¿Cómo entender que la consolidación de la España autonómica no haya podido aquietar, sino todo lo contrario, la vieja cuestión territorial? Esta obra trata de dar una respuesta cabal a tal pregunta, para lo que analiza las claves del proceso descentralizador, las que permiten explicar la agonía de los insatisfechos con sus indiscutibles resultados y las que laten en el fondo de un debate territorial que parece interminable.
«Leer este libro del profesor Blanco Valdés, informado histórica y jurídicamente, es un alivio de cordura ante el tsunami irracional que amenaza con anegarnos próximamente, si las demandas nacionalistas más radicales terminan abriéndose paso de un modo u otro contra nuestro pacto constitucional. Deben leerlo los políticos, pero sobre todo los ciudadanos: para que conozcan mejor la cartografía del mar proceloso por el que quieren hacerles navegar. Y para que recuerden que, a fin de cuentas, el barco lo mandan ellos en su conjunto y no contramaestres accidentales apoyados por avispadas e insolidarias minorías». (Fernando Savater).
Roberto L. Blanco Valdés
Nacionalidades históricas y regiones sin historia
Prólogo de Fernando Savater
ePub r1.0
Titivillus 30.08.18
Título original: Nacionalidades históricas y regiones sin historia
Roberto L. Blanco Valdés, 2005
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
PRESENTACIÓN
Este libro trata de una perplejidad. Sí, de una perplejidad compartida, creo, por millones de ciudadanos en España: la que a todos nos provoca el comprobar que cuanto más se ha descentralizado nuestro Estado, más insatisfechos —y más intransigentes— se han mostrado aquellos que han terminado por ser los beneficiarios principales de esa descentralización: los nacionalismos periféricos. Es cierto, claro, que tal perplejidad, y la sorpresa que suele llevar aparejada, han sido indispensables para que comenzáramos a percibir que algo extraño debía haber en esa voracidad perentoria e insaciable. Era Ortega, me parece, quien escribía que sorprenderse y extrañarse es una forma de comenzar a comprender. Y a ello, a comprender, quieren contribuir las páginas que siguen.
A comprender, en primer lugar, el complejo proceso histórico que nos llevó a transformar, en tiempo récord, aquella costrosa España autoritaria y centralista del franquismo en esta acogedora España federal y democrática. A comprender, también, algunas de las causas que permiten explicar que ¡ni con esas!, es decir, que ni siquiera esa transformación impresionante haya servido para colmar las aspiraciones de quienes han convertido el no sentirse nunca satisfechos en un seguro de vida política con el que tratar de mantenerse indefinidamente en el poder. Y a comprender, en fin, los contenidos de un debate —el de la reforma del modelo territorial definido por la Constitución y los Estatutos aprobados en desarrollo de la misma— en el que las apariencias, como en tantas ocasiones, suelen engañar.
De hecho, casi nada de lo que acontece en el escenario de la discusión territorial con la que se entretiene de norte a sur y de este a oeste una buena parte de la clase política española puede entenderse sin tener presente lo que se juega detrás, en la zona semioscura donde están situadas las tramoyas: y es que bajo la reivindicación de una España plurinacional lo que late casi siempre es el intento, fingido o no, de crear un país que existe únicamente en la imaginación —o en los delirios— de unas minorías que sólo ven la pluralidad más allá de las fronteras de sus respectivos territorios. Unos territorios esos que, supuestamente, deberían renacionalizarse, por lo tanto, con los ojos puestos en su historia. Escribía George Eliot en su novela El molino junto al Floss que «las mujeres más felices, como las naciones más felices, no tienen historia». En verdad, y dado que historia, por definición, tenemos todos, lo que Eliot quería afirmar probablemente era que los más felices son aquellos que no han tenido que cargar con la pesada losa de su historia. La de España, buena y mala, ha convertido a este país en lo que es hoy: una sociedad donde todo está mezclado, aunque algunos vivan todavía dominados por esa obsesión clasificatoria típica de los burócratas más lerdos. Nadie lo ha dicho mejor que Felix Ovejero, colega de la Universidad de Barcelona: «Todos [en España] somos mestizos de pura cepa».
Esa idea la aprendí un día de Fernando Savater, cuyas enseñanzas y cuyo ejemplo de coraje y de civismo han contribuido decisivamente a que este país haya descubierto lo que hoy asume ya una amplía mayoría: que el nacionalismo es en la actualidad uno de los peores enemigos que tiene «la idea ilustrada de una ciudadanía basada en los derechos que se comparten y no en la similitud étnica». Por eso, el que, contra su costumbre, Fernando Savater haya accedido a prologar la obra que presento constituye para mí un gran honor, que deseo agradecerle aquí públicamente.
Por lo demás, este libro debe mucho, como los últimos que lo han precedido, a la espléndida labor de una editora ejemplar, Belén Urrutia, quien ha trabajado en él como si el libro fuera suyo. En realidad, lo es, en gran medida.
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS
Brandía, 14 de marzo de 2005
ROBERTO L. BLANCO VALDÉS (La Estrada, Pontevedra, 7 de noviembre de 1957). Es hijo de Mario Blanco Fuentes, antiguo diputado provincial y alcalde de La Estrada. Catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela, es autor de libros sobre constitucionalismo, federalismo y el encaje político de las distintas regiones de España, país cuya organización territorial coincidiría según él con la de un Estado federal «en todo menos en el nombre». También escribe para el diario La Voz de Galicia y colabora en V Televisión.
Ha publicado: Rey, Cortes y fuerza armada en los orígenes del Estado liberal (1808-1823), 1988; La ordenación constitucional de la defensa, 1988; Los partidos políticos, 1990; El valor de la Constitución, 1994; Introducción a la Constitución de 1978, 1998 y 2006; Las conexiones políticas: partidos, estado, sociedad, 2001; Nacionalidades históricas y regiones sin historia, 2005; La construcción de la libertad. Apuntes para una historia del constitucionalismo europeo, 2010; Los rostros del federalismo, 2012 y El laberinto territorial español. Del cantón de Cartagena al secesionismo catalán, 2014.
Notas
[1] En contra de la tendencia ahora dominante entre un amplio grupo de historiadores y políticos, hablo de «buenísima memoria del pasado» durante nuestra transición política en el sentido en que lo hace Santos Juliá en un trabajo sencillamente imprescindible: «Echar al olvido. Memoria y amnistía en la transición», en Claves de Razón Práctica, n.º 129 (2003), pp. 14-24.
[2] Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo, Madrid, Alianza Editorial, 1988, pp. 18-20 y 83-88, de donde proceden en adelante todas las citas del texto.
[3] Véase su espléndido artículo «El origen como meta y como mito», publicado en su igualmente espléndido