David G. McCullough - Los hermanos Wright
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- Libro:Los hermanos Wright
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2015
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Los hermanos Wright: resumen, descripción y anotación
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Los hermanos Wright — leer online gratis el libro completo
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E n primer lugar, quiero expresar mi absoluta gratitud a la incomparable Biblioteca del Congreso y a su personal. El vasto corpus que conforman los archivos de Wilbur y Orville Wright —cartas, diarios, especificaciones técnicas, cuadernos y propuestas de los hermanos, y muchos más documentos privados de la familia de los que habitualmente se consultan: todo se encuentra allí.
No es frecuente disponer de una recopilación que aporte tal profundidad y alcance, y con tanto detalle. En esta época en que, por desgracia, tan poca gente escribe ya cartas o lleva un diario, los extraordinarios documentos de los Wright recuerdan otros tiempos y el inmenso valor de estos escritos para hacer que la historia cobre vida. Ningún miembro de la familia Wright —padre, hijos, hija— escribió casi nunca algo anodino, insustancial o mal expresado. Y muchas de las cosas que se dijeron entre ellos, y solo entre ellos, tienen gran interés. El total de cartas de la familia incluidas en la colección de la Biblioteca asciende a más de mil. Además, están sus extensos álbumes de recortes, una verdadera mina de información.
Entre el personal de la Biblioteca, doy las gracias especialmente a mi viejo amigo Jeff Flannery, director de la sala de lectura de manuscritos; a Laura J. Kells, directora de archivos; al historiador de manuscritos de tema científico Len Bruno, especialista en los hermanos Wright, y a Michael Klein. Ver y escuchar las explicaciones de Laura Kells sobre los diarios técnicos y los cuadernos de datos de los hermanos, sobre todo los que escribieron durante las importantísimas semanas que pasaron en Kitty Hawk, fue toda una experiencia.
Además, como tantos otros estudiosos de los Wright, me siento muy en deuda con el ya desaparecido Marvin W. McFarland, de la Biblioteca del Congreso, cuyo relevante trabajo se editó en los dos volúmenes de The Papers of Wilbur and Orville Wright, 1899-1948, publicados por primera vez en 1953. Sus extensas notas a pie de página tienen un valor inigualable.
Mike Hill, como en todo momento durante nuestra colaboración de tantos años, aportó una inmensa ayuda como experto investigador, sobre todo en lo relacionado con la colección de la Biblioteca. También ha viajado conmigo por toda la ruta geográfica de la historia de los Wright: de Dayton a Kitty Hawk y a los legendarios campos de vuelo de Le Mans y Pau en Francia. Si alguna vez ha habido un detective más diestro o animoso investigando, yo no lo conozco. De nuevo, le doy las gracias de corazón por toda su labor y me congratulo por mi buena suerte.
Además de mecanografiar una y otra vez mis muchos borradores de un capítulo tras otro, Melissa Marchetti ha sido desde el principio un regalo del cielo por no escatimar esfuerzo para cumplir mis diversos encargos durante la investigación, por su compilación de la bibliografía y por su trabajo con Mike Hill en las notas sobre las fuentes. Betsy Buddy, desde París, ha aportado un trabajo muy necesario de documentación en Francia y ha traducido infinidad de material nuevo. Siempre le estaré agradecido por su aportación.
Mi hija Dorie Lawson ha hecho tanto y de tantas maneras para mantener el buen rumbo del proyecto que merece una medalla.
Para todo el que quiera conocer los logros de los hermanos Wright y su enorme repercusión en la historia, el Instituto Smithsoniano forzosamente ocupa un lugar crucial, como lo ocupó en sus vidas. Allí, en una sala de su Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos, se expone el Flyer original de 1903. Sus archivos también contienen numerosos elementos clave de su historia y abundante documentación.
Cuando comencé este libro, Tom Crouch, conservador jefe de Aeronáutica del Museo del Aire y el Espacio y autor del magistral libro The Bishop’s Boys: A Life of Wilbur and Orville Wright, me prestó gran ayuda. Sigo estándole muy agradecido por el tiempo que con tanta generosidad me dedicó, por todo lo que me contó de los hermanos Wright y por habernos mostrado a Mike Hill y a mí todas las máquinas Wright expuestas en el anexo de este museo Smithsoniano localizado en las inmediaciones del aeropuerto de Dulles, en Washington: el Centro Steven F. Udvar-Hazy.
