría titulándose Realidad y substancia, provocando los malentendidos mencionados en la página 106.

[3] Cuarenta años después de escribir esas líneas, mi entusiasmo por el Big Bang y el Big Crunch se ha evaporado, fundamentalmente porque ambas representaciones prolongan el imperio de la llamada Teoría Estándar (o de Gran Unificación). Pero explicar los reparos que suscita esa unificación cortaría el hilo del relato, y el interesado puede encontrarlos en Hitos del sentido, un ensayo sobre la civilización helénica que aparecerá antes de terminar este año, como coda del capítulo dedicado a Heráclito.

[4] Estábamos en Can Milá, concretamente en el segundo cubo alzado de la parte izquierda, detrás del que cuenta con balcón. Google Maps muestra hasta qué punto algunas mansiones payesas tienen elementos de fortaleza, reforzados por lo minúsculo de sus ventanas originales. Desde los techos, con hondas u otras armas, los moradores podían responder a partidas pequeñas de piratas, quizá endémicas durante largo tiempo. Véase la fotografía en el encarte.

[5] Entendiendo que «cualquier acción a distancia es un completo absurdo», delegó en «el buen juicio de los lectores decidir si el agente causante de la gravitación es material o inmaterial».

Cómo la isla dejó atrás su miseria, hasta convertirse en meca del multimillonario, remite a innumerables cosas y variables, y si es o no oportuno abordar este tema lo decidirá el lector —caso de no aburrirse con el relato y las reflexiones añadidas—, porque migré allí en 1970 y apenas me moví hasta 1983, cuando una alianza de maleantes y policías sugirió poner tierra de por medio. Superado aquel mal trago, llevo años pasando buena parte de septiembre en un simpático hostal de Las Salinas, la mejor playa a mi juicio, algo que permite no andar demasiado en la higuera sobre el hoy de mi patria adoptiva.

Ibiza como tema, e incluso modelo, plantea datos y perspectivas quizá interesantes, sin violar del todo mi reticencia invencible hacia el género autobiográfico, pues tengo por evidente que escribir sobre uno mismo plancha al sujeto con el objeto, y si no linda con la indiscreción corteja el vacío. La única excepción son aquellos supuestos —siempre muy improbables— donde logramos pasar del monólogo autorreferencial a estados y momentos de alguna realidad propiamente dicha, premiando la atención del otro al pasar de lo oculto o borroso a mayor nitidez. Para empezar, es oportuno precisar el origen de los textos aquí reunidos.

Una parte corresponde a crónicas publicadas en la revista Cáñamo, un medio exótico por orientación y lectores, que tras acoger algunos artículos dedicados al delirio prohibicionista sugirió gentil y razonadamente tocar lo que tuvo de antigua, y directa, mi experiencia ibicenca. Después, tras esbozar las líneas generales de aquella impresión —los tres primeros capítulos—, mi hijo Jorge mostró interés por lo relacionado con la discoteca Amnesia, e inmediatamente después por la parte más escabrosa, uno de cuyos hitos fue no recurrir la sentencia a dos años y un día por tráfico de cocaína en grado de «tentativa imposible». La tentativa imposible desapareció de nuestro ordenamiento, sustituida por la figura del delito provocado, y fue un placer rememorar los avatares de aquel asunto, que se transcriben casi intactos.

Que dichos detalles los exponga el condenado les asegura ser parcialidad en estado puro, aunque a veces la experiencia sea lo menos subjetivo de un asunto, sobre todo si las actas del proceso constituyen documentos tan públicos como lo fue el propio juicio, y salvo error u omisión ni una coma ha sido alterada. Tras el desahogo de repasar ese momento dramático, que al no matar engordó, Jorge —báculo literal y espiritual de su padre hace tiempo— sugirió incorporar a esos materiales algún texto muy anterior, incurso de lleno en el género autobiográfico.