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Antonio Escohotado - Hitos del sentido

Aquí puedes leer online Antonio Escohotado - Hitos del sentido texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2020, Editor: Espasa, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Antonio Escohotado Hitos del sentido

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A NTONIO E SCOHOTADO

H ITOS DEL SENTIDO

Notas sobre la Grecia arcaica y clásica

Índice A diferencia del llamado a confirmar el llamado a investigar sabe por - photo 8

Índice

«A diferencia del llamado a confirmar, el llamado a investigar sabe por dónde empieza aunque no dónde terminará, y en este caso la pesquisa sobre Grecia llevó a repensar la relación entre filosofía y religión, porque el cristianismo bien podría ser una ética y hasta una ontología impecable; pero convertirse en el primer culto ecuménico y coactivo impuso un desgarramiento todavía vigente, donde oponer un más allá inmejorable al más acá etiquetado como valle de lágrimas nos cargó con algo tan funesto siempre como una verdad doble, la revelada y la mera.

De la mera verdad partieron y partirán todas las reveladas, sin embargo, y la evolución del mundo griego ayuda a recobrar esa evidencia, precisando hasta qué punto el cristianismo partió de sus logros y valores, sin perjuicio de alienarlos a continuación. Cómo y por qué se aborda en los capítulos finales, aunque el motor de los previos sea rememorar los hitos del sentido –las intuiciones veraces, benévolas y bellas– que debemos a la prole de Helena. En cualquier caso, lo comprendido entre el 500 a. C. y el 500 no solo ilumina el milenio medieval, sino un contraste entre información y ruido que nuestro progreso técnico agudiza cada vez más».

ACLARACIÓN

Cuando una secuencia de azares me impuso preparar una asignatura de primero, llamada Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales, descubrí que no había ningún libro de título siquiera parecido en castellano, y podía elegir básicamente entre dos posibilidades. Una era traducir o versionar la obra más original y profunda sobre el asunto, las Investigaciones sobre el método de las ciencias sociales, con especial referencia a la economía política , un texto poco superior a las 200 páginas, que Carl Menger publicó en 1883 y bien merece seguir estudiándose en 2020, entre cuyos grandes aciertos está explicarle al cultivador de las ciencias humanas por qué no debe sentirse un hermano pobre de quienes cultivan ciencias matematizadas. Incomparablemente más complejo que cualquier modalidad de onda o partícula, su objeto es en última instancia la evolución de sociedades y naciones, un campo donde factores sociales, políticos, jurídicos y económicos se combinan hasta integrar lo real por excelencia, «cuyos fenómenos no derivan de acuerdo o decreto, y revelan ser resultados no pretendidos del devenir histórico», como precisa el propio Menger.

Sin embargo, las Investigaciones son en sí una asignatura de quinto o, mejor aún, de posgrado, atendiendo a los conocimientos que presuponen, cuando mi clientela consistía en personas que acababan de terminar con mayor o menor apuro la Selectividad, en un momento óptimo para hacerse ideas algo menos elementales de lo expuesto en la escuela sobre el curso del pensamiento. Sabiendo que el resultado de los exámenes permitiría ir mejorando la exposición en ediciones sucesivas, intenté secuenciar los principales hitos analíticos — entendiendo por ello los hallazgos más destacados sobre el sentido de esto y aquello—, y mostrar cómo los desarrollos en ciencias de la naturaleza y ciencias del hombre parecen pertenecerse del modo más puntual, aunque a la exactitud perseguida por las primeras corresponda en las segundas poner de relieve una u otra estructura orgánica. Dos lustros después —cuando el texto había pasado tres revisiones—, empezó a llamarse Génesis y evolución del análisis científico, nombre más acorde con su contenido.

Espasa me sugiere reeditar aquellas lecciones, y aprovecho la invitación para centrar la reflexión en el periodo comprendido entre el 500 a. C. y el 500 d. C. Entretanto, pasé cuatro lustros investigando el desarrollo del movimiento comunista, una pesquisa que me ilustró sobre bastantes temas abordados antes con menor conocimiento de causa, y poder corregir dichas imprecisiones ha sido un gran estímulo. Por lo demás, suprimí el aparato crítico añadido al final de cada capítulo, y cualquier rastro del orden bizantino que impone residir en cuadrículas aisladas, como el especialista. Omitir lo último aparecido sobre Aristóteles solo puede ser ignorancia, por ejemplo; pero la alternativa aquí es acercarse o no a una dinámica de conjunto; en cualquier caso nadie puede rozar siquiera la bibliografía acumulada en un solo año sobre pequeñas secciones de la materia, y quien pretenda descubrir el Mediterráneo se emparenta con el erudito a la violeta, que huye por sistema de la fuente primaria, apilando opiniones de segundos sobre terceros, tan ajeno a la dicha del descubrimiento imprevisto como a la paciencia de estudiar.

En investigaciones previas —sobre la cruzada farmacológica y la anticomercial—, su propio objeto impuso no solo referenciar cada afirmación, sino cribar las fuentes, dada una malla de prejuicios que se sostiene en alta medida gracias a falta de escrúpulo en ese orden de cosas, donde legiones de fanáticos se organizan para intentar reducir la información a slogan. Nada parejo lastra rememorar la saga del pensamiento especulativo —del deponente speculor: mirar a vista de águila—, que al no verse enzarzado con resistir una u otra propaganda medita todavía más libremente sobre su tema, y puede aligerarse en general de notas. Al mismo tiempo, toda incursión irreflexiva en filosofía de la historia ronda el ridículo de lo obvio, cuando no incurre en el de lo arbitrario, y los anales muestran que solo el carente de sentido crítico volvió de su periplo por ese campo con catecismos.

Reeditar el comienzo de aquel manual se debe a que la dedicación al estudio no me deparó atajos, y mucho menos certezas absolutas; pero sí respeto reverencial por una inteligencia —consciente y, sobre todo, inconsciente— que convirtió en señor del planeta a uno de los animales más frágiles, hoy acuciado por avances en su propia explotación de las energías, cuyo último logro ha sido vencer la distancia con un traslado casi instantáneo de señales. Abruma ser los dueños, y al tiempo meros accesorios, del monumento levantado por una técnica tan refractaria al control cuartelero como las propias economías políticas; y el brote de mesianismo totalitario mostró que ningún precio parece excesivo si aplaza el miedo, racional o irracional, hasta delegar nuestra libertad en los arbitrios de un autócrata. Esa sed de simpleza solo se aplaca cuando los beneficiarios de cada mesías comprueban las ventajas de preservar iniciativas privadas, aunque décadas de alto confort realimenten la amnesia con seudohistoria, en la tradición del zelote judío, donde plus ça change, plus c’est la méme chose.

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