Por sus observaciones y comentarios, doy las gracias a Peter Jakab, otro miembro del Instituto Smithsoniano experto en los hermanos Wright y editor, junto con Rick Young, de la excelente antología The Writings of Wilbur and Orville Wright.
La aportación de la extensa colección fotográfica de la Universidad Estatal Wright, en Ohio, ha sido excepcional: muchas claves de la historia de los Wright y de los cientos de experimentos que hicieron se encuentran en las fotografías de su vida familiar, tomadas en su mayoría por ellos mismos. El tiempo dedicado a la colección y el que pasamos en compañía de su docta archivista Dawne Dewey y su ayudante John Armstrong fue de gran ayuda, además de muy agradable. También estoy en deuda con Dawne Dewey por su edición de los diarios del obispo Wright: Diaries, 1857-1917 ha sido para mí no solo una fuente crucial, sino un libro al que volver por el puro placer de la lectura.
Doy las gracias a Dean Alexander, comisario del Parque Histórico Nacional del Patrimonio Aeronáutico en Dayton, auténtico tesoro repleto de efectos personales y recuerdos de los Wright, y a Ed Roach, historiador jefe del parque, que fue el primero en llevarnos a mí y a Mike Hill por Dayton y Huffman Prairie y quien más me ha ayudado desde entonces respondiendo a mis preguntas a lo largo del tiempo.
Agradezco mucho también la ayuda de Alex Heckman, director didáctico y de actividades del Museo del Parque Histórico Carillon de Dayton, y Mary Oliver, directora de colecciones, así como de Nancy R. Horlacher, especialista en historia local de la Biblioteca Metropolitana de Dayton.
Los recuerdos y observaciones de dos descendientes de la familia Wright, Amanda Wright Lane y su hermano Stephen Wright, en el curso de las tardes que pasamos juntos en Dayton fueron de particular interés además de un placer. Su amistad ha sido una de las gratificaciones que me ha procurado este libro.
Las molestias que tanta gente de Kitty Hawk se tomó para dedicarme tiempo y prestarme su ayuda fueron de una inmensa importancia. En especial, quiero dar las gracias a Bill Harris, de la First Flight Society, por haber compartido conmigo su profundo conocimiento de Outer Banks en los albores del siglo XIX y su propia y valiosa investigación; a la conservadora Kaeli Schurr y a su ayudante Sarah Downing; a Tama Creef, archivista del Centro de Historia de Outer Banks en Manteo; y a Josh Boles y Darrell Collins, del Monumento Nacional a los hermanos Wright en las colinas de Kill Devil Hills, perteneciente al Servicio de Parques Nacionales de los Estados Unidos. Bill Harris y Sarah Downing también tuvieron la bondad de leer mis capítulos sobre lo acontecido en Kitty Hawk y aportaron a este libro, antes de su publicación, diversas sugerencias y correcciones muy acertadas.
También agradezco la amistad y hospitalidad de John Tucker y del personal del hotel First Colony Inn, en el cabo de Nags Head.
En Virginia, Paul Glenshaw y Leah Rubalcaba se prestaron muy amablemente a guiarme en un itinerario de un día por Fort Myer, respondiendo a todas mis preguntas sobre la época de los sensacionales vuelos de Orville y su terrible accidente allí.
Asimismo, quiero dar las gracias a Patricia Mooradian, Christian Overland, Matt Greuther, Terry Hoover, Matthew Anderson y Linda Skolarus, todos del Museo Henry Ford en Dearborn, Michigan, que organizaron para mí nada menos que dos visitas muy provechosas y agradables. La casa de los Wright del n.º 7 de Hawthorn Street, junto con todo su mobiliario original, además de la tienda de bicicletas Wright, están allí intactos, exactamente tal como eran, y transportan al visitante a su mundo y su modo de vida como ninguna otra cosa podría hacerlo.
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